Uno puede quedar fascinado por la música conmovedora de Lulu, abrumado por la belleza del Concierto a la memoria de un ángel, sin saber nada de Alban Berg, quien compuso esas obras, excepto que constituía con Arnold Schoenberg y Anton Webern la segunda escuela de Viena, movimiento artístico decisivo que renovó la creación musical del siglo XX. Adquirir conocimientos iniciales en materia de atonalidad y de dodecafonismo puede dar la impresión de que el imperio de la ignorancia se acrecienta, en tanto que la música es un arte que juega con el significante. Con su libro Alban Berg, el amor o la invención musical, Marie Faucher-Desjardins hace un trabajo de transmisión en ese sentido. Ya conocíamos de ella cierta disposición para articular el arte musical y el discurso analítico, ya que había coordinado el número especial de La causa del deseo dedicado a la música, (“¿Ouï?) “Oid”? Adelante detrás la música”. En esta nueva obra el trabajo de la autora está enmarcado por un prefacio luminoso de Pascal Dusapin y un epílogo inspirado e inspirador de Francois Ansermet, con un enfoque plural.
Su lirismo ha podido otorgarle a Berg la reputación de romántico incorregible, pero Marie Faucher-Desjardins no se detiene en estas categorías, su investigación se centra, en todo caso, sobre lo más singular del compositor. Se basa en sus lecturas lacanianas y muestra numerosos aportes teóricos operatorios, ofreciendo al lector algunos esclarecimientos indispensables para destacar los resortes íntimos en juego en el creador Berg.
La tesis desarrollada en este ensayo consiste en una demostración rigurosa de la función de suplencia que reviste la creación musical en Berg. Los sutiles índices extraídos por la autora de los escritos de Berg y de algunos de sus biógrafos --una relación incierta con la realidad, una forma de vivirse como muerto, la invasión de fenómenos psicosomáticos-- pueden, en efecto, trazar los bordes de una forclusión del Nombre-del–padre.
Sin embargo, el título que ella ha elegido, Alban Berg, el Amor o la invención musical, indica en tal caso que el autor nos lleva más allá de las consideraciones diagnósticas. ¿Es apropiado tomar el amor y sus tormentos como un equivalente de la invención musical en la vida de Berg? ¿Estamos invitados a considerar que la invención musical viene a transmitir un imposible en cuanto al amor? La obra despliega sutilmente esas paradojas y enigmas.
El análisis de Marie Faucher-Desjardins se centra en la cuestión del amor en la vida de Berg. Ella nos habla de su amor doloroso y tortuoso por Helene Nahowski, quien se convertirá y seguirá siendo su esposa, luego de su amor por Hanna Fuchs, que conoció en Praga en 1925, cuando estaba casado con Helene, quien fue para él un encuentro fecundo, a pesar de ser rigurosamente imaginario. Son las cartas de Berg las que explora la autora cuando busca cernir lo real que está en juego en su vida y en su obra, habiendo dejado el compositor una correspondencia muy rica con estas dos mujeres, corespondencia unidireccional, (correspondencia no correspondida), ya que Berg no parece haber tenido, o raramente, alguna respuesta a sus cartas.
Respecto a las cartas a Helen, antes de que ella fuera su esposa, Marie Faucher-Desjardins habla de “ estragos epistolares, desencadenados por la falta insoportable que generaba la ausencia y el silencio de la amada”. Un ejemplo de este imaginario desbordante: “los fantasmas salvajes que estallan en mi espíritu se revuelcan pronto en castillos de aire celestialmente bellos”.
Pero fue a partir de las (cartas) a Hanna Fuchs, a quien Berg escribió de forma enloquecida hasta su muerte en 1935, siendo que rara vez se encontraron y a las que ella probablemente nunca respondió, que Marie Faucher-Desjardins construyó su tesis decisiva.
En la página 60 hay una cita de Lacan, en la que se lee que “la psicosis es una suerte de fracaso en lo que concierne a la realización de eso que se llama amor.” Es a este fracaso que Marie Faucher-Desjardins le da sus coordenadas precisas, ya que permite descubrir al lector, que no es la persona real de Hanna, sino mucho más el delirio amoroso, lo que parece haber sido el verdadero partenaire de Berg, inspirándole la composición de la Suite Lyric, su segundo cuarteto de cuerdas (1927). Una obra maestra musical, tanto como una obra maestra de la escritura; la partitura de esta pieza teje las iniciales de sus dos nombres AB-HF, convertidos en el material sonoro, en virtud de la correspondencia de letras y notas en el solfeo alemán. Constituye así, a la vez, un mensaje hábilmente críptico dirigido a la amada y el lugar de un anudamiento entre la exaltación permanente del compositor y las estrictas y meticulosas reglas del dodecafonismo.
El concepto lacaniano que sustenta esencialmente esta investigación es el de la “letra”, de la cual se descubre, aquí, una extensión inédita, la convergencia entre creación musical y amor en la vida de Berg; una viniendo a bordear por un método de cifrado inspirado del dodecafonismo, los estragos y desbordes causados por la otra, haciendo de la Suite Lyric un paradigma de la carta de “amor”.
La importancia de la correspondencia de Berg (en el lugar y el lazo de la relación real con el otro) y la función de la Suite Lyric, aquí analizada con mucha precisión nos hace descubrir a un Alban Berg, hombre de letras, de escritura. Concluyamos preguntándonos si no es una propiedad esencial de toda creación musical, el ser letra, un objeto capaz de llegar a tocar, por la gracia del virtuosismo de los intérpretes, a cada oyente dispuesto a hacerse el destinatario, el espacio de un instante de escucha, o mejor, ¿de ser ese destinatario sin haber podido recurrir a ningún saber previo?
*Psicoanalista. Vive en Estrasburgo, Alemania. Este texto fue publicado en Lacan Cotidiano 912. Traducción: Mirta Nakkache.