Si bien la pandemia golpeó con crueldad la industria de la música en todo el mundo, el Reino Unido fue particularmente afectado, porque además la cuarentena coincidió con la puesta en marcha del Brexit. Eso puso de manifiesto la vulnerabilidad de uno de los epicentros de la cultura pop, donde se estima que un tercio de los músicos locales podrían dejar su profesión a partir de esta coyuntura. Por eso, los artistas están en pie de guerra contra el primer ministro británico, Boris Johnson, y su gestión.
"La pandemia fue una mezcla de varias cosas. Entre ellas, malas decisiones políticas", corrobora el argentino Felipe Mina Calvo, booking agent de ATC Live: una de las agencias de representación artística más importante de la nación europea. "La industria en sí abogó por maneras de salvar a las salas independientes. Y por otro lado el gobierno repartió auxilio económico, pero esa relación fue hecha a discreción", comenta.
No tan distintos
Al igual que sucede en este verano argentino, en el periodo estival británico los recitales volvieron con distanciamiento social, lo que incluyó autoconciertos y burbujas. Otros rasgos que aúnan a ambos países fueron el desarrollo del live streaming y las raves ilegales. "Hace unos meses que no hay más más fiestas clandestinas", aclara Mina Calvo. "La gente salió a tocar como pudo. El otro día caminé cerca del Centro Cultural Recoleta, y vi una banda en una plaza. Eso también sucedió allá."
Aunque tarde o temprano retornará la continuidad de los shows en vivo y de las fiestas, las giras no volverán a ser iguales en el Reino Unido, ni para sus músicos y djs. "Se les va a complicar más a nivel costos", advierte Felipe. "Los artistas internacionales seguirán yendo, pero el efecto más complicado lo tendrán los británicos cuando salgan del país. Aunque todo está por definirse, cambiará la parte impositiva, donde existen diferencias con otros países europeos. Además, el merchandising y los equipos que entraban sin problemas porque había un solo control, hoy están varados en la frontera."
Mientras monitorea la evolución de la nueva normalidad de la industria musical británica, Mina Calvo aprovechó el ínterin para volver a Buenos Aires para visitar a los suyos y afinar su cruzada. Y es que se trata del único agente argentino inmerso en el submundo del manejo de artistas y armado de giras en el Reino Unido (además, allá es uno de los dos latinoamericanos mejor posicionados en el rubro). Su agencia, por ejemplo, tiene la exclusividad de la representación de Nick Cave, y se encarga de contener y poner a circular a figuras de la talla de Mayer Hawthorne, Santigold, Beach Fossils, PJ Harvey, Johnny Marr, Metronomy o The Magnetic Fields.
"Es un país bastante receptivo", describe el abogado y músico de 29 años. "Su colonialismo implicó mezclas de culturas de todo tipo. Lo importante para captar la atención es que el artista tenga un relato para contar. Cuando eso existe, la gente es muy receptiva y poco prejuiciosa con la música. Pero es fundamental que el mensaje encaje."
¿Cuál es el mensaje que mejor encaja en este momento?
--Hay una gran atención por las antiguas colonias africanas, en un intento por reivindicar, incluir y empezar a devolver. Se está mirando mucho más que antes hacia allá. Pero si bien hay mayor recepción a lo distinto, hace falta contarle al público por qué te tiene que ir a ver y por qué estás yendo a tocar.
¿Allá les interesa lo que ocurre en Latinoamérica?
--En los últimos años, empezó a tomar un poco más de vuelo. Pero aún no he visto proyectos que conecten. No creo que sea por un tema de calidad, sino por el idioma y la historia a contar. Las relaciones no están tan desarrolladas como deberían en cuanto a los know-how. Es una manera distinta de trabajar. Incluso en comparación con el resto de los europeos. Los Bitchos es una banda liderada por una latinoamericana, con base en Londres y que mezcla cumbia con psicodelia y surf. Y la gente reacciona ante una propuesta así. No pasa lo mismo con el reguetón, porque ellos tienen el grime, que es una mezcla de trap y hip hop muy local. Pero está el interés.
