El saxofonista Andrés Hayes es una de las figuras destacadas de la escena del jazz local y en su última producción discográfica aborda un repertorio de standards con un formato inusual. Junto a su quinteto y una orquesta de cuerdas, bautizada Skylark y dirigida por Gustavo Hernández, registró Alondra (publicado por Croqueta Records) y viene presentándolo en vivo con una notable respuesta del público. Ya lo hizo en Thelonious y el próximo viernes 5 de mayo actuará en el Teatro de la Media Legua de Martínez (Aristóbulo del Valle 199).

El disco, que fue grabado en tomas completas, sin ediciones posteriores, tuvo como protagonistas a los mismos músicos que acompañan a Hayes en estas presentaciones: Ernesto Jodos en piano, Hernán Merlo en contrabajo, Sergio Wagner en fliscorno (o flugelhorn, si se prefiere el nombre original) y René Gatica en batería, mientras que la Orquesta Skylark está formada por los primeros violinistas Luis Sava (concertino), Marcelo Rebuffi, Mariana Alvarez y Quique Condomí, los segundos violinistas Irene Cadario, Eleonora Votti, Nicolás Castillo y Visto Renaudeau, Antonio Rubén Jurado, Simón da Silva y Esteban Fioroni en violas y, en cellos, Ellen Casey y Patricio Villarejo.

Hayes ha editado anteriormente tres discos con música original: El silenciero (Sofa Records, 2009); Desde un jardín (Sofa Records, 2011); y El imperio de las luces (2013), con la participación del gran maestro George Garzone. Asimismo, presentó Dos (2014-2015), proyecto audiovisual de versiones en formato de dúo con la participación de Hernán Jacinto, Hernán Merlo, Mono Fontana, Sergio Verdinelli, Enrique Norris y Juan Cruz de Urquiza. “Este proyecto de jazz y cuerdas comenzó hace más de tres años, entre cervezas y hamburguesas, que ya son un clásico de nuestra amistad con Gustavo (Hernández) “, cuenta Hayes. “En 2014, hicimos nuestra primera presentación en vivo en el Festival de San Isidro. Luego obtuvimos el subsidio de CABA por la Ley de Mecenazgo y de esta forma concretamos los videos y grabación. Uno de mis primeros amores con el jazz y el saxofón fueron Parker y las cuerdas, y luego, cada vez que descubría otro disco con cuerdas como el de Stan Getz, Cannonball Adderley, Chet Baker o Lee Konitz, era una fiesta. Así que, para mí, este disco con todos estos tremendos músicos es como un sueño hecho realidad”.