Se me ocurrió titularlo de esta forma porque siempre sentí, que mi abuelo excedía a la familia. No era solo mi abuelo, ni el hermano de sus hermanos, ni el tío de sus sobrinos.

Era el abuelo, padre, hermano, tío, compañero, de todos, de los excluidos, de los cabecitas negras, de la barriada, de ese resto que siempre supo abrigar.

Aquél que llevaba como bandera la solidaridad, aquél que hacía sonar el escarmiento ante la menor injusticia, aquél que tenía como premisa la igualdad de condiciones.

Mas allá de este militante gremial, barrial, político y social, me gustaría remarcar una cualidad imprescindible de mi abuelo, que era el amor hacia el otro, tan necesario. Esto es lo que sostenía esa lucha inconmensurable que llevó hasta su desaparición física, pero que sigue latente.

Lucha, amor y alegría era lo que caracterizaban a Juan.

Este hombre que compartió toda su vida con su compañera Griselda, mi abuela.

Mujer más que imprescindible, que en cada tropiezo aportaba ese sostén simbólico que solo se sostiene con amor.

Juan sigue presente en cada rincón del mundo, en cada lucha, porque era su bandera.

 

*Nieto de Juan Rivero, ex concejal, querellante en la causa Guerrieri por delitos de lesa humanidad, que falleció el 5 de febrero pasado.