Entonces la atención la ponen en sus antiguas colonias…
--Más allá del contrabando, no tuvieron presencia en América latina. Es una región que les quedó lejos, y no hay ese ida y vuelta de entendimiento que tuvieron con la Commonwealth.
Salvo por Australia y Canadá, la música de esa mancomunidad poco tiene que ver con el pop y el rock.
--En 2021, no creo que haya música de ningún lugar. Si bien ellos inventaron la cultura pop, hay un millón de artistas de ese palo que no son de Estados Unidos ni de Inglaterra. ¿Por qué el rock en español es una subcategoría cuando todo es rock? Quizá por haber nacido en Argentina, y porque nuestra cultura es abierta y curiosa, no discrimino rock en inglés, en francés o en alemán. Yo escucho rock. Evidentemente, hay una barrera idiomática que es muy difícil de cruzar porque mucha gente necesita entender. Pero es cierto que es difícil pararse en Inglaterra como una banda de rock que canta en otro idioma.
Estados Unidos legitima a la música latinoamericana, ¿por qué los británicos no confían en su criterio?
--Estamos en el mismo continente. Más allá de eso, limita con México, que es una de las capitales del rock en español. Y hay mucha migración latina, lo que nos ayudó a que se nos hiciera más fácil logísticamente. Los proyectos latinos primero se dan a conocer en Estados Unidos, y luego van a al otro lado del Atlántico. Y sucede a la inversa, pero con otros géneros en particular. Para que te des una idea, el nivel que maneja Rosalía en el mundo no lo tiene en Gran Bretaña.
Esa distancia también se traslada al fútbol: hay pocos jugadores latinoamericanos en la Premier League.
--Los argentinos que juegan o se conocen allá son pocos: Ardiles, Agüero, Tevez, Pochettino, Maradona… El latino no está en el mapa de lo que sería una minoría étnica. No muchos británicos tienen la oportunidad de venir a Latinoamérica, pero los lo que lo hicieron se enamoraron.
Y vos, ¿por qué te fuiste a Inglaterra?
--Soy abogado, y en el medio de mi carrera volví a mi pasión por la música. Luego me involucré en el management, y empecé a darles una mano a los artistas para que firmaran sus primeros proyectos discográficos. Cuando terminé de estudiar, que fue antes del auge del trap, Rosalía y el reguetón, no entendía por qué los grupos que me gustan de acá no tenían cabida en Europa. Ese fue un poco el disparador, y decidí comprobarlo. Hasta que logré insertarme en la industria musical formalmente, pasaron dos años de autogestión en un país en el que no conocía a nadie. Cuando decidí irme, me contacté con un amigo argentino, Andrés Atkinson. Se fue para allá a estudiar diseño de escenografía y luces. De hecho, trabajó para Pet Shop Boys, Mogwai, Keane y Arca. Allá fue mi padrino, mi mentor y quien me mostró de a poco a dónde podía llegar y qué hacer. Quería salir de toda el área de influencia de habla hispana.
Salir del gueto
En estos dos años en ATC Live, Felipe Mina Calvo sumó para el catálogo de la firma a Fito Páez y CA7RIEL y Paco Amoroso. "Llegué a la firma porque Andrés Atkinson trabaja con un artista llamado Fink, y él me presentó a otro de mis padrinos: Sumit Bothra, un mánager muy talentoso que lleva la carrera de PJ Harvey. Cuando nos juntamos, lo primero que me dijo fue que no me iba a dar laburo porque no tenía nada para ofrecer dentro de su órbita. Pero me sugirió que desarrollara mis vínculos con América latina. Así comencé, y seguimos en contacto hasta que un día me pidió que lo ayudara con Fink, porque venía para Brasil y quería hacer fechas en Chile y Argentina. Hablé con varios productores locales, y nadie lo quería agarrar..."
¿Y qué pasó?
