Hubo un tiempo en que los equipos de Primera presentaban equipos plagados de suplentes y juveniles en la Copa Argentina para hacer frente a sus compromisos ante rivales de otras divisiones, allá cuando recién se restauraba el certamen en el segundo semestre de 2011 y entre críticas por el supuesto bajo valor de la competencia. Bueno, casi diez años después, ese ya no es el caso. Este miércoles por la noche, el River de Marcelo Gallardo, aquel que desde hace cuatro años es protagonista habitual a nivel continental, puso casi todo lo mejor que tenía para medirse con el hasta hace algunos días poco conocido Defensores de Pronunciamiento, elenco entrerriano que milita en el Torneo Federal A y que sumó un triunfo, dos empates y cuatro derrotas en el semestre pasado.

El resultado final no sorprende: 4 a 0 para los porteños; lo que sí, en cambio, es la actitud con la que jugó River durante todo el encuentro. Estaba claro que los de Gallardo no querían arrancar la temporada con un batacazo en contra, por lo que no arriesgaron en ningún momento, desde la formación inicial con cinco defensores -muy adelantados, obviamente, por la disposición de su rival- y por el destino que le dieron a la posesión de la pelota (76 por ciento del tiempo), con excesivos centros desde las bandas y poco lugar para la improvisación.

Por momentos, la redonda volaba de un lado a otro sobre el área del Depro, que hacía lo que podía mientras Matías Suárez no se sonrojaba al derrumbarse ante un mínimo contacto dentro del área. Fue finalmente la vía leal la que habilitó a River a romper el cero a los 15 minutos, y con el propio Suárez como protagonista. El 7 inició y cerró una gran maniobra colectiva en espacios reducidos con una definición entre las piernas del arquero David Correa, quien tuvo luego varias atajadas notables.


Defensores dependía del error ajeno para toparse con la pelota y cuando esto se daba, sus jugadores estaban muy separados como para avanzar colectivamente. "Jugatelá, jugatelá" era el rezo que salía desde el banco entrerriano una vez que la agarraban los de camiseta azul y rojo.

Pero como esto es fútbol, siempre hay lugar para los milagros. La hora señalada fue a los 30 minutos: centrazo del 10 Héctor Echagüe y terrible cabezazo del central Milton Alvez para meterla por encima de nada menos que el arquero de la Selección, Franco Armani. Era el 1 a 1, era histórico. Para los jugadores y para los 3 mil habitantes de Pronunciamiento. Pero el juez de línea levantó la bandera a pesar de que Javier Pinola habilitaba a medio mundo y el árbitro lo anuló.


River no tardó en aprovechar la gentileza no solicitada y, cinco minutos después, otra serie de centros terminó con conexión Milton Casco-Julián Alvarez para el 2 a 0. En el segundo tiempo, fue nuevamente esa la metodología para el tercero, con Lucas Beltrán-Fabrizio Angileri como dupla gestora. Sólo quedaba ver cómo aguantaban los entrerrianos mientras Gallardo mandaba a cancha a algunos juveniles sedientos de exposición: uno de ellos, Federico Girotti, puso el cuarto.

Con todo más que liquidado, la historia se acercaba a su final sin sobresaltos hasta que la terna arbitral cometió otra decisión insólita en contra del Depro. Es que Germán Delfino había cobrado penal luego de un puñetazo de Armani que aparentemente impactó en Alvez. Pero tras varios minutos de reclamos del arquero y la defensa, el pito dio marcha atrás con su decisión y señaló córner. Un final indigno, a diferencia de lo que habían hecho Defensores con su hidalguía y River con su fútbol.