Entre cinco y siete personas irrumpieron ayer en una casa lindera a la empresa de caudales Brinks, hicieron un boquete en la pared y se llevaron el botín. "No eran ningunos improvisados", dijo Guillermo, un docente jubilado al que sorprendieron los sujetos el lunes a la noche, en su casa de Presidente Roca al 2700. Allí estaba con su hermano, sus hijas y su nieto de ocho años. Todos fueron llevados a una habitación, donde los ataron con diferentes elementos y empezaron a romper la pared que les abrió paso a la empresa transportadora de caudales. El propietario aseguró que no ejercieron violencia.

Antes de ponerse a trabajar, dos hombres llegaron con gorras y barbijos para no ser reconocidos y usaron guantes para no dejar huellas, según se indicó. Con alambres, precintos plásticos y esposas, inmovilizaron a los cinco integrantes de la familia. "Hicieron inteligencia, sabían los movimientos, que yo vivo acá con mi hermano. Cuando llegaron los primeros dos nos explicaron lo que iban a hacer y nos dijeron que no iban a tocar nada nuestro, que nos portemos bien. Después entraron otros más. Habrán sido entre cinco y siete en total", relató el hombre de 62 años. 

La causa quedó a cargo del fiscal de la Unidad de Flagrancia Rodrigo Urruticoechea, quien trabaja en el caso, para intentar dar con los autores del hecho. El relato de Guillermo estremece. "Todo terminó como esperaba: sin violencia", dijo. "Habrán sido a las 9 de la noche cuando llegaron dos personas y nos explicaron que la cosa no era con nosotros, que no iban a tocar nada, incluso dejaron mi billetera que tenía dos mil pesos. Nos dijeron que nos portemos bien, nos llevaron a una pieza y uno de ellos nos controlaba. Tenían armas pero nunca nos intimidaron con eso", señaló el hombre.

Además, Guillermo relató que fueron poco más de tres horas, pero que para ellos fue una eternidad. "Habrá sido de las 9 a las 12 y pico de la noche. Consiguieron su objetivo y se fueron. Cuando terminaron escuchamos que arrastraban bolsas". 

Apenas pudieron soltarse de los elementos que los sujetaban a la cama de dos plazas, salieron a la calle. "Paramos un taxi y el taxista llamó a la policía. Llegaron y estuvieron hasta las 5 de la mañana trabajando en casa."