Fue la voz concreta y tranquilizadora para escuchar todas las mañanas durante los primeros meses de la pandemia. Carla Vizzotti es una figura familiar, aunque hasta marzo del año pasado haya sido una desconocida para casi todes. Lo que sólo saben quienes la conocen bien es que es divertida aun en los momentos difíciles. Es capaz de descolocar a circunspectos funcionarios rusos con un chiste en medio de una negociación tensa. Cuando habla en inglés, es tan larguera y detallista como en español. Trabaja más allá de sus posibilidades, con una planilla de datos, las intricadas explicaciones científicas sobre las vacunas o la toma de decisiones. Su capacidad de hacer distintas cosas, incluso a la vez, es subrayada por todas las personas que la conocen. “Pero una sola persona no puede multiplicarse por diez. Ojalá hubiera diez, cien Carlas en un gobierno”, se entusiasma una de sus amigas.
Desde que se convirtió en la cara visible de las políticas sanitarias frente a la pandemia, Vizzotti despierta relatos admirados. Y si bien no hace eje en sus emociones, sí dijo que la salida de Ginés González García del gobierno le generaba “sentimientos muy encontrados”. “Siempre voy a hablar con Ginés”, les respondió a Ernesto Tenembaum y Reynaldo Sietecase esta misma semana, cuando todo el mundo hablaba de su relación con quien se considera su mentor. Más allá de los pliegues que no cuente, Carla se encarga de subrayar que se mantiene “la mayor parte del equipo” que acompañó a Ginés al frente del Ministerio, y eso también es una declaración de principios.
Que una mujer de 48 años tenga estatura técnica y política propia, que su trabajo se agigante en el manejo de una situación que describió –al comienzo de la pandemia-- como “la mayor responsabilidad” de su vida, resulta todavía inquietante para algunos, a juzgar por el “análisis” de un columnista que la calificó de “desvirgada”. ¿Qué imaginarios llevan a usar ese término para una funcionaria cuya solvencia está probada? Si bien la columna fue despublicada, queda claro que nadie hubiera hablado así de un flamante ministro, y mucho menos si llegó al cargo con tanto mérito acumulado como Vizzotti.
Enfrentada a una situación inédita para la humanidad –la pandemia-- a Vizzotti le toca asumir el Ministerio en una crisis dentro de la crisis: la vacunación fuera de protocolo que develó el periodista Horacio Verbitsky puso en entredicho para la opinión pública todo lo hecho en materia sanitaria, y ella debió salir con su mezcla de diplomacia y contundencia. “Es muy importante dimensionar que fue excepcional, que no se repite sistemáticamente, y que fue tomada con la gravedad que tuvo por parte del presidente”, dijo en la misma entrevista –una de las varias que dio desde su asunción—y dejó en claro un horizonte de salida: la firma de la autorización de emergencia para Sinopharm y la creación de un sistema de monitoreo público de vacunación.
Desde que se convirtió en la voz de las políticas públicas frente a la covid-19, Vizzotti también fue merecedora de perfiles en los medios de comunicación. Cualquiera que haya googleado sobre esta médica recibida en la Universidad del Salvador podrá saber que es hincha de River, que se dedicó desde muy joven a convencer a descreídos sobre la eficacia de las vacunas (décadas antes de cualquier atisbo de covid-19), que ama locamente a sus tres sobrinos, que ocupó durante nueve años la Dirección Nacional de Control de Enfermedades Inmunoprevenibles hasta que en 2016 la echó el gobierno de Mauricio Macri. Se le reconoce ser la responsable del calendario de vacunación argentino, modelo en el mundo por sus 19 vacunas gratuitas y obligatorias.
En noviembre, cuando volvió de su primer viaje a Rusia para negociar la llegada a la Argentina de la Sputnik V, Carla se dedicó a defender la eficacia de la entonces demonizada “vacuna rusa”. “Como siempre, los que nos vacunamos vamos a proteger en forma indirecta a quienes no se vacunan porque deciden no vacunarse y trabajaremos muy fuertemente para que puedan acceder los que no se vacunan porque tienen barreras al acceso. Así funcionan las vacunas porque son solidarias”, declaró en una entrevista a Futurock en noviembre.
Simpática y empática, dicen quienes comparten horas de trabajo con ella. El 27 de octubre pasado hizo un twitt recordando a Néstor Kirchner y un comedido le contestó: “Hacés un buen trabajo, pero agradécele a tus viejos mejor que seguro son los responsables. Tonteras no”. La respuesta de Carla fue como un gol de esos que festeja cuando los hace River: “A mis viejos les agradezco todos los días, ellos y yo sabemos que sin un Estado presente que iguale las oportunidades no es lo mismo”.
Tras ser expulsada del gobierno por el entonces ministro de Salud Jorge Lemus, en 2018, Carla dijo en una entrevista con el diario Tiempo Argentino: “A mí lo que me da mucha angustia e impotencia es la falta de empatía hacia el otro, no sólo del gobierno, sino de parte de la sociedad, como si estuvieran viendo otra película. Y hay muchos que realmente la están pasando muy mal. Los movimientos sociales, el movimiento feminista, que es muy transversal, han mostrado que organizándose pueden generar situaciones muy importantes. Es un camino para andar, para aprender cómo cambiar las cosas”.
Feminista en construcción, reconoce que su pertenencia al grupo Mujeres Gobernando le quitó la venda de muchas injusticias que antes naturalizaba o, mejor, sobrellevaba con un chiste. Ahora sigue apelando al humor, pero con menos ingenuidad. Sus compañeras de ese grupo la admiran, y por eso los mejores augurios ante su designación vinieron de muchas de ellas, como la secretaria Legal y Técnica Vilma Ibarra y la asesora presidencial Cecilia Nicolini. Quienes la conocen dicen que combina su capacidad de trabajo con su encanto, y que trata a todo el mundo con la misma calidez. Hace docencia sobre las vacunas no importa dónde o cuántas veces haga falta, y al mismo tiempo, absorbe otros conocimientos. Eso sí, tras una reunión donde se ponga a prueba, consulta si lo hizo bien.
Cuando le preguntaron si se vacunó, subrayó que no. Después de su segundo viaje a Rusia, cuando llegó la primera tanda de vacunas a fines de diciembre de 2020, “era el momento para vacunarse”, subrayó. “Teníamos que generar confianza, por eso a mí me parece que las personas que se vacunaron en ese momento lo hicieron por esa idea, y no para tener un beneficio, porque circulaban noticias falsas y que un referente recibiera la vacuna en ese momento impactaba positivamente”, agregó. En ese momento no podía vacunarse porque estaba tomando una medicación que lo contraindicaba. “Me pareció que después surgía toda esa situación en relación al privilegio o no privilegio y decidí esperar”, contó con un aplomo envidiable para los desafíos que enfrenta.