La agenda medioambiental a nivel global retomó con fuerza un tema que tuvo un auge en la década del 90 y después de algún modo perdió interés: el reciclado. Ahora el concepto se complejizó y consiste en la idea de la “economía circular”, en contraposición a la “economía lineal” que siempre caracterizó al capitalismo. A diferencia el reciclado, pone el foco menos en los consumidores y más en el rol de las empresas y el desarrollo de productos duraderos cuyos materiales sean capaces de soportar la reutilización. A nivel nacional, hay algunas iniciativas en danza pero el punto de partida es muy bajo.
En el marco de la última reunión regional de ministros de Medio Ambiente de la región, de la cual participó el titular de la cartera nacional, Juan Cabandié, se lanzó la "Coalición de Economía Circular" coordinada por el programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). “El sector financiero y los responsables de políticas públicas tienen un papel central que desempeñar para abandonar el crecimiento lineal e integrar la circularidad en las finanzas y nuestras economías", dijo Inger Andersen del PNUMA.
La OCDE calcula que en la actualidad se extraen globalmente 100 mil millones de toneladas de recursos naturales para la producción anual, lo cual triplica a la cantidad que se extraía en 1970. Alrededor de la mitad de los materiales utilizados son minerales no metálicos, usados mayormente en el sector de la construcción, seguido por una cuarta parte que corresponde a biomasa y el resto combustibles fósiles y metales. A este ritmo de producción, consumo y descarte, para 2060 el uso anual de materiales sería de 313 mil millones de toneladas, más del triple del número actual.
Al igual que la riqueza, la basura está distribuida de forma inequitativa. Mientras que los países de altos ingresos representan una sexta parte de la población mundial, generan más de un tercio de la basura global.
En el Congreso
En la Argentina, la separación en origen sigue siendo muy débil y la tarea de recuperación y diferenciación de residuos está concentrada en el trabajo de los recuperadores urbanos. Atilio Savino, ex secretario de Ambiente de la Nación y actual presidente de la Asociación Internacional de Residuos Sólidos, explicó a este diario que “el concepto básico de la economía circular es tratar de reproducir lo que se da el metabolismo biológico que se da en la naturaleza. Entonces es diseñar los productos para que una vez consumidos sean una materia prima secundaria de un nuevo proceso. Claro que esto tiene un límite, porque el rendimiento del material reutilizado va bajando. El cerebro de la economía circular es el diseño y el reciclado es ineludible”.
Una de las iniciativas apoyada en la economía circular es el proyecto de ley que fija presupuestos mínimos de protección ambiental para la regulación, reducción, sustitución y prohibición de manera gradual de productos plásticos de un solo uso. El proyecto tiene dictamen de comisión de Recursos Naturales pero resta el visto bueno de las comisiones de Industria y Presupuesto y Hacienda.
En tanto, en el Senado anda dando vueltas el proyecto de Ley de Presupuestos Mínimos de Gestión Ambiental de Envases y Envases Post-Consumo, que en 2018 fue debatido en comisión de Diputados y buscaba atribiur responsabilidad a las empresas productores por los desechos.
Responsabilidad extendida
La idea de la política de responsabilidad extendida en la producción es que el fabricante de un producto sea responsable de la recolección y disposición de sus residuos y de los productos desechados. Como esta medida tiene incidencia en el precio final, las empresas compiten para la prevención en la generación de desechos e impulsen el reciclado y la reutilización de los productos, en lugar de que terminen en un basurero. La cara negativa de esta medida es el encarecimiento de los productos.
En los Estados Unidos, la política de responsabilidad extendida se aplica mayormente en casos de residuos peligrosos, como algunos electrónicos, alfombras, residuos médicos, pinturas, colchones y baterías. Se trata de regulaciones estaduales, ya que no hay una ley federal al respecto. En un sentido parecido opera la resolución ministerial de 2013 que define un esquema de responsabilidad extendida en el caso de los neumáticos, pero que casi no tiene aplicación.
También hay grandes compañías que ofrecen a los consumidores desechar sus productos en las propias tiendas a cambio de un bono para la compra de un nuevo artículo, como es el caso de Apple y la marca de ropa The North Face.
Según las cifras oficiales, en la Unión Europea el promedio actual de reciclado es del 39 por ciento y el objetivo es para 2030 llevarlo al 65 por ciento en el caso de los residuos municipales y 75 por ciento en el reciclado del packaging. Una de las claves es la separación de la basura en los hogares y las redes logísticas inversas (desde el hogar hacia la fábrica), pero también la eficiencia y durabilidad de los productos y su fácil desarmado y reparación. Otras iniciativas de políticas públicas se relacionan a las compras sustentables por parte del Estado, la generación de indicadores de uso de materia virgen en los productos, impuestos sobre el uso del plástico virgen, exenciones fiscales para la reutilización de materiales y para la reparación.
Electrónica, ropa, química y agricultura
Hay determinados sectores de la economía que tienen mayores posibilidades de circularidad. Por ejemplo, la industria del packaging es responsable por costos estimados de 40 mil millones de dólares a causa del descarte de productos. En el caso de los alimentos, se calcula que un tercio se pierde en la cadena de producción o directamente se tira a la basura, lo cual equivale a pérdidas de eficiencia por mil millones de dólares por año.
En los electrónicos, otro sector clave, el gran desafío en la reutilización es el manejo de sustancias peligrosas como plomo, cadmio, mercurio y estaño. En el caso del sector de la construcción, los organismos internacionales sugieren la búsqueda de materiales más ligeros, la utilización de más madera, menos cemento e impulsar la restauración de edificios en lugar de la demolición, construcción de edificios con materiales reutilizados.
Otro rubro apuntado es la ropa, que produce el 20 por ciento de los residuos líquidos a nivel global y emite el 10 por ciento de los gases de efecto invernadero. Desde el año 2000, el consumo de ropa se duplicó y apenas el 1 por ciento de los textiles se reciclan.