El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, criticó ayer la “mentalidad de cruzada” de Occidente y defendió el referéndum que reforzó sus poderes, luego de que la oposición denunciara irregularidades y que líderes europeos lo urgieran a reconciliar su país y repensar sus planes de instaurar la pena de muerte.

Las autoridades electorales dijeron que el 51,4 por ciento de los votantes aprobó la reforma constitucional –un 48,6 se opuso–, que convierte la forma de gobierno parlamentaria de Turquía en presidencialista. Es el cambio institucional más importante desde la creación de la república actual, heredera del Imperio otomano. Erdogan, de 63 años y en el poder desde 2003, afirma que concentrar el poder en las manos del presidente es vital para reducir la inestabilidad política en Turquía. 

Pero la estrechez de su victoria tuvo el efecto contrario: aumentó la volatilidad de un país que en los últimos años enfrentó un intento de golpe de Estado, atentados islamistas, un conflicto separatista kurdo, descontento popular y denuncias de la oposición, así como una guerra en la vecina Siria. El resultado dejó al desnudo la grieta entre las clases medias urbanas, que ven su futuro más cercano del devenir europeo, y las clases rurales, más religiosas, que favorecen a Erdogan y lo quieren fuerte.

El mandatario dejó en claro sus intenciones de alejarse de Europa, anunciando incluso planes para restaurar la pena de muerte, lo que pondría fin, de hecho, a décadas de esfuerzo de Turquía de sumarse a la Unión Europea (UE). “La mentalidad de cruzada de Occidente y sus sirvientes aquí en casa nos han atacado”, dijo Erdogan al llegar ayer a Ankara, donde fue recibido por una multitud de seguidores, para presidir una reunión de gabinete. El presidente de Francia, Francois Hollande, advirtió a Erdogan por su parte que la convocatoria de un referéndum para restaurar la pena de muerte en Turquía supondría “una ruptura con los valores y los compromisos” de su gobierno con Europa. 

Más temprano, observadores de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) y del Consejo de Europa consideraron que el referéndum no cumplió con los estándares democráticos mínimos. “El campo de juego no estaba nivelado”, dijo la jefa de la misión de la OSCE, Tana de Zulueta, mientras el líder del equipo del Consejo de Europa, Cezar Florin Pred, dijo que “el referéndum no cumplió con las normas del Consejo” y que los campos del sí y del no “no tuvieron las mismas oportunidades”. Sin embargo, los portavoces de la misión rehusaron pronunciarse sobre si el resultado debe considerarse válido o no. “Está fuera de nuestro mandato decir cuál podría haber sido el resultado sin los defectos observados. Eso lo deberá juzgar la historia”, señaló De Zulueta. 

Erdogan rechazó de plano las objeciones. “Fue la elección más democrática” que se haya visto en algún país occidental, dijo el mandatario ante adherentes a las afueras del Palacio Presidencial, donde agregó que Turquía ignorará los hallazgos de la misión de la OSCE. “¡Primero, aprendan cuál es su lugar! No miraremos ni escucharemos los informes políticamente motivados que preparan”, agregó el líder del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP).