Lo primero que una experimenta es el deleite sensorial profundo: el singular chispazo de felicidad y el hipnotismo que provocan ciertos colores y formas. Sólo cuando esa sensación potente que copó el cuerpo se apacigua, es posible empezar a analizar la capacidad de reinvención de la pintura, su espíritu díscolo. Estamos en Fuera de serie, el primer tándem del nuevo programa Paralelo 1 || 3 con el que el Malba inaugura su programación presencial 2021.
La exhibición pone en diálogo obras de Leda Catunda (San Pablo, 1961) y Alejandra Seeber (Buenos Aires, 1968), cuyas exhibiciones están montadas en dos salas diferentes del museo, con curaduría de Francisco Lemus y diseño museográfico del estudio Adamo-Faiden Arquitectos. Ambas exhibiciones establecen vínculos con el patrimonio del Malba, en cuya colección la pintura es central.
En tiempos de pandemia, Fuera de serie se organizó por medio de videollamadas y conversaciones vía Skype, incluso debió posponerse ya que la inauguración estaba prevista para hace casi un año. Desde el museo, señalan que el programa Paralelo 1 || 3 se propone “promover una conversación entre contextos, generaciones y repertorios discursivos, ofreciendo perspectivas compartidas y zonas de diferencia”. El punto de contacto entre ambas muestras, explica el curador de esta primera exhibición, es que las artistas trabajan el collage, la superposición por capas: Catunda con la máquina de coser y Seeber con el pincel.
Graduada en Artes Plásticas en la Fundación Armando Alvares Penteado (FAAP) en San Pablo, donde tuvo como profesores a Regina Silveira y Nelson Leirner, Leda Catunda integra la denominada generación del ochenta.
“Estábamos viviendo los últimos años del gobierno del General Figueiredo, el final de la dictadura militar, nos sentíamos por eso atados y sin poder de acción —dijo la artista sobre ese período—. Al mismo tiempo, se organizaban movimientos por las elecciones directas con marchas por el valle del Anhangabaú. Eran realmente emocionantes y parecía que las cosas finalmente podrían cambiar para mejor. Yo estaba terminando la facultad de artes plásticas en la FAAP y desarrollaba un trabajo de pintura. Por increíble que parezca, en la época, el resurgimiento de la pintura era algo inesperado en un contexto posterior a la desmaterialización del arte y al arte conceptual de los años setenta”.
Lemus señala que a la salida de la dictadura, en la generación de Catunda, el neoconcretismo y el conceptualismo se habían transformado en un legado opresivo: “Pero estos artistas no ven con rechazo las vanguardias de los años sesenta y setenta, sino todo lo contrario porque sus profesores habían pertenecido a esas vanguardias: ellos se suman a la transvanguardia y al neoexpresionismo, pero incorporan elementos vinculados al pop, al conceptualismo y al neoconcretismo”.
Hay sensualidad en las obras de Catunda surgidas de su archivo textil, una especie de usina de materia prima conformada por tejidos diseñados por ella y otros por diseñadores brasileros. Con parsimonia, superpone, cose y pinta sobre telas tan delicadas y hermosas que deslumbran. Hay elegantes terciopelos, velos, sedas, paños satinados y otros simples pero con texturas visuales exuberantes.
Sus obras exploran los límites de las texturas y los materiales al punto de reinventar: crea pinturas blandas. Catunda tiene la capacidad de transformar una jungla —tan sólo por dar un ejemplo— en una especie de pintura en relieve con telas con espesor que avanzan hacia el espectador. Iluminada por una luna de cuero con velos como bruma, cuesta abandonar ese espacio. El referente se aleja, es pura abstracción: polvo, gotas, lagos y bananeros devienen formas simples, orgánicas: un universo extraño que regocija.
Radicada en Nueva York, Seeber, egresada de la Escuela Nacional de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón y participante del Programa de Artistas de la Beca Kuitca, empezó usando programas digitales provenientes del diseño gráfico y de la publicidad. Sus obras son envolventes, luminosas, lúdicas.
A Seeber le gusta el juego. En paralelo con la exhibición en el Malba, en Barro presenta A oJO, una muestra compuesta por un circuito de minigolf, donde se puede jugar y hasta participar de un torneo: quien gane tendrá como premio una escultura realizada por la artista. La exhibición incluye pinturas de Seeber, Berni, Yente, Pettoruti, Hlito, Batlle Planas y Del Prete.
Para quienes por la pandemia hace tiempo no visitan el Malba, se encontrarán en la explanada con Leverage (Apalancamiento) del artista Pedro Reyes (1972, Ciudad de México), uno de los mayores exponentes de la escena del arte contemporáneo mexicano. Hay que subirse y jugar --con la guía del equipo del museo y cumpliendo el protocolo de higiene--.
Se trata de un subibaja nada convencional, donde Reyes evidencia la geometría invisible de las relaciones sociales. A diferencia del clásico juego con dos participantes, aquí para hacer contrapeso a una persona es necesario que en el lado opuesto se sienten otras nueve. En la página del Malba, se consigna que si bien a primera vista Leverage parece una manifestación física de las relaciones jerárquicas y de poder presentes en todas las organizaciones humanas, sin embargo la persona que está sola en el subibaja requiere del grupo en el otro extremo para ejercer su influencia e interactuar. Si alguno de los nueve miembros se para o abandona su asiento, esa persona quedará desamparada: esto evidencia que aun siendo jerárquicas y asimétricas las relaciones humanas exigen procesos de negociación.
Durante la conferencia de prensa de la exhibición, Gabriela Rangel, directora del Malba, afirmó: “La pintura sigue diciendo cosas a las que muy pocas veces prestamos atención. Creo que un discurso de arte contemporáneo en pintura tiene que ser necesariamente histórico: la historia y el arte contemporáneo no están reñidas”. Y añadió: “Ya no se habla ni siquiera de que la pintura está muerta, sino de que el arte está muerto. Creo que no está muerto: está muy vivo”.
Fuera de serie echa por tierra cualquier prejuicio sobre la pintura. En Ni de Eva ni de Adán, novela autobiográfica, Amélie Nothomb indaga y escribe sobre fronteras culturales y emocionales. Considera que sólo el hallazgo de la palabra justa —y su poder a veces atroz, pero preciso— es capaz de evidenciar sentimientos inclasificables. Descubre que en japonés la palabra color puede ser sinónimo de amor. En Fuera de serie, el color es sinónimo de sensualidad: las composiciones de Catunda y Seeber nos sumergen en universos capaces de generar nuevas experiencias. Provocan el goce del ojo voraz, desafiante.
Cuidado con la pintura es el título de una de las obras de Alejandra Seeber que puede interpretarse como un epílogo de la muestra y que alude a una obra realizada en 1971 por Federico Manuel Peralta Ramos (por estos días en la página del Museo Nacional de Bellas Artes se puede ver el corto Federico Manuel Peralta Ramos. Un mago en Mal de Plata).
Cuidado con la pintura —su título— condensa la capacidad de estas dos reconocidas artistas para indagar en el poder de la pintura. Para iluminar su elocuencia y su espíritu vital, rebelde.
La muestra Fuera de serie en Malba puede vistarse en las salas 1 y 3, Niveles 0 y 1. Tickets online: https://www.malba.org.ar/visitar/ Jueves a Lunes: General: $360. Miércoles, general: $180; estudiantes, docentes y jubilados sin cargo. Hasta el 9 de agosto.
BARRO: Con cita previa en https://linktr.ee/Barro_cc. Hasta el 23 de abril