Desde el 2007 hasta ahora la confrontación entre europeos y sudamericanos en el Mundial de clubes tiene números de catástrofe para los nuestros: 13 a 1. En las últimas ediciones Real Madrid levantó la copa 4 veces, Barcelona 3, Bayern Munich 2, Manchester United 1, Milan 1, Inter 1 y Liverpool 1. El único sudamericano que la ganó en ese lapso es el Corinthians, que en el 2012 superó en la final al Chelsea.
Otro detalle del declive es que en cinco de las conquistas europeas los sudamericanos ni siquiera llegaron a la final. El último ejemplo es el de Palmeiras, indigno representantes del fútbol de estos lares.
Los europeos mandan. Tienen plata, poder económico, contratan a los mejores y entre ellos a los jugadores de nuestro continente. Nada menos que 21 futbolistas brasileños fueron parte de esos equipos europeos campeones. Cinco argentinos también se anotan en la estadística: Messi (3 títulos), Mascherano (2) , Zanetti, Cambiasso y Diego Milito.
El caso más significativo es el de Inter que se consagró campeón en el 2010 superando por 3 a Mazembe de Congro, sin italianos puros. El equipo milanés formó asi: Julio Cesar (brasileño); Maicon (brasileño), Lucio (brasileño) , Iván Cordoba (colombiano), Cristian Chivu (rumano); Javier Zanetti (argentino), Esteban Cambiasso (argentino), Thiago Motta (brasileño, nacionalizado italiano); Goran Pandev (macedonio), Diego Milito (argentino) y Samuel Eto'o (camerunés). Después entraron Dejan Stankovic (serbio), McDonald Mariga (keniano) y Jonathan Niabiany (francés). Ah, el director técnico era Rafa Benitez (español).
Hay que ir muy atrás para encontrar rastros de superioridad sudamericana sobre los europeos. En la Copa Intercontinental, antecedente del Mundial de clubes, entre 1977 y 1986 salieron campeones estos equipos: Boca, Olimpia , Nacional, Flamengo, Peñarol, Gremio, Independiente, Juventus y River.
Se decía en aquellos tiempos que los europeos no le prestaban atención a esta competencia (de hecho, en algunos casos no jugaban los campeones) , pero tampoco es que ahora lo vivan con la misma intensidad con la que lo hacemos en estas tierras. Basta repasar la tibieza con la que festejaron los jugadores alemanes este último logro.
El mundo del fútbol nos queda cada vez más lejos.