En determinado momento pensé en escribir sobre un tema específico y uno o dos días después cuando hablaba sobre la posibilidad de hacerlo, puf, se me había olvidado. Y por más intentos que hice por recordar no me vino a la memoria. Pero en chiste comenté: “podría escribir algo sobre lo que no me acuerdo”. Fue dicho como un chiste pero inmediatamente tomado como algo serio y posible. “Escribir sobre lo que no me acuerdo”. 

Uno podría pensar que no es posible escribir sobre lo que uno no se acuerda. Y efectivamente es así. Pero afirmar que podría escribir algo sobre lo que no me acuerdo es lógicamente una paradoja. O tengo que recordar y escribir sobre eso, o sobre el hecho de que no me acuerdo. O también podría pensar que me olvidé porque era algo sin importancia, como suele decirse, o lo contrario, porque lo reprimí, o sea...

En definitiva son todas elucubraciones, ninguna tiene más valor que la otra, pero de lo que no hay duda es que hay un deseo de escribir e incluso un goce en escribir sobre algo, lo que fuese. Quiero decir que se escribe a partir de un agujero. O que cuando escribimos bordeamos un agujero, o que incluso queremos taparlo, ¡por qué no!

Se escribe sobre lo que no recordamos, incluso como diría Freud, sobre lo que es imposible de recordar, porque es imposible, porque es real.

 

*Psicoanalista. Editor Psicología Rosario12.