América latina es la región más desigual del planeta. Por un lado, una porción muy pequeña de la población concentra la mayor parte de la riqueza y, en el otro extremo social, vastas capas de sus habitantes son pobres estructurales o recientemente empobrecidos. Exhibiendo una enmarañada situación de múltiples contradicciones sociales, envueltas en considerables diferencias de niveles educativos, cruzadas por fracciones mal alimentadas, sufriendo de fuertes ejercicios de violencias estatales, de ambientes contaminados y degradados por las formas mercantiles de explotación de los recursos.
Las ciudades latinoamericanas expresan esa situación en un espacio social fragmentado y segregado, configurando urbes que articulan varios formatos de relaciones sociales desiguales que cohabitan en una misma área urbana. Los distintos trozos de la ciudad se van diferenciando y distanciando entre sí, por el funcionamiento desregulado del capital inmobiliario que, asociado a la esfera financiera, operan en el mercado inmobiliario fijando usos, precios del suelo y del marco construido.
La anterior situación se registra especialmente en las ciudades donde se efectúa la denominada "gestión urbana neoliberal". Dichas localidades están surcadas por grandes zonas habitadas por pobladores olvidados de la protección y acción gubernamental. De modo que esas zonas carecen de servicios y equipamiento público adecuados con grandes obstáculos de acceso al agua potable, deficiencias de dotación de suministro de energía, centros de salud y educación; además, los pobladores residen en viviendas deficientes y, en muchos casos, hacinados en espacios inapropiados e insalubres.
Por ello, una significativa porción de los residentes urbanos viven en insanas condiciones de vida y se reproducen en situaciones de marginalidad material y cultural. La aparición de la epidemia covid-19 mostró y acentuó sin velos las desigualdades urbanas efectivamente existentes.
Mapa social urbano
Argentina no fue ni es una excepción a esa situación, a lo largo de los años fue construyendo un mapa social urbano rígida y profundamente marcados por las diferencias de acceso a los bienes y servicios colectivos e individuales, materiales y virtuales.
La gestión del gobierno nacional en el periodo 2015-2019 adoptó un modelo neoconservador, realizando un ajuste con "contención social", con la meta de consolidar una dilatada hegemonía de la fracción del capital financiero, sustentada en el endeudamiento externo, articulada al predominio del sector agroexpotador más concentrado.
Los principales resultados fueron la generación de un mapa socioeconómico recesivo, sobresaliendo los siguientes aspectos:
* Desindustrialización de importantes actividades.
* Primarización de la economía.
* Ampliación de la pobreza.
* Aumento de la desigualdad social.
* Incremento de la precarización y del desempleo.
* Extensión de las carencias y financiarización del hábitat y viviendas urbanas.
* Créditos hipotecarios inaccesibles para los segmentos de menores ingresos.
* Declinación de las condiciones materiales de la vivienda y del hábitat.
* Desatinado endeudamiento externo y desbocada fuga de capitales.
Senda antirrecesiva
En los últimos años se registró una acelerada transformación tecnológica global, cimentada en el uso de plataformas digitales en los procesos de producción, circulación y consumo de los bienes, servicios, tecnologías de procesamiento de datos y comunicación. Dicha tendencia adoptó un ritmo más acelerado en el año anterior, inducido por la semiparalización global de la trama de ensambles de los procesos de trabajo, traslado de las personas y objetos.
A fines de 2019 asumió un nuevo gobierno planteando un rumbo alternativo al neoliberalismo financiero, en esa perspectiva es que expresamos que se tiene que dinamizar una estrategia de acción de una política pública antirrecesiva, entre otros ejes, apoyada en la instrumentación activa y rápida de una práctica de urbanización inclusiva y participativa.
La misma tendría que converger en la planeación de la construcción y mejoramiento del equipamiento, infraestructura y vivienda localizados en los asentamientos más carenciadas de las ciudades. Privilegiando el cuidado del medio ambiente, utilizando los criterios aceptados internacionalmente como los más eficientes.
Para ello, se tiene que configurar de manera legal y expeditiva una amplia política de "reserva de tierras urbanas", conformadas con adecuadas tierras que procedan de propiedades públicas y privadas ociosas.
Enfoque integral
Es imperioso contemplar en el diseño de la política pública un enfoque integral de mejoramiento, construcción y financiamiento de las viviendas y el hábitat. Proponemos que el diseño considere los siguientes aspectos:
1. La posibilidad de ocurrencia de nuevas olas de epidemias globales
2. Las nuevas formas de reorganizar los procesos de trabajo, producción consumos que están emergiendo de la actual "transformación tecnológica".
Los anteriores temas requieren, atendiendo la importante opinión del usuario final, revisar de manera flexible el diseño del tamaño y uso del espacio social e individual. Especialmente considerando una fluida conexión material y virtual de los lugares de tránsito con las viviendas.
Asegurar la instalación de servicios básicos de agua, cloacas, energía y conectividad a internet, además de centros de salud y educativos cercanos y accesibles a los pobladores.
Reservar espacios de producción de huertas y/o recreación que sean abiertos y verdes, para utilizar individual y colectivamente.
El diseño y calidad de las viviendas, atendiendo de manera relevante el criterio del usuario, entre otros temas, debe tener una distribución que considere la posibilidad del trabajo, educación y distracción "a distancia", contemplando lugares al aire libre, como patios y balcones que permitan y hagan atractivo pasar mucho tiempo adentro de las casas.
En todos los casos, los pobladores deben localizarse lo más cerca posible del trabajo que será la fuente de su ingreso monetario.
Las UUTP
Con esa orientación, la política urbana tiene que incursionar en la consideración de la edificación y formación de nuevos lugares que denominamos Unidades Urbanas de Trabajo y Producción.
Esas Unidades pueden estar articuladas en redes virtuales, localizadas cerca de los barrios donde vive la población involucrada, o erigidas en simultáneo y adyacente a la construcción o mejoramiento de barrios populares; con el objeto de garantizar el ingreso monetario de la población. En esos proyectos se debería priorizar la aplicación de las últimas tecnologías.
Con el objeto de fomentar la creación de nuevas modalidades de asociación productiva y de consumo, las Unidades se deben adaptar a las condiciones existentes en cada lugar del país. Debe ser el propósito estrechar y potenciar los ensambles entre los pobladores, los movimientos sociales, el sistema universitario y las diversas ramas productivas. Aunando esfuerzos de investigación y adaptación de los recursos humanos y materiales, para que en las situaciones específicas estimule la máxima utilización de la capacidad instalada en la industria, especialmente en los sectores que hoy están inactivos.
Las UUTP deberían acoplarse de forma combinada a un posible y próximo rumbo de reactivación difundido en el país, buscando la innovación y/o generación de procesos productivos que puedan sustituir importaciones, además según el caso, destinando la producción al mercado interno y/o buscando la inserción en diversas fases establecidas en el mercado mundial.
* Docente-investigador consulto. Universidad Nacional de Quilmes (UNQ).