Matthew Modine odió tanto a su colega Vincent D'Onofrio en el set de filmación de Nacido para matar que sintió que podía matarlo. Son sus propias palabras. "¡Realmente quería! En todas esas escenas en el campo de entrenamiento, en las que le estoy enseñando cómo abrochar su botón superior, hacer su cama, atarse los cordones...", dice el intérprete. "El se fue poniendo más y más raro a medida que se metía profundamente en el personaje que estaba haciendo."

Las cosas empezaron a salirse de control cuando la pareja estaba filmando una escena de marcha, con el director Stanley Kubrick a cargo al este de Londres. D'Onofrio -un actor del Método que estaba muy compenetrado con su rol como el atormentado soldado raso Pyle- se sintió herido al ver a Modine riéndose en un descanso entre las tomas. "Deberías dejar de andar boludeando", instruyó a Modine, que interpretaba al soldado "Joker". Modine es anti-Método, y cree que los actores deben estructurar su performance "usando su imaginación" a la hora de darle vida a los personajes.

"¿Qué vas a hacer si no dejo de andar haciendo bromas?, recuerda Modine que respondió en ese momento. "Y Vince dijo, 'bueno, te voy a patear el culo'. Yo estaba sosteniendo este rifle M14 que pesaba unos 13 kilos, y simplemente quería rompérselo en la cabeza. Todos los extras decían 'Ooooh, oooh, ya está, Matty' (imita un acento inglés). Ese fue el final de nuestra amistad por el resto de la filmación. Pero al cabo fue bueno para la película."

Modine no se equivoca. Al ver la película dramática sobre la guerra de Vietnam que Kubrick filmó en 1987 con este dato en la mente, ciertamente aparece una carga extra de tensión en algo que ya es incómodo de ver. Sin ir más lejos, está esa escena en la que el pelotón de Marines estadounidenses rodea a un Pyle inmovilizado para castigarlo brutalmente con barras de jabón envueltas en sus toallas personales. Modine, que hoy clasifica a D'Onofrio como "un buen amigo", admite que fue un poquito más allá de lo que la filmación de esa escena realmente demandaba.

"En la película le doy un par de golpes, me detengo, y después le doy algunos golpes más", dice. "A menudo me pregunto si eso no fue una cosa tipo "'Acá tenés un par por la película, y acá tenés un par más personales, tarado.' Obviamente usamos solo una toalla anudada, pero lo estuvimos haciendo toma tras toma. El pobre Vince terminó cubierto de moretones."

Es casi imposible hablar con Modine sin mencionar a Nacido para matar (Full Metal Jacket), con lo que es todo un alivio que sea él quien saque a relucir el tema. Estamos hablando a través de Zoom sobre su nueva película, Wrong Turn, un reboot de la franquicia de terror de los años 2000. Este nuevo título presenta un intrigante giro en el género de horror y asesinos seriales. Comienza en un punto posterior a lo que suele ser el inicio de estas películas, con un padre preocupado, Scott (Modine) arribando a la escena de la desaparición de su hija. A medida que va haciendo intercambios con moradores del lugar de aspecto intimidante, que lanzan misteriosos rumores sobre letales habitantes de las montañas, Scott decide armarse y tomar el asunto en sus propias manos. A eso le seguirá una buena dosis de escenas sangrientas, de tono decididamente gore.

Es todo un cambio para el actor de 61 años, que pasó sus años formativos en la profesión interpretando a ese pibe ubicuo de ojos grandes y aspecto inocente. Estaba el dulce outsider de la subestimada Alas de libertad (1984) de Alan Parker; el luchador de escuela secundaria Louden Swain en Vision Quest (1985) y el cariñoso marido de Melanie Griffith en la sobrecogedora El inquilino, de 1990. Y sí, era él quien aparecía en el "clásico absoluto" de película-dentro-de-película que protagonizaron Hugh Grant y Julia Roberts, Un lugar llamado Notting Hill, en 1999.

Pero fue el personaje de amoroso padre de dos hijos ya crecidos que encontró en el guión de Wrong Turn lo que llevó a que Modine se hiciera algunas preguntas de las que abren los ojos, por primera vez en su vida. "Si alguien fuera a herir a tus hijos, ¿cruzarías esa línea? ¿Llegarías a matar?", pregunta. "Rezo por no tener que estar nunca en esa situación, pero yo iría a escalar una montaña, haría todo lo que Scott hace para intentar proteger a mis propios hijos."

En un flashback, la película informa que la hija de Scott, Jennifer (Charlotte Vega) fue abducida por La Fundación, una comunidad autosuficiente de personas que, cientos de años atrás, dejaron atrás la civilización para irse a vivir en un contexto salvaje. Una agotadora escena muestra a su líder (Bill Sage) demostrando su inclinación por vertir sangre. "Sos un bárbaro", le dice Jennifer, y él contesta: "¿Bárbaro? Hombres y mujeres de todas las razas y credos han venido aquí para evitar el Armagedón que sabían que iba a venir. Nosotros no tenemos cáncer, no tenemos pobreza, no tenemos guerra. Somos un solo cuerpo trabajando en conjunto. Así que, decime: ¿cuál mundo es más bárbaro?"

