Desde Roma
Pese a los esfuerzos de algunos países y sobre todo de las organizaciones internacionales, la cantidad de personas que en el mundo sufren hambre ha aumentado, especialmente aquellos que padecen la llamada “inseguridad alimentaria severa”, es decir aquellas poblaciones que están pasando por una disminución drástica del acceso a los alimentos debido a riesgos ambientales o sociales, a conflictos o a una reducida capacidad de respuesta a la crisis. Así, de los 80 millones de personas que en 2015 vivían en estas condiciones, en 2016 se pasó a 108 millones según el Informe Mundial sobre Crisis Alimentaria 2017 elaborado, entre otros, por la FAO (Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, el PMA (Programa Mundial de Alimentos) y la Unión Europea. En 2015, cifras oficiales de la ONU habían indicado un total de 795 millones de personas que sufrían hambre en el mundo.
Al aumento de personas en “inseguridad alimentaria severa” producido en 2016 se agrega otro dato más alarmante todavía: según el informe, 9 de cada 10 países de los que padecen crisis alimentarias, están viviendo graves conflictos civiles. “El aumento en el número de personas que se estima están viviendo una aguda crisis de inseguridad alimentaria es debido mayormente a prolongados conflictos y a prolongados efectos de distintos desastres naturales. La intensidad de esa crisis se ha hecho más evidente porque en los años precedentes, esa misma gente no había estado en condiciones de responder a los problemas que se le presentaban”, dijo en una entrevista con PáginaI12, Lavinia Antonaci, experta en Seguridad Alimentaria y Análisis de Resiliencia de la FAO. Lavinia Antonaci estudió Relaciones Internacionales en la Metropolitan University de Londres y luego se especializó en Seguridad Alimentaria y Desarrollo Humanitario en la Universidad Roma Tre de la capital italiana.
–Según el informe hay una estrecha relación entre los conflictos armados y la crisis alimentaria que viven esos pueblos. ¿Cuáles son los países en peores condiciones en este sentido?
–Los países que se encuentran en peores condiciones en 2017 son cuatro que están a riesgo de hambrunas o ya la están viviendo. Todos ellos están viviendo conflictos civiles y tienen los más altos porcentajes de gente en inseguridad alimentaria. Esos países son Yemen, el norte de Nigeria, Sudán del Sur y Somalia. Yemen tiene un conflicto civil desde hace años y en 2016 el 51% de la población padecía severa inseguridad alimentaria. En febrero de este año se demostró que ese porcentaje había llegado al 60% lo que significa 17 millones de personas en crisis alimentaria y emergencia con el riesgo de hambruna. En el norte de Nigeria las personas a riesgo son 10,9 millones que además viven desde hace años el conflicto desatado por el grupo armado de extremistas islámicos Boko Haram. Sudan del Sur también tiene un conflicto armado desde hace décadas , que llevó incluso a la separación de Sudán, y en el país hay 4,9 millones de personas que viven una aguda inseguridad alimentaria. Somalía vive una trágica combinación de conflictos y sequías que la afectaron en 2015 y 2016 y tiene 2,9 millones de personas en aguda inseguridad alimentaria. Pero además de estos países hay que mencionar también a Siria donde siete millones de personas están pasando por una grave inseguridad alimentaria.
–Y en cuanto a los eventos climáticos que han llevado a crisis alimentarias ¿cuáles fueron en 2016?
–El fenómeno conocido como El Niño (corrientes de aguas cálidas que afectan el océano Pacífico) ha provocado sequías recurrentes en países como Etiopía y Somalia pero también en Malawi, Zimbabwe, Mozambique. También afectó América Central, especialmente Honduras, Guatemala y Nicaragua. La sequía también afectó a Haití, en el Caribe, pero este país sufrió además los efectos del huracán Matthew a fines de 2016.
–América Latina parece en mejores condiciones que África desde el punto de vista de la seguridad alimentaria. ¿Pero cuál es la real situación en aquella región?
–No podemos hablar de toda la región porque no tenemos datos de todos los países como para poder hacer las estimaciones. Aparte de los cuatro países de Centroamérica y el Caribe que hemos mencionado y que fueron incluidos en la lista de los países analizados por el Informe por ser consideradas naciones que necesitaban asistencia externa debido a El Niño y al huracán Matthew, sólo hay estimaciones sobre la seguridad alimentaria realizadas por los gobiernos. El informe en cambio, para poder hacer las estimaciones de inseguridad alimentaria, se ha nutrido de los datos proporcionados por los gobiernos pero también de estadísticas, de informes de los ministerios de agricultura y de las informaciones proporcionadas por las distintas agencias de la ONU como FAO, WFP, Unicef, etc. Pero claro, puede haber países que no estén en condiciones de producir los datos necesarios o que no quieren compartirlos con la ONU pero también puede ser que la ONU no haya tenido la capacidad de ir al país y recoger la información y por eso no han podido ser estudiados.
–En su opinión, ¿qué pueden hacer los gobiernos y la ONU para prevenir las crisis alimentarias?
–Este informe ayuda a comprender cuál es la situación, cuáles son las causas, y eso permitiría encontrar fondos en el momento justo y aplicarlos donde más sean necesarios. Si se ve la situación de la inseguridad alimentaria del año pasado y las previsiones para este año, no hace falta esperar a que la hambruna ataque la población. Es decir antes que el país llegue al altísimos niveles de inseguridad alimentaria, lo que sería una catástrofe como sucedió en Somalia en 2011, se está en condiciones de prevenir lo que va a suceder y evitar que la crisis se transforme en una hambruna.
–Europa está muy preocupada por los importantes flujos migratorios de estos últimos años, sobre todo provenientes de África y Siria. Existe una clara relación entre migraciones y crisis alimentarias...
–El Informe habla de la crisis alimentaria en países en crisis. Y claro, las migraciones provienen también de estos países. Pero como dije antes, el informe ayuda a comprender también las causas principales de todo el fenómeno en cada país, lo que permitiría a los gobiernos y a los entes internacionales tener una idea de lo que se puede hacer en cada caso para reconstruir la capacidad de supervivencia dentro del propio país, por ejemplo promoviendo y financiando ciertos proyectos o actividades.