“La muerte de Ursula se podría haber evitado con la primera denuncia contra el femicida, pero la Justicia no hizo nada”. Florencia Veloz es una mujer policía que está con licencia psiquiátrica desde mediados del año pasado, luego de sufrir violencia física y psicológica de parte del también policía Matías Ezequiel Martínez, el femicida que asesinó a puñaladas a Ursula Bahillo, de 18 años. Florencia es tía de una niña que fue abusada sexualmente por Martínez, cuya detención –por ese caso—había sido solicitada en diciembre por el fiscal de la causa, petición que fue desoída por el juzgado a cargo.
Florencia, de 32 años, quien será una testigo clave en la causa por el femicidio de Ursula, hizo un relato pormenorizado de la violencia sufrida durante el año y medio que duró su relación con Martínez. La mujer policía reveló que Ursula, con quien ella se comunicó horas antes de que fuera asesinada, iba a aportar pruebas en la causa por el abuso sexual de su sobrina. Florencia sostuvo que hubo “encubrimiento policial” de Martínez, denunciado desde 2017 por un caso anterior de violencia de género.
Los investigadores del femicidio de Ursula Bahillo, están a la espera del informe de la autopsia, mientras el Ministerio de Seguridad bonaerense ordenó la investigación de las actuaciones de la jefatura de policía de Rojas y de la Comisaría de la Mujer (ver aparte).
Florencia Veloz aseguró que el femicida Martínez fue “amparado por un tío suyo, también policía”. En lugar de haber sido puesto en disponibilidad, siguió en funciones y lo trasladaron, para protegerlo, a una comisaría de Pergamino.
El abuso sexual fue en abril del año pasado, la niña recién pudo hablar sobre lo ocurrido en junio y en diciembre declaró en Cámara Gesell. Hasta el mes de septiembre, el femicida Martínez estuvo en funciones, portando su arma reglamentaria, hasta que entró en licencia por “carpeta psiquiátrica”.
El informe preliminar de la autopsia, que se hizo en la Morgue Judicial de Junín, determinó en principio que la víctima presentaba entre 10 y 13 lesiones punzantes y cortantes en la zona del cuello, el torso y la espalda. Todo indica que el ataque comenzó de frente y continuó por la espalda, cuando Ursula trató de escapar para salvar su vida.
Matías Ezequiel Martínez, de 25 años, luego del femicidio, se “autolesionó” y estuvo internado en el Hospital General de Agudos San José de Pergamino, bajo custodia policial.
Florencia Veloz, que vive en 9 de Julio, fue compañera de Martínez, cuando la trasladaron en 2019 a la comisaría de Rojas, según relató en una entrevista con el diario Hoy Rojas. Ella está con “carpeta psiquiátrica” desde marzo del año pasado, como consecuencia de la tortuosa relación que tuvo con el femicida. “Tuve que pedir carpeta psiquiátrica porque ya no daba más”.
Ella, cuando comenzó la relación, sabía de la denuncia que había realizado, en 2017, la joven Belén Miranda, ex pareja del policía Martínez. “Como yo vivía en 9 de Julio, solo tenía comentarios de lo que había pasado en Rojas, pero sabía de su personalidad, porque mis compañeros, cuando se enteraron de mi relación, me dijeron ‘cómo te vas a meter con él”.
Reconoce que su error fue “apostar a que podía cambiarlo, lo aposté en mi cabeza, y al principio fue una relación normal”. Dijo que al principio pudo poner límites, pero luego Martínez “empezó a perseguirme, a querer saber dónde estaba cuando me iba a 9 de Julio, donde vivo con mi hija”.
Cuando comenzó la violencia hacia ella, sus compañeros “empezaron a advertir un cambio en mí, porque era una persona amigable que me reía con todos y se dieron cuenta que empecé a aislarme”.
Martínez le revisaba el teléfono y le borraba contactos. Ella accedió al principio porque “yo no ocultaba nada”. Después vino la violencia física. “Primero fueron golpes de puño, una vez me pegó tres trompadas en la cabeza y me dejó inconsciente en el piso de mi casa”. Cuando recobró el conocimiento estaba sentada en una silla “y él estaba al lado mío, pidiéndome perdón”. Una vez la agredió en el móvil “cuando yo iba manejando. Me tomó de los pelos y me arrancó cabellos, todo porque yo no lo dejaba entrar a mi grupo de WhatsApp familiar”.
Florencia pudo defenderse y se dirigió con el móvil, con él a bordo, hacia la Comisaría de la Mujer de Rojas, para denunciarlo. “En la puerta de la comisaría me lloró, me imploró y no me dejó bajar” del auto.
La situación se agravó cada vez más y por mensajes “me denigraba como mujer y una vez me sacó el arma, que yo llevaba cargada, y tuve que decirle que me la devolviera porque se iba a mandar una cagada”.
Cuando ella quería terminar la relación, Martínez le decía que se iba a suicidar y hacía el simulacro con su arma reglamentaria. El punto límite fue “el caso del abuso de mi sobrina, en abril de 2020, que ella recién pudo dar a conocer el 24 de junio de ese año, porque él la había amenazado diciéndole que si hablaba me iba a matar a mí y a mi hija”.
En diciembre del año pasado, la víctima dio testimonio en Cámara Gesell y el fiscal Sebastián Villalba, de 9 de Julio, pidió la detención de Martínez por el abuso “pero el juzgado dijo que había que esperar” y siguió en libertad.
“Para mi sobrina no hubo ninguna contención de la Justicia y él siguió en servicio, portando su arma, hasta septiembre del año pasado, cuando ya se había hecho la denuncia por abuso”. Florencia habló con Ursula pocas horas antes de que Martínez la asesinara. “Pobrecita, yo le agradecí porque ella me dijo que iba a aportar pruebas en la causa por el abuso de mi sobrina. A Martínez lo tenían que haber detenido en 2017, cuando se supo el caso de la chica Belén Miranda”.