--No tenía trabajo, me quedaban pocas fichas, y empecé a hacer cálculos para hacerlo yo. Pedí plata prestada, y lo llamé para decirle que había resuelto la gira. Cuando eso pasó, le pedí nuevamente que me tirara un centro. Y me consiguió una reunión con quien ahora es mi jefe, Alex Brudford, el dueño de ATC Live, y agente de Nick Cave y de Fink. Fue una cosa de tiempos. Mientras Rosalía y el boom latino despegaban, nos reunimos, sabiendo de qué iba la cosa, y le presenté 12 artistas latinos a los que prestarles atención. Me preguntó si quería ser booking agent, y a partir de ahí empecé a viajar por el mundo.
¿Qué sabían sobre América Latina?
--Nada. Fui el primer agente que trajo artistas latinoamericanos al roster de ATC Live. Creo que Rosalía fue el punto de inflexión para que entendieran lo que estaba por suceder. Cuando vi en Piccadilly Circus el anuncio en grande de su show en Village Underground, supe que habíamos llegado. Latinoamérica está manejada en Gran Bretaña por los estadounidenses. Los británicos se quedaron fuera, y se dieron cuenta de que se perdieron un pedazo del pastel. En un relevamiento que se hizo este año allá, se supo que solo el 1 por ciento de las agencias británicas trabajan con artistas latinos. Y hablamos de un mercado que factura millones por año, porque América latina es la región del mundo con más cantidad de streaming en Spotify.
¿Por cuál artista argentino pondrías tus fichas para trabajarlo en el Reino Unido?
--Con un proyecto como CA7RIEL y Paco Amoroso, junto a la ATR Band, con el mensaje y la gente indicada, al público se le caerían los calzones.
Si un artista local quiere probar suerte en Europa, ¿qué debe hacer?
--No apuntar hacia la colectividad latina, sino a la multicultura. Funcionaría cualquier estilo. La pregunta te la haría al revés: ¿para qué querés ir a Inglaterra? Si pensás que serviría para legitimarte, te digo que no lo necesitás.
Ponele que se tiene mucha fe…
--Tendrías que tener un agente allá, que conozca el modus operandi, y vas a necesitar invertir en esa nueva plaza. Debido a que se trabaja como mucha antelación, se planifica el proyecto de tres años en adelante, como mínimo. Entendé que allá podés hacer una gira por 15 ciudades. A veces los intentos fracasan porque no tienen sustento organizacional. Pero la posibilidad está para todos. Todo es más "hacelo vos mismo" de lo que parece.
¿Y este artista tendría cabida en los medios?
--Los medios tradicionales siguen funcionando y conviven con los nuevos. La BBC sigue marcando tendencia. Es gente que realmente levanta mucha información. Hace poco, uno de sus programas pasó lo nuevo de Tall Juan, un artista argentino establecido en Nueva York, con el que trabajo.
Y del otro lado del vaso, venir para acá debe ser una experiencia exótica para un músico británico...
--Muy exótica. Y no lo digo yo. Como para allá va todo el mundo, esa pasión que se vive acá cuando ellos vienen no existe. El negocio hoy pasa por el streaming, y por el contenido que podés generar haciendo ese viaje. Si lo hacés, será una plaza que tendrás por mucho tiempo. Aunque hay desconfianza, inestabilidad y no existen tantos nexos.
Trabajás una de las capitales de las tendencias musicales, ¿cómo se llega a establecer lo que se viene?
--Saliendo de Dua Lipa y de los planes maquiavélicos de hacer dinero, las nuevas escenas y tendencias suceden cuando generás empatía. Y volvemos al mensaje cultural: me refiero a que lo que decís le resuena al otro porque es tan universal y está tan en el inconsciente colectivo que, más allá de la letra y la música, llega y se impone por las condiciones y un sentir común. Por eso no es fortuito que el revival del punk británico esté más vigente que nunca. Si Dillom se juntara con un muchacho inglés, seguramente hablarían de las mismas cosas. Si nada de eso llegó aún acá, es porque cada vez estamos mirando más para adentro.