La muerte de Emanuel Balbo, el hincha que fue arrojado de una de las tribunas del estadio Mario Kempes de Córdoba en el entretiempo del clásico del sábado pasado entre Belgrano y Talleres, volvió a instalar una vez más el tema de la violencia en el centro del debate del fútbol argentino. Balbo, de 22 años de edad, falleció ayer al mediodía en el Hospital de Urgencias de la capital de la provincia tras una agonía que duró 48 horas por lesiones cerebrales irreversibles que se le produjeron luego de que un grupo de espectadores enardecidos primero lo hizo bajar a los golpes de lo más alto de una de las populares del estadio y, luego, directamente lo lanzó al vacío como si fuese una bolsa de papas.

El presidente de la AFA, Claudio “Chiqui” Tapia, se comunicó ayer por la tarde con Raúl Balbo, el padre de la víctima, y se comprometió a aplicarle una pena ejemplificadora a Belgrano. Fuentes ligadas a Tapia arriesgaron que podría ejecutarse una pena de varias fechas a la localía y mandar a jugar al equipo “celeste” fuera de su provincia y a puertas cerradas. Otros, incluso, especulan con que, además, podría haber quita de puntos y una severa sanción económica para la entidad que preside Armando Pérez. Y la clausura provisional por razones de seguridad del estadio donde mañana Talleres e Independiente deberán jugar su partido postergado por el torneo de Primera División.

Acompañado de su abogada, la penalista Mónica Picco, ayer por la tarde se entregó en la Jefatura de la Policía de Córdoba, Oscar Eduardo Gómez, el hincha acusado de haber instigado a los gritos la paliza que le costó la vida a Balbo. “Ese es de Talleres, bajénlo de la tribuna” habría dicho Gómez cuando vio a aparecer a Balbo, según algunos testigos presenciales del hecho y testimonios periodísticos de medios cordobeses.

Tras esa reacción de Gómez, una horda descontrolada de fanáticos de Belgrano atacó a patadas y a golpes de puño a Balbo y después lo tiró al piso desde una de las bocas de entrada a la popular sin que nadie hiciera nada para defenderlo, evitar la tunda y su posterior lanzamiento al vacío. Es más: cuando yacía inconsciente en el piso de la tribuna y antes de ser retirado por los médicos del estadio, otros hinchas exaltados de Belgrano aprovecharon la ocasión para robarle las zapatillas que llevaba y dejarlo descalzo.

“Lo que sucedió fue una simple discusión entre mi cliente y Balbo, pero fue un cruce de palabras que quedó ahí, en ninguna manera él dijo que era de Talleres”, dijo la abogada Picco. La fiscal Liliana Sánchez caratuló el suceso como homicidio agravado por la ley de espectáculos deportivos, lo que incrementa en un tercio el mínimo de la condena de homicidio  simple que oscila entre los 8 y los 25 años de prisión.

Con la presentación de Gómez, suman cinco los detenidos por el crimen de Balbo. Matías Oliva, su hijo Cristian, Martín Vergara y Pablo Robledo fueron capturados entre ayer y el domingo y recibieron la misma imputación, luego de haber sido identificados en los videos televisivos y en los de la policía como quienes acorralaron a Balbo contra una baranda y lo lanzaron al vacío tras haberlo bajado a puñetazos y patadas de la tribuna. “Todos tienen la misma responsabilidad” informó la fiscal Sánchez.

Oscar Gómez tenía antecedentes penales y estaba bajo proceso. Pero esperaba en libertad el juicio que debía afrontar por haber matado en noviembre de 2012 a un hermano de Balbo durante una picada automovilística en el barrio Ampliación Ferreyra de la ciudad de Córdoba. Antes del partido, Gómez y Balbo se encontraron en la entrada del estadio Kempes, se cruzaron insultos y amenazas y Balbo prometió localizarlo e irlo a buscar a la tribuna. Cuando lo hizo en el entretiempo del clásico, Gómez empezó a gritar que era de Talleres y desató la violenta reacción de los hinchas que degeneró en la muerte de Balbo.

Según las estadísticas de la ONG Salvemos al Futbol, Emanuel Balbo es la 318° víctima de la violencia en este deporte en la Argentina de 1922 a la fecha, la 298° de los últimos 50 años y la 124° en lo que va del siglo. Debería ser la última. Pero el fútbol argentino no da señales de estar interesado en erradicar este flagelo. Importan otras cosas mientras sigue muriendo gente inocente en las tribunas y en las calles.