“Siempre hay un lugar para una buena historia a la noche, y la AM 750 me da la posibilidad de compartirla”, cuenta Alejandro Apo. Apo comienza este lunes su programa Dondequiera que estés, de 23 a 00. El ciclo, que antes integraba La casa invita (que sigue en la misma sintonía de 21 a 23) como una columna de relato literario, ahora se independiza, dada la buena recepción que tuvo ese segmento entre los oyentes. “Ahora quedan ahí dos grandes profesionales”, refiere a Victoria Torres y Valmiro Mainetti. Así, Apo volverá a dar vida a sus lecturas radiales: Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, Saki, Ray Bradbury y muchos más sonarán en el eter.
En Dondequiera que estés Apo destilará su pasion por la literatura, uno de los dos ejes (junto al fútbol, que lo hizo famoso) que guiaron sus décadas como hombre de radio. Su narración –y ocasional entrevista, confía- será la antesala del clásico irreductible del dial, La venganza será terrible, de Alejandro Dolina, sobre quien Apo tampoco ahorra elogios. “Uno de los pocos hombres capaces de mezclar a los dioses griegos con los muchachos de la esquina hablando de mujeres y fútbol, un maestro de la cultura popular”, dice.
En la producción lo acompañará su hija, Paula Rutschi, quien ya cubría sus espaldas en La casa invita. “Esto es difundir el placer de la lectura”, plantea Apo. “La gente se mete en las historias que los grandes escritores de todos los tiempos nos transmiten, en esos climas que van del suspenso al amor fatal o una reflexión al atardecer”, explica. Apo confía en dar vida a la radio de climas que lo formó y que ama. Lo que llama “la radio artesanal de toda la vida”.
“Yo escuchaba al más grande hacedor de climas de radio que fue el peruano Hugo Guerrero Martineiz”, recuerda. “Hizo el mejor programa de radio de todos los tiempos que yo escuché, que fue El show del minuto. Después me marcaron los grandes conductores de la etapa donde dominaba Rivadavia: (Héctor) Larrea, (Antonio) Carrizo, (Cacho) Fontana. Yo trato de transmitir esa radio de climas”, afirma. Tampoco es que la evolución de la radio le disguste, aclara. “No soy tan crítico de la radio de hoy, aunque evidentemente cambió mucho, fruto de todo lo que han hecho desde Metro, Rock&Pop, toda esta radio, pero lo artesanal siempre está y yo creo ser una especie de sobreviviente y la gente me acompaña”.
Tampoco será un relato de una hora entera. También habrá música, anticipa a Página/12. Una buena cuota de rock nacional (Charly, Spinetta y más, señala), pero también “una mezcla rara de Rubén Juárez, Barenboim, Santana y Piazzolla”. La estructura que tiene en mente también incluye alguna editorial, posibles entrevistas y charlas. Y ya no irá grabado, como su columna, sino en vivo. “Esta estructura es la que yo usé en otras radios y me dio placer. Me completa, porque es contar una historia. A veces contar cómo llegó a mí ese cuento, y eso tiene que ver con mi locura por la lectura, y más en tiempos como los que atravesamos”, desarrolla. “Yo soy un hombre al que le cuesta, como a todos, el encierro, pero lo completo con mi tendencia eterna a leer”.
-¿Qué rol te parece que tiene o puede cumplir en la radio tu programa?
-Creo que la esencia de la radio es acompañar a los solitarios. Yo soy fanático de la radio artesanal, la radio de climas. Es una radio que ha cambiado mucho, ha evolucionado, tiene cosas positivas y otras que me alejan, pero sigue siendo imbatible.
-Te definís como hombre de radio, pero también hacés mucha televisión.
-Hice televisión, pero con 46 años de profesión, desde el ‘74, todo lo que yo construí, lo construí en la radio. Y debo ser de los pocos periodistas deportivos que prefieren la radio a la tele. Siempre digo que al reparto de caras llegué tarde, y al reparto de voces llegué temprano. Yo he ganado y vivido mucho más, compartiendo las alternativas históricas de la radio. Me siento muy saludado por la gente como alguien que trabaja en medios radiales desde los 19. Me parece exagerado ese reconocimiento, porque para mí uno de los orgullos más grandes es que soy el comentarista del más grande relator del planeta y sus alrededores, que es Víctor Hugo Morales. Y después puedo hacer un programa como este de ahora, de contar nuestras historias.
-¿Qué historias te interesa contar ahora?
-Puede ser un cuento de fútbol con otro de Bradbury, meterme en el mundo de Cortázar, Borges, Abelardo Castillo o (Guy de) Maupassant. Rescatar una reflexión de Federico Luppi, o de Rodolfo Ranni. Y charlar con alguien que escribe cuentos o urde historias ahora. Para mí es un programa de placer. A veces para que los futboleros no me chiflen, meto un cuento de Fontanarrosa o Soriano y ahí se quedan todos tranquilos.
-En la radio actual tiene más peso el fútbol que la literatura, ¿cómo metiste las letras, si a estabas instaladísimo con el fútbol?
-Porque yo lo agregué en mi trayectoria, cuando con Víctor Hugo empezamos a meter algún poema. Cuando me convoca para Todo con afecto, en Radio Nacional. Ahí fui agregando eso hasta que Víctor Hugo me planteó, al volver a Continental, que la radio no quería transmitir partidos, sino dar información, y que inventara un programa de verano para el receso del fútbol. Y yo pensé un programa para mis ídolos: hablar de ellos y con ellos, los jugadores que yo admiraba, y agregué algún cuento de fútbol. Que eran de Fontanarrosa, en general ,porque en ese momento no había tantos como ahora, que por suerte hay mucha literatura futbolera. ¡Mi vieja dice que es por mí, te imginás! Y la gente enganchó con las historias de viejos jugadores y anécdotas. En algún momento en la radio me pasaron a la noche y elegí hacer un cuento de Cortázar y en lugar de la palabra de Passarella, la de Darío Grandinetti. Y así construí el modelo que voy a aplicar ahora y que ya está chequeado, la gente ya lo aceptó. Acompañar con una historia es como la gente ya escuchaba la radio.