El gobierno continúa demorando la adjudicación del contrato para avanzar con la construcción de la obra civil del reactor nuclear Carem. El 24 de febrero se abrieron los sobres con las propuestas económicas y la Unión Transitoria de Empresas (UTE) encabezada por la constructora Riva S.A. quedó en primer lugar al cotizar 1.059,8 millones de pesos. Detrás se ubicaron IECSA (1.145,9 millones) y Techint (1.148,1 millones), mientras que Caputo S.A. realizó sorpresivamente la peor oferta (1.883.9 millones) y quedó en último lugar, en lo que fue interpretado en el sector como una jugada destinada a autoexcluirse de este negocio para evitar polémicas luego de los dos jugosos contratos que ya obtuvo en el área nuclear. Habitualmente, quien realiza la propuesta más económica se queda con el contrato. Sin embargo, el 20 de marzo fuentes oficiales informaron a PáginaI12 que la obra había sido preadjudicada a Techint. Desde entonces, no hubo oficialización y en el sector especulan que están viendo la manera de justificar lo mejor posible por qué van a contratar al holding de Paolo Rocca pese a que no hizo ni la primera ni la segunda mejor oferta.
El Carem (Central Argentina de Elementos Modulares) va a ser el primer reactor de baja potencia realizado íntegramente con tecnología nacional, ya que Embalse es de diseño canadiense y Atucha I y II tienen tecnología alemana. El objetivo es montar un primer prototipo de 25 MW en la localidad de Lima para luego poder competir a nivel internacional en la provisión de Pequeños Reactores Modulares.
El gobierno de Cristina Kirchner había dividido el proyecto en tres.
- La fabricación y montaje del recipiente de presión se le adjudicó en diciembre de 2013 a la empresa argentina IMPSA de Enrique Pescarmona.
- El Balance de Planta (las instalaciones complementarias no nucleares de la central) se licitó en 2014 y se terminó adjudicando el año pasado a la firma Tecna, filial de la española Isolux Corsán, quien se presentó en sociedad con la alemana Siemens.
- La obra civil se decidió que quedara en manos de la estatal Nucleoeléctrica S.A. (NASA).
Luego de que Mauricio Macri ganó la presidencia, ordenó quitarle la obra civil a NASA y llamar a licitación. El objetivo era doble. Por un lado, ajustar los costos porque NASA tiene el mejor convenio laboral del sector atómico, y, por otro lado, generar negocios para los privados.
Todo parecía encaminado para que Caputo S,A., la empresa del mejor amigo del presidente, Nicolás Caputo, se quedara con un nuevo contrato en el sector. Primero había sido beneficiada con la adjudicación de la obra civil para la instalación del reactor RA-10, un contrato de 797 millones de pesos, luego con la adjudicación de la construcción de un sistema de almacenamiento en seco de elementos combustibles radioactivos de la central atómica Atucha I, por otros 513,6 millones de pesos, y estaba en carrera para el Carem. Sin embargo, después de que PáginaI12 denunció el pasado 16 de enero que Caputo se estaba quedando con todos contratos nucleares adjudicados por Macri, el segundo sin que ni siquiera hubiese habido licitación pública, el amigo del presidente sorprendió y ofertó 1.883.9 millones de pesos, un 78 por ciento más que la empresa que quedó mejor ubicada, una cifra con la que ya sabía de antemano que no tendría chances.
Con Caputo afuera, la UTE encabezada por Riva S.A. quedó en primer lugar, pero las negociaciones detrás de bambalinas derivaron en que la “preadjudicación” haya sido para Techint. Lo que tendría que haber seguido era la oficialización de la decisión con la publicación del dictamen, aunque eso todavía no ocurrió pues no parece del todo fácil justificar la decisión de darle la obra al que quedó tercero.