Es una línea de diálogo diseñada para alzar algunas preguntas incómodas sobre las sociedades que hemos creado. Resulta interesante preguntar qué análisis hace Modine sobre las consecuencias de los años de Trump, que dieron testimonio del asesinato de George Floyd a manos de la Policía, y el ataque al Capitolio de los Estados Unidos por parte de los mismos partidarios de Trump: dos eventos que se vieron en todo el globo. ¿Puede Estados Unidos recuperarse de esa vergüenza? Modine, residente de New York, dice que el malestar exacerbado por Trump puede ser reparado, pero piensa que eso requiere que todo el país cave más hondo de lo que nunca lo ha hecho.

"Los Estados Unidos nunca lidiaron honestamente con lo que es su historia, la masacre del pueblo indígena, la esclavitud de millones de africanos que fueron traídos a la fuerza para construir nuestro país", dice el actor. "El sueño es que todos sean iguales y tengan la misma voz, para la justicia racial y social. Pero no podés hacer eso hasta que asumas las grietas en la fundación sobre la cual este país fue construido."

El descarta el concepto del "excepcionalismo americano", la idea de que "América" es diferente y superior como nación, porque fue creada de acuerdo a principios admirables. "La verdad es que, si mirás en el espejo atentamente para vernos a nosotros mismos como realmente solos, es todo una gran patraña. La única manera de creer que nos podemos recuperar es si miramos honestamente a nuestro pasado. De otro modo, vamos a estar cometiendo los mismos errores continuamente."

Modine creció en los estados de California y Utah; es hijo de un encargado de autocine y una bibliotecaria. Fue un programa confiable en Hollywood desde sus debuts en roles protagónicos, bien contrastados: en la comedia adolescente Escuela privada (Noel Black, 1983) y, ese mismo año, en Streamers, de Robert Altman; una adaptación de la obra teatral de David Rabe que tuvo cuatro nominaciones a los premios Tony, y que presenta a cuatro jóvenes soldados lidiando con la tensión racial y sus actitudes hacia la sexualidad mientras esperan por un combate en Vietnam.

Aunque la carrera de Modine ha existido en un nivel de fama más bajo que el de algunos de sus contemporáneos, el actor despliega una saludable combinación de sus mejores atributos: el buen aspecto juvenil de Tom Cruise, el carisma sin refinar de John Cusack y el descaro de Nicolas Cage. Al día de hoy tiene mejor cabello que los otros tres. Para Modine, ser un actor nunca tuvo que ver con ser la más grande estrella de la taquilla, siempre se trató de elegir los proyectos adecuados. Se lo podría definir como el George Harrison de las estrellas de cine de los años ochenta. 

"Desearía haber dicho que sí un poquito más seguido", admite sin embargo. "Creo que eso me lo sacó mi maestra comunista socialista Stella Adler. Ella era una estudiosa de Konstantin Stanislavski (el padrino del método de actuación, al cual Adler luego rechazó en parte), con lo que para ella todo era político."

El actor es el primero en reconocer que no es una marca registrada al estilo de, podría decirse, Cruise o Cage; es sabido que rechazó el personaje de Maverick -que luego tomó Cruise- en Top Gun (1986) y el de Marty McFly en Volver al Futuro. Aunque es feliz de haberlos evitado, especialmente Top Gun (no concordaba con su mirada política), cabe preguntar si a) hay otras películas que haya rechazado, y b) si lamenta no haberlas hecho.

"Desearía haber hecho Quisiera ser grande", dice. "Cuando me enviaron el guión era una película mucho más oscura. Se la habían ofrecido también a Robert De Niro y Harrison Ford antes de enviármelo, con lo que no tenía mucho sentido; esos tipos eran veinte años más grandes que yo. Pensé que si me elegían para la película no tendría el nivel de ironía que necesitaban. Obviamente, el tono cambió muchísimo, y Tom Hanks está bárbaro en la película. Hubiera sido muy diferente conmigo."

De manera inesperada, el voltaje de la estrella de Modine se volvió mucho más intenso gracias a Netflix. En 2016 apareció en el megahit del servicio de streaming Stranger Things como el Dr. Martin Brenner, la villanesca figura paterna de la superpoderosa Eleven que encarnó Millie Bobby Brown. "Ahora tengo una base de fanáticos", dice sobre el éxito del programa, y agrega: "Nada puede igualar la clase de conocimiento global que Netflix puede darte."

El actor dice que ha hecho campaña para volver a la serie -habiendo muerto fuera de la pantalla en la primera temporada, hizo un cameo en la segunda- y que le dijo a sus creadores, los hermanos Duffer, "cuán importante es volver para el Dr. Brenner". Modine está seguro de que su personaje aún está vivo, y cree que las escenas con Eleven fueron la parte más "convincente" de la serie. Se espera que la cuarta temporada llegue la plataforma hacia fines de año; habrá que esperar a ver si él aparece en ella.

Por ahora, Modine está feliz de que Stranger Things haya inspirado a una joven generación a buscar sus anteriores películas, incluyendo a Nacido para matar, que cumplirá 35 años en 2022. Hace que, de algún modo, valga la pena la especie de tos permanente que le quedó a Modine desde que filmó en la ahora demolida fábrica Beckton Gas Works ("¡Siento que desde esa película tengo un catarro permanente atorado en la garganta!"). Y, de manera crucial, también significa que su resistencia a los recursos del método de actuación de D'Onofrio le ha dado resultado.

A pesar del apodo de Joker asignado por el sargento Hartman en la película, Modine cree que su coprotagonista fue el que tuvo la última carcajada. "De algún modo, fue bueno para Vince porque generó algunas chispas entre nosotros. A su muy inteligente manera, me forzó a trabajar en su estilo."

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

Modine como el soldado Joker en Nacido para Matar.