“Puede que paulatinamente las cosas están cambiando, pero la tendencia en publicidad de productos cosméticos aún promueve un estándar de belleza cisgénero que glorifica la juventud y la piel blanca. Ese es el ‘ideal’ que queremos desafiar con nuestra iniciativa”, se plantan la fotógrafa Julia Comita y la maquilladora Brenna Drury, ambas estadounidenses, reconocidas en sus respectivos rubros, creadoras del flamante Prim 'n Poppin'. Un proyecto que recupera la estética publicitaria de la industria beauty de los 70s (“ese sueño pastel”) pero, lejos de replicarla, la reinventa “sin sus mensajes subyacentes de marginación y exclusión”. “¿Cómo sería la sociedad hoy si aquellos avisos clásicos hubiesen presentado modelos étnicamente diversos y LGBTQ+?”, interroga la dupla, que propone una campaña ficticia de esmaltes, rímel, sombras de ojos y labiales en estilo deliberadamente old-school, “con sus tonos brillantes y esas sonrisas cursis”, actualizadas -claro está- “en clave inclusiva, en pos de recordar qué historias podrían haberse contado, qué historias aún se pueden contar”.

“Estamos pidiendo a las grandes marcas que den un paso al frente y asuman la responsabilidad de sus elecciones de casting, publicidad y marketing”, destacan Comita y Drury, a la par que arengan a sus compañeros creativos a comprometerse a generar imágenes comerciales -que son vistas por millones de personas- con impacto genuinamente positivo. “Claro que nos sigue preocupando la falta de diversidad que devuelven los visuales del universo de la cosmética”, reconocen. “Los avisos de la industria beauty siempre han invitado a la fantasía y el lujo, pero gran parte de la gente no estaba invitada a participar del escapismo y sus infinitas aventuras”, se indignan sobre un mundillo que tercamente se ha mantenido rígido durante décadas.

En la web de Prim ‘n Poppin’ no solo pueden encontrarse los ficcionales avisos, deliberadamente retro, de la campaña: también hay interviús a sus modelos, elenco decididamente variopinto, disidencias de distintos orígenes étnicos que relatan en primera persona pareceres y experiencias. Dicen Comita y Drury que tienen planes de seguir expandiendo la serie pronto, retratando a personas de todas las edades, géneros, formas corporales, etcétera. De momento se autofinancian, pero están buscando fondos que ayuden a mantener el proyecto a flote. Y su lema en alto: “¿Quién dijo que el activismo no puede ser glamoroso?”

Más en https://www.prim-poppin.com/