El presidente del PJ de Bahía Blanca, Adalberto Mario Simón, declaró ayer como testigo en el juicio oral a cuatro ex miembros de la Triple A local a pedido del imputado Héctor Angel Forcelli, su amigo desde “hace casi 30 años”, calculó. Simón dijo ser afiliado peronista desde principios de los 70 y exdelegado de trabajadores telefónicos ya en dictadura, pero aseguró desconocer “totalmente” la actuación de la banda parapolicial en la ciudad e inclusive la vinculación con su cara visible, el diputado y secretario general de la CGT local Rodolfo Ponce. “Creo que fue legislador nacional”, dudó.
Distintos testimonios confirmaron la presencia de "Cacarulo" Forcelli en la patota que a punta de pistola tomó la Universidad Tecnológica Nacional en 1974, su actuación como personal de “seguridad y vigilancia” en la Universidad Nacional del Sur, donde debutaron en abril de 1975 asesinando al estudiante David Cilleruelo ante decenas de testigos, y también arriba de “la Fiambrera”, el Fiat 125 que conducía Juan Carlos “El loco” Curcio –otro de los imputados– y en el que el grupo parapolicial hacía ostentación de armas con total impunidad.
Alejandro Brandán, de la Asociación Empleados de Comercio (AEC), lo recordó en la custodia armada de la oficina del interventor de la UNS Remus Tetu en el edificio de Colón 80, al que acudió con el secretario del gremio Ezequiel Crisol. Contó que los recibieron de mala manera, que Tetu abrió un cajón, sacó una pistola y dijo “ahora mandamos nosotros”.
Mario Sánchez, cuñado de Fernando Alduvino, militante de la JTP acribillado en marzo de 1975, contó que toda su familia fue vigilada después del asesinato. Un día se topó con la patota en la AEC y reconoció a Forcelli, que jugaba al básquet con su hermano. Al advertir su expresión de espanto, Forcelli lo saludó y mirando al resto dijo “es amigo mío”. “Después de ese encuentro no vi más al 125”, añadió en referencia a la Fiambrera. Marita Aure, que en 1975 estudiaba en la Escuela de Comercio, dependiente de la UNS, recordó la presencia intimidante de Forcelli (mide casi dos metros) y de Roberto Capdeville, que disfrazados de preceptores recorrían los pasillos dejando ver sus armas debajo del saco. El clima de terror derivó que de los 31 alumnos de su curso sólo 18 terminaran el año, recordó.
El presidente del PJ bahiense, ofrecido como testigo de concepto, no aportó un solo dato de valor, aunque sorprendió al alegar su total desconocimiento sobre la Triple A. Dijo que conoció a Forcelli a principios de los 90, en el marco de la campaña a la intendencia de Crisol, y que desde entonces son amigos.
--¿Supo de la actuación de la Triple A en Bahía Blanca? –le preguntó el defensor oficial.
--Muy poco, realmente lo que más supe fue a través de la prensa en Capital Federal, pero desconozco porque no participé, no estuve (sic). Hablar de eso sería un poco mentirle –respondió.
“Si portara armas no hubiera sido mi amigo”, arriesgó sobre Forcelli, a quien conoció 15 años después de la cacería. “Hemos compartido cumpleaños, tengo las mejores referencias”, agregó.
Cuando le preguntaron por víctimas peronistas de la Triple A tomó distancia de la época. Consultado sobre Ponce, dijo que él empezó “a militar fuertemente en el 88” y para entonces el ex líder de la AAA “no representaba a ningún sector”. “Yo no tenía actividad politica partidaria en esos años”, dijo en referencia al período 1973-76, cuando trabajaba en Entel y militaba en Foetra. “Nunca me enteré de todo este tema, de esta patota, nada”, declaró bajo juramento Simón, que tenía 28 años en 1975, cuando la Triple A acribilló a las 24 víctimas por las que se realiza el juicio.