"Necesitamos vacunas contra el populismo y la educación es la única vacuna para eso", vocifera desde una tarima montada frente al Ministerio de Educación nacional el diputado y presidente de la UCR, Alfredo Cornejo. Se trata de un acto, una especie de clase abierta, que realizó Juntos por el Cambio para reclamar que retornen las clases presenciales sin importarles el detalle de que éstas regresan la próxima semana. En la actividad, que convovó a poca gente pese a ser la reunión principal de lo que llamaron una jornada nacional de reclamo, también participaron el diputado de la Coalición Cívica, Maximiliano Ferraro, la titular del PRO, Patricia Bullrich y un muy inquieto Hernán Lombardi, que no paró de moverse durante toda la actividad y que casi saca de quicio al dirigente radical Luis Brandoni. Para la denominada clase pública del macrismo participaron dos alumnos de colegios privados, dos padres y habló un estudiante de Ciencias de la Educación que dijo ser descendiente de Sarmiento.
La clase pública, un método de protesta tan poco común en gente del macrismo, arremolinó unas 500 personas, muchas de ellas con asistencia perfecta a las marchas que el PRO organizó el año pasado durante el aislamiento social. Así, por ejemplo, pudo verse a la mujer que acostumbra a vestirse de presidiaria con la cara de Cristina Kirchner. Las banderas argentinas proliferaron y barbijos con leyendas que proclaman un supuesto "me verás volver" o "qué gobierno de mierda", y reclaman "la vuelta a la presencialidad en las aulas", que paradójicamente en la Ciudad tendrá lugar la próxima semana.
"Les propongo que, a partir de ahora, conformemos un observatorio social para controlar que haya presencialidad real y además le decimos al Gobierno: basta de marketing", dice gritando la exministra de Seguridad olvidándose de manera conveniente cuánto cuestionaron el observatorio de falsas noticias que implementó la Defensoría del Público por considerar que se pretendía vigilar la opinión. De todas formas varios de los participantes aceptaban que el presidente Alberto Fernández está trabajando en un regreso seguro a las aulas, pero, al igual que Bullrich, proclaman que lo hace porque "vio que es un tema que rinde en las encuestas".
El acto comienza con el Himno nacional y mujeres con gorros y banderas tocan con euforia bombos y redoblantes. Algunos de los carteles que agitan dicen: "abran las escuelas"; "educación sí. Adoctrinamiento comunista no" y "con los chicos no". Los presentes aplauden y Lombardi, que es el organizador del evento, no disimula su nerviosismo y deambula sin un rumbo fijo entre la gente. En la plaza frente al Palacio Sarmiento también hay varios diputados de JxC, como Fernando Iglesias y Dina Rezinovsky. También se suman otros legisladores de la UCR como Luis Petri más Luis Brandoni y Maximiliano Guerra que en diciembre se sumó de forma oficial a Juntos por el Cambio como presidente del "PRO Social".
En diálogo con PáginaI12, Brandoni sorprende cuando afirma que "la gestión educativa de este Gobierno no existió porque no hubo clases", dice olvidando de manera conveniente que los docentes de todo el país dieron clases virtuales durante todo el 2020. Luego expresa que "en la mayor parte de los países del mundo hubo clases presenciales, pero acá no porque los que mandan son la oligarquía sindical que no estaba de acuerdo". Brandoni se enoja, como siempre, y señala que "la diferencia entre el gobierno anterior y éste es que con el otro hubo clases y con éste no". Al recordarle que las clases se suspendieron por la existencia de una pandemia, el actor denuncia que "hubo centenares de pueblos y ciudades argentinas en las que no hubo pandemia y los chicos estuvieron encerrados en sus casas igual".
Bullrich sostiene la virulencia de los discursos de sus compañeros y puntualiza que "vamos 300 días sin clases y es algo inexplicable, solo puede entenderse por la tozudez de un presidente que dijo que solo le importaba la salud. Pero se ve que eso tampoco le importa porque estamos con el mayor número de contagios y de muertes".
Luego subieron dos docentes, dos padres y dos alumnos. Un joven con la piel bronceada, ojos celestes y bucles rubios se presenta y dice que tiene 18 años. Explica que el año pasado cursó su último año en el colegio Santa María del Pilar y agrega que "fue un año en el que tuvimos que crecer de golpe y aprender a ser resilientes en una situación en la que el Gobierno Nacional nos dejó totalmente a la deriva".
Ahora es el turno de Débora, quien dice que su hija "Pupi" le plantea que ya no recuerda lo que es la escuela, y repone una conversación entre ellas en la que le pide perdón por "las miserias de los adultos que te quitaron la felicidad". Mientras tanto, Brandoni sentado en un banco de cemento se queja ofuscado con Lombardi: "ya la pueden ir cortando, ¿no?", "muy largo todo". Cuando el actor le pregunta al exfuncionario por qué no para de dar vueltas, éste le contesta: "hay que organizar constantemente porque la gente se desorganiza, Luis".
Por último sube al escenario Bernabé Sarmiento, quien afirma ser descendiente del expresidente. El estudiante de Ciencias de la Educación es el encargado de la "clase abierta" que dura apenas cinco minutos y donde afirma que "perdimos cantidad y calidad educativa. Eso demuestra que el Estado no garantizó la educación", dice y suena el himno de su antepasado a modo de final.