Volvió el fútbol pero sus males siguen ahí, agazapados. Nunca se van. Cuando rueda, la pelota tiene un efecto balsámico que los disimula. También porque los hinchas renuevan sus sueños que, según Freud –léase su breve “El porvenir de una ilusión” (1927)- se asemejan casi a una creencia religiosa que nos hace interpelarnos sobre el futuro. El futuro del fútbol, en este caso. En él conviven Las pasiones y los intereses, parafraseando al célebre libro del economista Albert Hirschman sobre dos cuestiones que viven en tensión permanente. Si 2020 terminó en modo pandemia, 2021 sigue igual. La razón, entonces, entra a jugar contra la ilusión entendida como la búsqueda de un deseo (y otra vez nos interroga el padre del Psicoánalisis). Este cronista admite que sabe muy poco de la materia pero tiene un hijo psicólogo del que aprendió algunas cosas. Una profesión que es más demandada y consultada por los medios –como sucede a menudo– cuando un jugador se suicida, como pasó en esta semana que termina con Santiago el Morro García. Una noticia muy dolorosa entre muchas otras.
La propia existencia volvió a ser un tema dominante en el fútbol por la muerte del delantero uruguayo. Pero sus problemas políticos, económicos, organizativos y hasta las denuncias por abuso sexual contra futbolistas que se repiten, pasaron a segundo plano. Comprenden un todo que cuando la pelota corre de nuevo, se olvida. El regreso del torneo más importante –ya volverán los otros por orden de aparición– congela el interés sobre las cuestiones más estructurales, indispensables para un previsible y menos contaminado desarrollo del juego. Para un entorno más saludable.
No pareció importar tanto el desatino de la AFA cuando propuso el regreso de los hinchas a las canchas mientras el virus sigue causando estragos. Ni que su conducción ejercida por Claudio "Chiqui" Tapia penda de un hilo muy delgado porque su convalidación depende de la Inspección General de Justicia. Tampoco se sabe por qué el gobierno demora la aprobación de la aceptación o el rechazo a la fusión entre Disney y Fox que determinará el futuro de los derechos de TV. O por qué el empresario más ominpresente y poderoso de los últimos años, continúa engrosando su colección de clubes. En la semana que pasó se informó oficialmente su desembarco en Ferro. Las enflaquecidas economías de nuestras sociedades civiles sin fines de lucro provocan de vez en cuando que aparezca un Christian Bragarnik dispuesto a convertirse en un financista que al final se cobrará la cuenta con creces.
La AFA incurrió en un acto fallido por el cual avanzó y retrocedió cuando percibió que no había tenido buena recepción en el gobierno nacional. Les pidió por carta a los gobernadores de las provincias cuyos equipos juegan la Copa de la Liga, Axel Kicillof (Buenos Aires), Rodolfo Suárez (Mendoza), Gustavo Bordet (Entre Ríos), Gerardo Zamora (Santiago del Estero), Juan Manzur (Tucumán) y Juan Schiaretti (Córdoba) que los socios e hinchas pudieran volver a los estadios con un cupo de hasta el 33 % de su capacidad y bajo determinados protocolos.
La idea rápidamente se desinfló ante la resistencia que generaba en el gobierno. Y Tapia volvió a disciplinarse con la Casa Rosada aunque había buscado la aprobación del jefe de Gabinete de Ministros del Ministerio de Justicia y Seguridad de la Ciudad de Buenos Aires, Gustavo Coria. Se reunió primero con él y después con los presidentes de Boca y River, Jorge Amor Ameal y Rodolfo D’Onofrio el lunes 8. Frustrada la puesta en escena, con un comunicado difundido durante la última semana, Tapia anunció que redoblaba el compromiso con los clubes afiliados y además recordó que en la asociación que preside “se cuidaron, aproximadamente, 40.000 puestos de trabajo directos e indirectos que genera la industria del fútbol en la República Argentina”.
El mismo comité ejecutivo de la AFA hoy tiene un status jurídico precario porque sus integrantes no están firmes en los cargos. La elección virtual en que fue reelegido Tapia en mayo pasado con una lista única integrada por seis vicepresidentes y dieciséis dirigentes más que completaron las autoridades por el período 2021-2025, no fue todavía convalidada por la IGJ. Su mandato debía finalizar en octubre de 2021. Lo prueba un hecho muy gráfico: su propio boletín oficial 5957 del 11 de febrero. Consta en actas que el “doctor Daniel Angelici” se ausentó con aviso a la reunión de ese día como lo viene haciendo desde que se alejó de la presidencia de Boca. Como se sabe, no está más, pero está. Los comicios que se habían adelantado para desplazarlo en 2020 no le movieron el amperímetro. Nunca renunció a la vicepresidencia 1° porque según sus propias palabras “no quería dejarle la AFA a Tapia y Moyano”, algo que en definitiva ocurrió aunque bajo una precariedad en la que muchos nisiquiera repararon.
“Estamos en el aire, el nuevo comité ejecutivo elegido en mayo no asumió, no está vigente porque todavía no lo avaló la IGJ” le confesó uno de sus integrantes a Página/12. Angelici había apelado a una chicana jurídica para sostener su continuidad sin presentarse a las reuniones: que el estatuto de la AFA antes de modificarse les otorgaba los cargos más altos a los dirigentes elegidos y no a sus clubes. Pero eso ya no corre más. El ex presidente boquense si no renuncia, impide que lo reemplace el presidente actual de la institución: Jorge Amor Ameal.
Otra cuestión pendiente y que podría desembocar en un conflicto de intereses está en manos del gobierno de Alberto Fernández. Se originó cuando Disney –la propietaria de ESPN– adquirió a Fox. Esa posición dominante en el mercado derivó en la fusión de ambas cadenas que terminó en la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia dependiente de la Secretaría de Comercio del Ministerio de Producción. Aunque la última palabra la tendría el presidente y la Justicia todavía debe decidir sobre medidas cautelares presentadas por las partes, el final del conflicto es incierto. El acuerdo por 45 millones de dólares que firmó Tapia con el presidente de The Walt Disney Company Latin America, Diego Lerner (un empresario cercano a Mauricio Macri) se extiende hasta 2030 y excede en cinco años el mandato de aquel en la AFA.
La semana en que retornó el fútbol también se completó con la operación entre Ferro y el empresario Bragarnik, un hombre que coloca y saca jugadores y técnicos con asombrosa facilidad en el mercado local e internacional. Reparte sus intereses entre Defensa y Justicia, Elche de España y Unión La Calera de Chile, sin contar otros clubes donde su presencia es más difusa. En Ferro un grupo de socios autoconvocados pidió explicaciones. El Foro Social del Deporte acompañó esa inquietud con un comunicado titulado “La Pasión No se Negocia” en el que le pidieron al presidente del club, Daniel Pandolfi “no avanzar con la propuesta ya que los objetivos buscados en el mencionado convenio son una función indelegable de los directivos elegicdos democráticamente por los socios, dejándola en manos de quienes tienen un fin lucrativo en detrimento de las arcas del club”.
El fútbol es mucho más que una pelota lanzada a rodar. Las reglas del nuestro cambian todo el tiempo. Se dan torneos largos, torneos cortos, con descensos y sin descensos, con promedios y sin ellos, con amnistías para jugadores sancionados –los dirigentes viven en indulto perpetuo- y nuevas medidas que pueden tomarse a mitad de un campeonato aunque haya comenzado con un reglamento diferente. La desorganización está naturalizada. De eso se habla poco o no se habla. El show debe continuar para “enfermarnos o curarnos” diría el adelantado Dante Panzeri.