El sacerdote argentino Pedro Opeka, que trabaja junto a los pobres en la isla de Madagascar, quedó entre los candidatos al Premio Nobel de la Paz 2021. Su candidatura fue formalizada por Janez Jansa, el primer ministro de Eslovenia (donde nacieron los padres de Opeka), quien anunció que lo hace porque Opeka se dedica a "ayudar a las personas que viven en condiciones de vida espantosas".
Otros candidatos al Nobel son la Organización Mundial de la Salud, la activista sueca Greta Thunberg, el opositor ruso Alexander Navalny y el movimiento Black Lives Matter. El sacerdote argentino ya había sido candidateado al Nobel en 2012.
Opeka nació en General San Martín en 1948 y se instaló en la isla africana, ex colonia francesa, en 1976, después de cursar el seminario en San Miguel y haber seguido sus estudios en Europa, antes de llegar como misionero a Madagascar.
"Si están dispuestos a trabajar, yo los voy a ayudar", les dijo a quienes vivían en casas de cartón junto al basurero municipal de Antananarivo, la capital. Desde entonces ayudó a edificar casas y escuelas, así como emprendimientos productivos. En 1989 vio la luz la asociación Akamasoa, que quiere decir "Buen amigo". A través de esa institución, se crearon 4 mil viviendas, un hospital y se pudo educar a unos 13 mil jóvenes.
El cura Opeka tuvo un compañero en la carrera de Teología, llamado Jorge Mario Bergoglio. Convertido en Papa Francisco, visitó Madagascar en septiembre de 2019 y se reencontró con Opeka en la "Ciudad de la Amistad" que Opeka creó sobre un basurero.
En una entrevista con PáginaI12 en 2003, Opeka contó como entró en confianza con los nativos. “Me metí a jugar al fútbol con la gente. Los domingos después de misa me venían a buscar para llevarme a la cancha. Y jugaba con ellos. Eso los sorprendió muchísimo. ¿Qué hacía un blanco jugando con un negro?, se preguntaban. Ahí nació una nueva imagen: corriendo estábamos de igual a igual, con las mismas chances. Y hasta me convertí en goleador del equipo".
También destacó que su obra solidaria se financia gracias a "redes de amigos que juntan donaciones" desde Francia y México y señaló que "también recibimos ayuda de España y Eslovenia". Apuntó por qué no pudo sumar a la Argentina a su red hasta ese momento: "Unos familiares y amigos quisieron hacerlo, formar una ONG, pero justo vino el corralito y todo el esfuerzo quedó en la nada. Sé que lo importante para eso es difundir todo este trabajo. Yo al principio no estaba muy entusiasmado con los periodistas que venían a ver la obra. Una vez vinieron de Paris Match y yo dije, uh, Paris Match. Pero unos amigos de Médicos sin Frontera que me ayudaban me decían, tenés que contar por todos lados lo que estás haciendo".