"Profesionales en el underground / quieren poder hacerlo como yo", rima Homer el Mero Mero en Bajo el sol (con DJ Tao), su último sencillo a la fecha. En efecto, este rapero es un personaje distinto y una referencia en la agitada escena local, cuyas bases se profesionalizan a un ritmo frenético, y quieren ver a los ídolos cada vez más de cerca. A sus 30 años, Homer está en otra escala respecto de la generación dorada que creció desde el freestyle en El Quinto Escalón.

"Es 2020 y al boom bap le sigo dando vida", es una de las rimas insignia de su sesión con Bizarrap, publicada a mediados del año pasado. "Colaborar con él es como jugar con el estadio lleno. La tenés que romper, no es como grabar un tema más", confiesa. Y en esa BZRP #30, Homer no mintió: es cultor del boom bap en un tiempo en el que el trap pareció acaparar todas las pistas.

Bajo ese nombre artístico, en 2016 Lucas Darío Giménez arribó a Buenos Aires con una propuesta contundente: había formado Bardero$ junto a C.R.O en Neuquén, y en la capital ya tenían noticias de su flow patagónico. Se volvió referente para muchos apenas cayó desde Cutral Co, donde coleccionó más historias para contar de las que puede recordar. Y con Bardero$, la MDB Crew o en su camino solista (sacó Only Business en 2018 y En punga en 2019), algo de eso siempre se filtró en sus barras.

"En ese tiempo estaba empezando todo este movimiento –recuerda–. Los chicos de KMD estaban arrancando, Duki e YSY A todavía batallaban en El Quinto Escalón, pero ya en ese proceso de dejar las batallas para empezar a hacer música. Al tiempito empezaron con los temas, la rompieron toda. Salió Paulo Londra, salió ese tema Loca, de Khea con Cazzu y Duki, y empezó el movimiento."

Armas, hamburguesas y rock and roll

Ni cinco años después, Homer pita un cigarrillo electrónico, sentado a la mesa de un conocido restaurant italiano de Palermo, donde desde un auto negro unos pibes lo vivan. El sol pone luz sobre los tatuajes, que se distribuyen como puntos en un mapa y dibujan una personalidad tan simple como caótica. Ahí conviven armas, una hamburguesa completa, y Sumo.

"Mis ídolos de chiquito eran ese tipo de bandas: Sumo, los Redondos… Pity para mí es todo. Cuando me hice adolescente, me compraba los discos y me peleaba con mi viejo, que no me los dejaba escuchar. Los chicos de esta época tienen esa educación musical de algún pariente que escuchó mucho rock, y se sigue bancando a full. Hay otros que por ahí no escucharon ni un tema, pero todos queremos quedar marcados en la cultura, para siempre", explica.

El cambio de año fue también una oportunidad de refrescar la cabeza, depurar distracciones, y entrenar. Incluso la gente del restaurant, que lo ve seguido, le comenta que se lo ve más grosso. "Estoy en una etapa de reparación, tratando de sentirme un poco mejor y de encontrarme conmigo", dice. "A veces, por querer vivir otras cosas y divertirse, uno pierde el tiempo."

Con entusiasmo, anticipa que se va a España en abril, un lugar donde el boom bap nunca dejó de ser prioridad: "Es un país muy rapero, en todas las ciudades te encontrás tremendos artistas vieja escuela. Allá el rap no está de moda, pero no se fue nunca, siempre estuvo en una etapa alta. Tengo la posibilidad de trabajar y hablar con ellos todo el tiempo. De hecho, durante mucho tiempo tuve más oyentes mensuales allá que en Argentina. Salís a algún lado y te cruzás guachos en la calle que están rapeando, tirando freestyle, la rompen y no los conoce nadie".

Lo viste en vivo y en directo. ¿Por qué pegó tanto el trap?

--Creo que por lo que son sus comienzos: delincuencia, droga… así se hizo comercial en Estados Unidos. Como fue el reggaetón, ahora estamos mirando al trap. Todos los géneros van teniendo su momento. Pero creo que ya no está sonando con todo; están volviendo el reggaetón y la cumbia argentina. Hay gente que lo hace excelente y lo va a hacer seguir sonando siempre, pero el auge ya pasó, estamos en la última etapa.

Venías de otro lado y eras más grande, pero te escuchaban y terminaste colaborando con varios.

--Conectamos porque la escena era muy chica. Veníamos metiéndole hacía rato, ya habíamos sacado un par de discos, los pibes de El Quinto Escalón nos conocían. La primera vez que coincidimos en algún bar o algo, nos pusimos a ranchear. Está bueno eso que tiene la cultura, que lo veo diferente a otros géneros, como en la cumbia o en el rock, donde las bandas andan cada una por su lado. Acá te ves con los pibes y está la mejor, siempre. No sé si ahora es tanto como antes, en ese momento estábamos todos muy unidos.

Tus letras tienen una tendencia autobiográfica. ¿Por qué esa necesidad de contar la propia historia?

--El que escribe siempre quiere contar algo para sanar. En mi caso, esa necesidad surge del sufrimiento, del dolor. Es tu psicólogo, en ese momento. Cuando uno escribe, transforma la realidad y arma un personaje, que le permite agregar cierto tipo de cosas y crear algo copado, meter un viaje. Yo tengo la historia de Lucas, que soy yo. Me pasaron miles de cosas, al escribir trato de rescatar eso, más un poquito de otras cosas que aprendí por ahí, y voy transformando una historia para contarla como el Mero Mero.

¿Cómo trabajás las canciones?

--Hoy hice una a las 9 de la mañana. Fuimos a lo del productor, charlamos un ratito, sampleó una melodía, puso una batería y dejó la pista sonando. Empecé a tirar un freestyle en silencio, hasta que encontré una rima piola como para decir: "Con esta entro". Para mí, la entrada es fundamental en la canción. Es como pegar la primera piña en una pelea. Si digo una boludez, quizá después no me vas a prestar atención, tengo que entrar bien para que te quedes. Si más adelante hablé boludeces, ya me estás escuchando. Una vez que entré con el freestyle, la termino en un rato. Si me logro concentrar, en media hora, cuarenta minutos, lo tenemos cocinado.

¿Cambiás el tipo de rimas si la base no es un boom bap?

--Sí. Por ejemplo, en el trap me gusta ser todavía más agresivo de lo que soy en el boom bap, porque tiene mucho de punk rock. No uso autotune, algo muy propio del estilo, entonces trato de equiparar con una barra lo más cruda posible, bien hardcore. Si hago trap es porque me divierte y sé que va a sonar, pero prefiero hacer boom bap. Lo siento con una pasión diferente.