Avavav, marca emergente con sede en Florencia, se ha tomado muy a pecho su lema de “expandir no solo las fantasías sino también las pesadillas más profundas” de quienes visten sus prendas. En un sueño inducidor de escalofríos, de hecho, parece estar inspirado el flamante modelito de botas que ha pergeñado para su última colección, que recuerda más a las patotas del Monstruo de la Laguna Negra que a los gráciles piecitos de la mujer que lo flechaba underwater, Julie Adams. Bautizado Bloody Feet, el calzado anfibio viene en varios colores: verde alga, por supuesto, y un rojo sanguinolento que hace honor al nombre que eligió su creadora, la diseñadora sueca Beate Karlsson, para llamar a su pieza de cuatro esperpénticos dedos, fabricada a partir de material reciclado y altas dosis de silicona.
“Sí, son anatómicamente incorrectos, pero es su naturaleza surrealista lo que realza su estética”, se rinden ciertas voces fashionistas frente a un ítem que también está disponible en azul, negro, violeta metálico; por precio prohibitivo, vale recalcar: casi mil euros. Aclaran además, por si las mosquitas, que son no pura facha: efectivamente se puede caminar sobre ellos. Animarse, ese ya es otro cantar… Entre las valientes, empero, estaría la artista drag Crystal Methyd, finalista de la duodécima temporada de RuPaul's Drag Race, que ya se habría asegurado un par.
“Como diseñadora, me sentiría honrada de ver a alguien usarlos, ¡soy consciente de que se necesitan agallas!”, reconoce Karlsson, que se propone traspasar los límites de la moda en cada oportunidad que se le presenta. De hecho, recuerda en una interviú que Bloody Feet no es el primer calzado irreverente que se manda: tiempo atrás inventó Claw, zapato con forma de mano que no era precisamente fácil de llevar por su peso de casi 3 kilos. “Mis piezas han sido durante mucho tiempo producto de intentar liberarme de las formas conocidas”, asegura Beate, que considera que “abordar la alteridad en el panorama de la moda contemporánea es un vehículo eficaz para cambiar algunos de los errores más urgentes de la industria, sin dejar de lado la innovación”. Aprovechando -según pormenoriza- el material descartado de maisons vecinas (Ricky Owens, Gucci, Jacquemus, entre ellas), produciendo localmente y en cantidades realmente pequeñas, transportando indumentaria en vehículos eléctricos…
“Después de haber pasado tantos meses confinados en nuestros hogares, regresar al mundo real en jeans, zapas y una remerita ya no cuela”, anota revista Dazed, incitando a vestir looks que generen… algo. Miedo, por caso, entre quienes vean las botitas del horror. Y entre quienes las usen porque, todo sea dicho, traen incorporados unos tacos de alto metraje, más peligrosos que la citada criatura del film de Jack Arnold, del ‘54.