Estimulado por la noticia del empate de Patronato sobre la hora cuando estaba a punto de empezar su partido, arrastrado por la corriente ganadora de su seguidilla de victorias en el campeonato y en la Copa, amparado en su capacidad goleadora para resolver las situaciones favorables, sostenido por un buen arquero que tuvo un par de atajadas vitales y beneficiado por el árbitro Jorge Baliño en una flojísima actuación, River le ganó 2-0 a Tigre y descontó dos puntos en la carrera por el título en el torneo local.
No se presentaba fácil la visita a Victoria para el equipo de Marcelo Gallardo. Venía de un gran esfuerzo para superar al Melgar por la Copa tres días antes, casi con los mismos jugadores, y se enfrentaba a un rival que trata muy bien la pelota y tiene capacidad goleadora. Y no resultó fácil, por cierto, más allá de que el resultado parece indicar otra cosa. El conjunto del Colorado Sava no se asustó por los pergaminos de su rival y mostró una gran vocación ofensiva, sumando gente desde el medio hacia arriba, lo que le permitió inclinar la cancha hacia el arco rival en la mayor parte del partido. No pudo llegar al gol porque se cruzó con Batalla (espectacular volada ante un remate de Castro en el primer tiempo y excelente cobertura ante una llegada de Morales en el segundo período), porque no tuvo precisión en remates de media distancia y porque el árbitro anuló dos jugadas muy claras que terminaron en la red de River y en las que vale la pena detenerlas. En una, Baliño le cobró a Morales una infracción sobre Moreira que no fue tal, y en la otra el línea levantó la bandera en una acción en la que Morales, que estaba perfectamente habilitado, empujó la pelota al fondo del arco. Las dos jugadas se produjeron cuando el partido estaba uno a cero y flotaba la sensación de que a los jugadores de River, muy cansados, se le desplomaba la estantería.
De todos modos, no es justo limitar el análisis a la actuación del árbitro y sus colaboradores, porque Tigre aportó lo suyo para que River se quedara con la victoria. Los dos errores enganchados en el gol de Driussi, por ejemplo, fueron muy evidentes y significaron una ayuda inestimable para el adversario. Primero Godoy pifió un rechazo y Galmarini la completó con un cabezazo débil hacia atrás, que intentaba ceder la pelota a Ibáñez, pero no hizo otra cosa que dejarlo solo a Driussi para que convirtiera.
River no jugó un buen partido. Bajaron su nivel Nacho Fernádez y Pity Martínez, (solo Rojas aportó un poco de luz en el medio) y dio algunas ventajas en los laterales, pero tiene el justificativo del esfuerzo realizado en el encuentro contra Melgar en la Copa.
No fue el de algunas actuaciones recientes, pero supo hacer los deberes cuando a Driussi lo dejaron mano a mano con Ibáñez, y encontró respuestas en el banco. Gallardo lo puso a Palacios y Mora y justamente ellos dos fueron protagonistas del segundo gol, cuando a Tigre todavía la quedaba la ilusión del empate. El pibe arrancó gambeteando en zigzag, y con la puntita del botín alcanzó a habilitar en la puerta del área al uruguayo que clavó un remate formidable y liquidó la cuestión.
Con esta victoria River sumó 38 puntos, pasó a San Lorenzo, se puso a la par de Estudiantes, quedó a un punto de Newell’s y a seis de Boca. Ya se sabe que su objetivo primordial es la Copa, pero sueña con copar la parada en los dos frentes. Sin jugar bien ganó 2-0, falta mucho para terminar el campeonato local y corre con viento a favor. Es natural que se ilusione.