En 2008, cuando le propusieron grabar un reality show en su casa de empeños de Las Vegas, Rick Harrison pensó "Vamos a hacer doce episodios que serán como publicidades gratis y después de esa temporada se acabará todo". Pero El precio de la historia está por estrenar en América latina su temporada 22 (el domingo 14 a las 21.40 a través de History), esta vez con episodios de una hora de duración. "Nunca jamás imaginé que íbamos a estar en 150 países y traducidos a 38 idiomas. Estuve en todos lados, la gente me reconoce en todos lados. En la India, Kuala Lumpur, Malasia, Filipinas o la Argentina...", explicó durante una conferencia de prensa virtual el empresario convertido en estrella televisiva. Chumlee, el empleado tarambana del local Gold & Silver Pawn Shop, lo acompañó desde su propia casa: "Cuando empezaron a filmar la serie eran solo Rick, Corey y El Viejo, así que antes de que me eligieran a mí sabía que no tendría éxito a largo plazo", dice entre risas.
El programa en el que Harrison, su hijo Corey y Chumlee reciben en la casa de empeños objetos históricos o coleccionables, reliquias y obras de arte mantiene su interés porque "a las personas les encanta aprender", afirma Rick. "Pero aprenden como lo hacen de un tío, no de un profesor. Además, lo filmamos para que puedan verlo desde la mitad del programa y siga siendo interesante, porque no se van a perder nada". En la nueva temporada, a los mostradores de Silver & Gold Pawn Shop llegarán un documento firmado por George Washington, un mortero y una extraña campera de la Segunda Guerra Mundial, esposas de una icónica prisión, un traje de Superman, un smoking usado por el actor Ray Liotta, una colección gigante de figuritas de Los Simpson y una batería del Ringo Starr, entre otros objetos. "Tenemos a muchas estrellas de rock, viajes al extranjero... Hay de todo", explica el dueño de la tienda.
La pandemia afectó tanto al programa como a la casa de empeños, le confesaron Harrison y Chumlee a Página/12. "La gente no viene de la misma manera y tenemos que tomar precauciones de seguridad", aseguró el empleado estrella. "De todos modos, creo que la producción lo vale y que el programa sigue siendo excelente, aunque será distinto a otras temporadas. Sigo pensando que es realmente muy buena". Según el dueño del local, "todo llevó más tiempo" por las medidas de distanciamiento social. "Algo que nos debería haber llevado cuatro meses nos llevó seis. Había muchos días de 12 o 13 horas. Además, filmábamos con un vidrio -súper caro y súper transparente- entre nosotros y los clientes que casi no se notaba, pero de vez en cuando había un reflejo y la gente de cámara decía: "Movete un centímetro para allá". Era algo frustrante, pero lo logramos. Y creo que va a ser una gran temporada".
"El negocio está más lento", reconoció Harrison. "En general, en esta altura del año hay 3 mil personas por día en la tienda y en este momento son 600 o 700. Algunos días son mejores. El tema es que no tenemos a los turistas. Literalmente, un tercio de las personas que vienen a la tienda son latinoamericanos. Y esa gente que venía no viene por la pandemia. Otro tercio es de Europa y tampoco viene. Esperemos que esto mejore después de la pandemia".
Otra diferencia entre el presente y los inicios de El precio de la historia -y la clase de transacciones que allí se realizan- tiene que ver con el crecimiento de las redes sociales. "Todos los negocios cambian...", dice Harrison. "Todo cambia, evoluciona o muere. Pero yo no capto bien lo de las redes sociales... Piensen que soy de llamar a las personas, no las mensajeo seguido. Y cuando tengo que subir algo a Instagram tengo que pedirle ayuda a Chum porque hago cualquier cosa". Su empleado favorito, mucho más joven, tampoco se lleva tan bien con el asunto: "Hace como un año que dejé las redes. Empecé a usar Tik Tok al principio de la pandemia, llegué a 2 millones de seguidores y lo eliminé. Las redes sociales no son para mí. No las uso como creo que deberían usarse así que me quedo de lado".
Que ellos no usen las redes no quiere decir que no se hayan convertido en personajes virales, especialmente con el meme en el que Chum dice "No lo sé, Rick, parece falso". "Es una locura, en 2014 fue el meme número 1 y no sé exactamente por qué... Y creo que se mantiene activo", se sorprende Harrison. Pero su empleado encuentra la razón bien rápido: "Es que Rick es un meme andante. Todo lo que hace se vuelve viral", suelta risueño. "Ese meme se lo debemos a los latinoamericanos y es mi favorito, así que... ¡muchas gracias!"
Puestos a repasar las adquisiciones buenas y malas que hicieron en el programa, Harrison recuerda "un libro supuestamente firmado por Shoeless Joe Jackson, un famoso beisbolista de principios del 1900, y que resultó ser falso". "Me costó como 20 mil dólares o algo así. Pero de cierta forma es así como funciona el negocio: el que no arriesga no gana". Y a veces no jugársela no le dio buen resultado al empresario: "Recuerdo que pude haber comprado bitcoins por un dólar la pieza", se ríe. "Chum no me perdona no haber comprado una colección de zapatillas por un millón de dólares, que probablemente hoy valen 10 millones". "¡Y traté de que compraras una colección de tarjetas de Pokemon por 150 mil que ahora valen más de un millón!", le recuerda su empleado presuroso.
Pero arriesgar no significa desconocer de qué se trata una casa de empeños: "A veces la gente me dice 'Esto en unos años va a valer mucho más', pero no hay forma de saberlo. No compro cosas asumiendo que valdrán más después porque eso es apostar. Soy un hombre de negocios: lo que vale la pena ahora, tengo que tratar de venderlo ahora y ver qué vale ahora. Esa es la forma en que veo las cosas. Y es probablemente la razón por la que sigo en el negocio. Porque hay muchas otras cosas afuera que subieron de precio y que se estrellaron después. Me mantengo conservador. No me lamento por no comprar cosas, es parte del negocio. Es la forma que es. Pero Chum me critica permanentemente por eso".
Chumlee no sólo critica, también da consejos a quienes se acercan a vender algo en una tienda de empeños: "Tenés que saber lo que tenés y saber lo que querés. Es mi trabajo comprarlo por el menor dinero que pueda y ser justo. Yo no tengo que educarte sobre el objeto y aunque lo haga, eso no significa que vayas a tomar mi palabra. Si uno sabe lo que quiere y lo que tiene, la persona con la que está negociando es la que tiene que tomar la decisión y decidir si vale la pena pagar ese precio". Y Rick Harrison apoya: "Hagan la mayor investigación que puedan. Obviamente no se van a volver expertos por leer una página de Wikipedia, pero va a ayudarlos a tener una idea. Y después, sin importar dónde vayan, investiguen a las tiendas de empeño, asegúrense de que tenga una buena reputación. Eso es algo bueno de internet, también".