Cuarenteñeros; guardadites de mi corazona; humanos y humanas que, en vez de proyectar, dedican un instante a conocer al prójimo o a la prójima (que, para el otro, son elles mismus). Éticos sin etiqueta, honestos sin presupuesto. Damos y cabelleras capaces de escuchar además de oír. Maestros no presenciales que van por la vida enseñando sin saberlo demasiado ni estar pendientes de ello. Intuitivos/as que reconocen la intuición y no la confunden con el conocimiento; fantasiosos/as que reconocen la fantasía y no la confunden con la realidad. Subjetivos/as que reconocen su subjetividad y no la confunden ni con la generalidad ni con la ley; destructores/as de axiomas que no son tales; excepciones a las reglas que no se cumplen:
¡Es con todos y todas ustedes, capaces de atravesar todas esas divisiones que solamente sirven al marketing y atentan contra el deseo genuino! ¡Sístole, diástole, sístole, diástole, que los corazones siguen latiendo!
Quizás ese largo primer párrafo resulte un poco confuso a algunes lectóribus, y serían excepciones, ya que a la mayoría le resultará totalmente inentendible. Pero lo importante es si es amable, políticamente correcto, si no rompe ninguna armonía, etc. Quiero decir -y tómese esto como una “confesión de agnóstico”- que algunas amabilidades me tienen ya las armonías por el piso.
Ejemplo de esto es cuando, con hermosas palabras y gesto gentil, personas que se dedican a bajar el presupuesto educativo cada vez que pueden, que no fundaron un solo jardín de infantes cuando tuvieron la chance de hacerlo, se rasgan las investiduras y reclaman las clases presenciales “porque les preocupa la educación”.
Supongo que será la educación privada (léase “el cobro de cuotas”), ya que hace unos añitos explicaron que “es una desgracia caer en la educación pública”, y es imposible que gente taaan buena y educada como elles quiera que los niños y niñas y niñes caigan en “una desgracia”.
Algunos lo dicen a los gritos bestiales, pero otros lo dicen muy amablemente e incluso reniegan de “la rama bestia del espacio político”: la descartan, sugieren no tenerla en cuenta. Resumiendo: algunos son halcones y otros, palomas, pero son todos gorilas.
Lo que no entiendo es cómo pueden esconderse detrás de ese discurso amable y creer que vamos a confundir “hipocresía” con “respeto” o “ninguneo” con “armonía”. ¿No vieron Batman? ¿O creen que no la vimos? ¿O creen que no aprendimos nada?
En 1966, o sea en la prehistoria, Batman protagonizaba mis meriendas. Allí, Adam West y Burd Ward (Batman y Robin) competían como podían frente a los actorazos Burgess Meredith (Pingüino), Victor Buono (Rey Tut), Otto Preminguer (Capitán Frío) y -lo dejo para el final solo para subrayarlo- César Romero, el mejor Guasón o Jocker de todos (bueno, salvo el de Joaquin Phoenix, pero ahí no había Batman), y eso que Jack Nicholson y Heath Ledger también “la rompieron”.
En Batman era notorio que los “malos” eran más educados, respetuosos, cuidadosos en el lenguaje, amables, políticamente correctos, finos y exquisitos que los "buenos”. Y que eso era parte de su maldad, era su manera de esconder sus horripilantes fines.
En El Padrino, jamás veremos a Marlon Brando en una actitud incorrecta. En Promesas del este (D. Cronenberg, 2007), mi admirado Armin Muehler Stall interpreta a Semyon, un adorable abuelito que prepara la mejor comida rusa, interpreta el violín y acaricia a sus nietitas mientras sus secuaces asesinan y torturan por doquier. Para no hablar de American gangster (Ridley Scott, 2007), donde el increíble dúo Denzel Washington-Ridley Scott componen, respectivamente, al mafioso “ciudadano ejemplar, gran padre y marido” y al policía incorruptible, “desaliñado, desorganizado, separado y hasta levemente drogón".
Y son solamente ejemplos de ficción, pero se parecen demasiado a la realidad…
Si (según ellos y una parte de la sociedad) lo malo no está en el abuso de poder, en la violencia, en la opresión, en la renegación ("eso está mal, pero si lo hago yo, está bien"), sino en “la forma”, la manera, entonces vamos a terminar todos/as contagiados de…, no sé cómo llamarlo, pero es algo muy feo, y para eso aún no hay vacuna.
Etceteretrix.
Sugiero acompañar esta nota con el video “El agua en Guol Estrí”, chamamé ecológico de RS Positivo.