Alentados por la lluvia, una invasión de mosquitos inundó los parques, las casas y las calles de Buenos Aires. Según afirman especialistas en biología, se trata del "mosquito charquero", un insecto silvestre que pica con intensidad. "Es una especie particularmente agresiva, que no se retira hasta no haber picado a la persona", señaló a Página/12 Victoria Micieli, bióloga e investigadora del Conicet. Autoridades de la Provincia y Ciudad de Buenos Aires descartaron la fumigación y aseguraron que "no existe un riesgo de salud pública" por el fenómeno, ya que no transmite ninguna de las enfermedades --zika, dengue y fiebre chikungunya-- vinculadas con estos insectos. También alentaron a la población a "tomar dimensión del problema y prevenir los criaderos domésticos" donde se desarrolla otro mosquito, el Aedes Aegypti, que transmite el virus del dengue.

"Este es un mosquito silvestre, que los investigadores llamamos mosquito charquero porque depositan los huevos en los charcos, cuando se achican, o lugares húmedos, de barro", explicó Micieli. Una vez que los depositan, los huevos resisten más de un año, incluso en condiciones de sequía. Mientras no llueva la hembra sigue poniendo huevos, y cuando viene el agua, eclosionan todos juntos. "La hembra necesita sangre para alimentarse y volver a poner huevos. En principio prefiere a los animales, pero si no le alcanza migra en busca espacios urbanos", señaló la doctora en Ciencias Naturales y Biología, y aclaró que "mientras estén vivas, tienen hasta cuatro ciclos de alimentación".

Aunque esta especie de mosquito vive más de un mes, la invasión podría terminar antes porque las hembras van a buscar lugares para depositar sus huevos. "No descarto que puedan criarse en la ciudad", advirtó Micieli y agregó que "la diferencia con el mosquito del dengue, que se desarrolla en recipientes artificiales, es que no podemos acceder a los sitios de cría, por lo que el fenómeno es inevitable". Además, sus huevos son tan resistentes que sobreviven a temperaturas altas y bajas, hasta diez grados bajo cero.

En cuanto a los espacios, el Aedes Albifasciatus crece en superficies inundables -charcos, zanjas- y prefiere los lugares con vegetación, donde se protege de las altas temperaturas. "Al igual que el Aegypti, es un mosquito diurno, y la hora más crítica es entre las cinco y las siete de la tarde, donde se pueden ver nubes de mosquitos, que son los machos que forman enjambres para recibir a la hembra", remarcó Micieli. Si bien ahora la invasión se posó sobre Buenos Aires, la especialista aseguró que es una especie presente en todas las zonas del país. "En Mendoza y en el Alto Valle de Río Negro suele traer complicaciones para la cosecha en la producción agrícola", señaló la investigadora y aclaró que "la ventaja es que no es vector de agentes patogénicos". Solo las personas alérgicas deben establecer cuidados más rigurosos al momento de salir de sus casas: llevar repelente, cubrirse la mayor parte del cuerpo y evitar los parques o zonas de mucha vegetación.

El foco en la prevención

El fuerte brote de dengue que se expandió por el país el año pasado dejó una alerta en la población, que se encendió con la llegada de la plaga de mosquitos. Si bien no se trata del Aedes Aegypti, las autoridades de Salud del Gobierno provincial y porteño remarcaron la importancia de la prevención. "Al mosquito del dengue lo criamos en nuestras casas. Con prácticas sencillas, podemos evitarlo", advirtió a este diario Andrea Jait, a cargo de la Dirección provincial de Epidemiología, Prevención y Promoción de la Salud, y explicó que "la fumigación no es un mecanismo efectivo porque ataca únicamente a los mosquitos adultos y deja un pasivo ambiental".

En la misma línea se sostuvo Julian Antman, epidemiólogo del Ministerio de Salud porteño, que aseguró que "no se registraron casos de dengue en la Ciudad este año, pero no por eso tenemos que estar tranquilos", y recomendó "evitar los platos porta macetas, cepillar las paredes de los recipientes que contuvieron agua, lavar los bebederos de las mascotas y eliminar todos los recipientes que puedan juntar agua". Según el último informe de vigilancia epidemiológica de la Provincia de Buenos Aires, en 2020 hubieron 5.818 casos confirmados, mientras que este año hay 433 casos sospechosos que continúan en estudio. "Es una enfermedad con potencial epidémico en una provincia de clima templado como es la nuestra", señaló Jait y recordó que "hasta abril estamos en temporada de dengue y todos podemos evitarlo".