Dana Hernández, la dirigenta más joven en la historia de Temperley, tiene un recorrido futbolero que comenzó cuando se hizo hincha del club a través del legado de su papá, cuando se rateaba de la escuela para viajar a alentar al equipo, cuando se hizo socia y comenzó a participar en la vida política del club. Ahora todo eso pasa en fast forward, pero Hernández también fue jefa de prensa y coordinadora educativa de la pensión. El domingo pasado, a los 30 años, se convirtió en prosecretaria administrativa en una lista, la oficialista encabezada por Martín Vila, que, contra lo que suele suceder, cumplió con el cupo y contó con otras nueve compañeras.
Hoy apunta a modificar cuestiones, desde su nueva función: “Los clubes son el último bastión que tiene el machismo. Apostamos a transformar y a deconstruir. Y a que Temperley sea un modelo para que otros clubes se sumen a los avances que ya se están dando en la sociedad”.
-¿Por qué decís que el fútbol es el último reducto del machismo?
-Es el nicho de resistencia de cuestiones que tienen que ver con el conservadurismo. Algunos dicen: “Que acá las minas no vengan a joder”. Desconocen que la masa societaria está integrada por muchas que no solo hacen deporte sino que son parte de la vida institucional, política y deportiva del club. Si tenemos mujeres en todas las áreas, ¿por qué no traducir eso en representación concreta?
-¿Pensás hacer un aporte desde esa perspectiva?
-Mi militancia tiene que ver con lo colectivo. La idea era abrir el camino y sembrar cierta apertura de lugares para las compañeras que vienen detrás. El mundo es desigual y difícil, el machismo existe, las dificultades que implica ser mujer están a la vista. Esperamos que esto sea un antes y un después no sólo para Temperley sino para un montón de clubes.
-La política de los clubes está integrada en su inmensa mayoría por varones. Podemos decir que “la rosca” es de ellos.
-A las mujeres se les cuestionan todos los lugares. Hasta practicar deporte. Fútbol, por ejemplo. A la mujer que iba a la cancha se la consideraba extraña. La opinión de la mujer para muchos no vale nada. Hasta hace un tiempo el número de mujeres en comisiones directivas de clubes afiliados a AFA era del 9 por ciento. Pero vamos avanzando con gestiones que integran compañeras, como en San Lorenzo, Lanús y Banfield. Hay que apropiarse de los espacios, pensar proyectos.
El 20 de diciembre de 1995, Edith Pecorelli ganó las elecciones en Temperley (gestionado por la Justicia por la quiebra desde 1991) por el 62 por ciento de los votos. Dana Hernández tenía 4 años. Hoy, a la distancia, cuenta que cuando tomó noción de lo que había hecho Pecorelli sintió orgullo: “¡Qué ovarios tuvo! Yo era chica, obviamente no me asumía como feminista, pero qué luchadora Edith. Fue un ejemplo. Creo que aquello, que contó con la Comisión de Apoyo, integrada por muchas mujeres históricas que luego fueron parte de la Comisión Directiva que presidió Edith, fue la posibilidad concreta de que las mujeres podemos hacer cualquier cosa”, dice.
-¿Pensás que vos podés ser eso para muchas jóvenes?
-Sí, todo esto es combustible de otros sueños.
-¿Cuál es tu posición sobre el cupo para mujeres?
-Si lo estamos incluyendo en la Ley Federal del Deporte es porque hay una dificultad y hay que garantizar el acceso. Puede haber mujeres más capacitadas y sin embargo no llegar. Hay clubes que dicen que no van poner mujeres por poner. Obviamente que capacitadas van a ser mejores dirigentas. Así como también es cierto que a los varones que ocupan esos lugares no se les pide esa capacitación. Formemos dirigentas, que es lo que intentamos a hacer desde el área de género del club, entre muchas otras cosas.
-¿De qué manera?
-Armamos un espacio de encuentro, debate y formación, una puerta de entrada. En principio se llamaba Departamento de la Mujer, pero decidimos modificarlo, que no excluyera a ninguna identidad. Hay toda una generación de mujeres y de pibas que crecen sin visualizar que ser dirigenta es un camino posible.
-¿Desde ahí hacen actividades?
-Tenemos una campaña de gestión menstrual, hicimos cinco entregas grandes. Y mirá vos, muchas de las donaciones vinieron de varones. Nuestro laburo no sólo contiene a las compañeras sino que les abre la cabeza a los socios y a los hinchas sobre que hay otros clubes posibles, que se puede vivir de otra manera mucho más diversa y justa.
-¿Y ahora, cuáles son los objetivos en tu nuevo cargo?
-Laburar la perspectiva de género en la comunicación porque lo que no se nombra no existe. Ir desde cuestiones chiquitas, desde que el carnet diga socia; seguir fortaleciendo el área de género. Que el departamento de deporte amateur incluya un proyecto que tenga que ver con el fútbol femenino para poder oficializarlo como una actividad propia del club. El feminismo está en agenda. Pero ojo, que no nos usen para vender humo, esperamos que las conquistas sean reales y se traduzcan en cambios materiales.
-Hay una mirada que pone a la política en el lugar de lo sucio, lo feo, lo malo. Que alguien joven sea dirigenta de un club, ¿contribuye a cambiar esa posición?
-La política es la herramienta transformadora por excelencia. Hay que sacarle la carga negativa. Cuando queremos mejorar la calidad de vida de las compañeras hacemos política. Lo personal es político, perdamos el rechazo a la palabra que con nuestras acciones, grandes o pequeñas, estamos transformando el mundo. Invito a todos y todas a que construyamos una sociedad más linda de la que tenemos también desde nuestros clubes.