Una de las principales compañías tecnológicas del mundo tiene motivos para empezar a preocuparse. Al menos 5.800 trabajadores de un centro de distribución de Amazon comenzaron a votar esta semana para decidir si se unen al Sindicato de Tiendas Minoristas, Mayoristas y Departamentales (RWDSU). Las boletas se envían por correo a los trabajadores del almacén ubicado en la ciudad de Bessemer, Alabama, y la votación se extiende hasta el 29 de marzo. Amazon es el segundo mayor empleador estadounidense con más de 800 mil asalariados, la mayoría de los cuales son trabajadores esenciales cuyas condiciones se vieron deterioradas por la pandemia de coronavirus.
La compañía fundada por Jeff Bezos está presionando agresivamente a sus empleados para que rechacen la iniciativa colectiva. "Reciben a diario múltiples mensajes de texto en sus teléfonos. Son bombardeados con proclamas antisindicales dentro de las instalaciones, incluso con carteles en los baños", explica en diálogo con Página/12 John Logan, profesor y Director de Estudios de Trabajo y Empleo en la Universidad de San Francisco. Así ha operado Bezos en sus 27 años como CEO: buscando mantener atomizada a la clase trabajadora para torcerla.
Pero mal que le pese al hombre más rico del mundo, los sindicatos se están empezando a abrir en la industria tecnológica estadounidense. El mes pasado, en un anuncio igual de llamativo, cientos de ingenieros de software y programadores de Google cuyo sueldo medio ronda los 200 mil dólares anuales presentaron su propio sindicato.
Aunque a diferencia de lo que sucede en Google, quienes están liderando los esfuerzos para sindicalizarse en Amazon son trabajadores en su mayoría manuales y cuyas reivindicaciones se ajustan a las tradicionales: mejores salarios y condiciones laborales. "Las leyes federales y estatales deben reformarse para facilitar la sindicalización de los trabajadores y dificultar que las empresas tomen represalias contra los trabajadores que intentan ejercer sus derechos", asegura Victor Chen, sociólogo y profesor de la Universidad de Virginia.
Víctimas de la pandemia
Los trabajadores de los almacenes de Amazon en Alabama empezaron a organizarse poco después de que el año pasado estallaran las protestas del Black Lives Matter, destacando el daño que la pandemia generó fundamentalmente sobre las minorías. Más del 80 por ciento de los trabajadores de la ciudad de Bessemer son negros y la mayoría son mujeres: por eso el sindicato enmarcó la campaña como una cuestión de derechos civiles.
"Muchos trabajadores de la primera línea sienten que a las empresas no les importa mucho su seguridad y bienestar. Las corporaciones se apuraron a hacer declaraciones públicas preocupándose por sus empleados cuando empezó la pandemia, incluso ofreciendo 'hero pay' (paga de héroe) y otros beneficios a los trabajadores en mayor riesgo. Pero esos gestos desaparecieron rápidamente y las corporaciones volvieron a sus prácticas habituales", cuenta a este diario Chen. En los almacenes de Amazon, 20 mil trabajadores llegaron a infectarse en solo 6 meses.
De la mano de la pandemia se motorizaron protestas que terminaron con las caras más visibles de los reclamos sumariadas o directamente despedidas. La situación se hizo más visible el miércoles pasado, cuando la fiscal general del estado de Nueva York, Letitia James, demandó a Amazon por "indiferencia flagrante" al no tomar las medidas suficientes para proteger a sus trabajadores.
James inició su investigación sobre las prácticas laborales de Amazon tras el despido de Christian Smalls, uno de los empleados del almacén de Staten Island que demandó públicamente mejoras en el cuidado de los trabajadores al inicio de la pandemia. "Los trabajadores de una variedad de sectores están empezando a darse cuenta de que sin sindicatos y convenios colectivos tienen muy poco control sobre la mayoría de los aspectos de su trabajo", manifiesta Rebecca Givan, profesora asociada de la Escuela de Management y Relaciones Laborales en la Universidad de Rutgers.
Forzar la división
"Amazon ha contratado poderosos bufetes de abogados y consultores que se especializan en derrotar los intentos de organización de los trabajadores, intentando aprovechar todas las lagunas de la ley sobre certificación sindical para retrasar el proceso", sostiene Logan. También contrataron a un consultor llamado Russell Brown para intentar frustrar las elecciones sindicales. Brown es el director de RWP Labor, que se promociona como una empresa especializada en ayudar a las compañías a "mantener un lugar de trabajo libre de sindicatos".
Amazon viene siendo noticia en los principales medios estadounidenses por una serie de repudiables actitudes tomadas frente a sus empleados. A principios de este mes se supo que el gigante del comercio electrónico se quedó con 61,7 millones de dólares en propinas que sus clientes le habían entregado a los repartidores, de acuerdo a una investigación de la Comisión Federal de Comercio de Estados Unidos. El caso se dio en el marco del programa Flex de Amazon, en el que los repartidores trabajan de forma autónoma utilizando sus propios vehículos.
Apenas unos días después Amazon confirmó sus planes de instalar cámaras dotadas de inteligencia artificial en sus vehículos de reparto, lo que describió como parte de una iniciativa para "velar por la seguridad de los conductores". Las cámaras están diseñadas para monitorear a la vez a las rutas y los empleados. "Este tipo de actividades son en gran medida legales y, sin embargo, violan los derechos de los trabajadores", dice Chen.
Biden y después
En un tuit que tomó a varios por sorpresa, el 4 de febrero el presidente Joe Biden aseguró: "Todo estadounidense merece la dignidad y el respeto que conlleva la organización sindical y la negociación colectiva. La política de nuestro gobierno es fomentar la organización, y los empleadores deben asegurarse de que sus trabajadores tengan la opción libre y justa de afiliarse a un sindicato".
Givan, la experta de Rutgers, afirma que la legislación laboral en Estados Unidos es "relativamente hueca" y que los trabajadores del sector privado apenas tienen la posibilidad de sindicalizarse. "Para reestablecer este derecho será necesario realizar una reforma significativa de la legislación laboral", plantea Givan. En un país en el que, de acuerdo a la Oficina de Estadísticas Laborales, la afiliación sindical cayó a un mínimo histórico del 10,3 por ciento en 2019, Biden se comprometió a ser el "presidente más pro-sindicalista" de la historia. ¿Cumplirá con su promesa?
"Las tasas de sindicalización son muy bajas por lo que la mayoría de los trabajadores no tienen experiencia en organización. Pero algunos se han frustrado lo suficiente como para comenzar a actuar colectivamente", advierte Givan. Por su parte Logan asegura que si el plan de los trabajadores prospera estará dejando un claro mensaje a los trabajadores de todo el país que están tratando de formar un sindicato: "Si puedes enfrentarte a Amazon, puedes enfrentarte a cualquiera".