En la increíble saga de descuido y maltrato que el gobierno de la Ciudad perpetra contra los ciudadanos y la democracia en esta megápolis, a los trabajadores del Centro de Salud N°1 Hugo Rosarios que se presentaron en el Hospital Pirovano para aplicarse con su turno programado la vacuna contra la covid se les informó que no había dosis. Lo mismo sucedió con los profesionales del Centro de Salud N° 3 “Dr Arturo Ameghino” que ayer concurrieron con el turno programado al Hospital Durand.
Entre tanto, los socios del Hospital Alemán y otras instituciones privadas gozan el privilegio de aplicarse la vacuna que el gobierno del Pro les ha cedido en una virtual privatización del antídoto contra la covid. Por esta acción, el jefe de Gobierno fue denunciado penalmente, acción que recayó en el juzgado de Ariel Lijo y la fiscalía de Carlos Stornelli.
Tal como la justicia con este fiscal (Stornelli), que sigue en funciones tras ser procesado por participar en una asociación ilícita de espionaje y extorsión, el gobierno de la Ciudad degrada su responsabilidad de velar por la igualdad y el justo trato a los ciudadanos al manejar a discreción los insumos que el gobierno nacional ha adquirido para enfrentar una pandemia de arrasadoras consecuencias para la salud pública. Lo más grave es que esta situación se lleva adelante con la indiferencia o el apoyo de un sector de la población adormecido por el perverso discurso de los medios hegemónicos, sin percatarse de que la maniobra del gobierno cambiemita beneficia a unos pocos y descuida a muchos, entre ellos los mayores de ochenta años que pocas horas atrás pujaban por conseguir un turno para luego hacer fila bajo la lluvia mientras esperaban la aplicación de la vacuna.
Sospechamos que una deliberada infantilización del discurso cala en algunas capas de la comunidad para hacer posible este desaguisado de imprevisibles consecuencias. Se trata de una estimulación de las fantasías más regresivas del sujeto: ese lugar encantado donde por fin las personas buenas poseerían todo lo que se merecen porque nadie tendría dudas acerca de dónde está el bien y dónde está el mal. Es decir, un destino de hadas para que el “His Majesty the Baby”(1) de cada individuo retorne en la identificación con el Monarca/garca, que sin embargo les miente de manera descarada. Lo cierto es que hoy se escuchan, expresados casi con solemnidad, los más disparatados argumentos con el fin de disimular la ineptitud, la maledicencia y el atropello con que este gobierno citadino deja ver días a día y hora por hora su vocación autoritaria. En efecto, si tal como advierte Freud, ”primero uno cede en las palabras y después, poco a poco, en la cosa misma”(2), se hace imprescindible entonces condenar los discursos que relativizan o justifican este flagrante insulto a la democracia.
Sergio Zabalza es psicoanalista.
1. Sigmund Freud, “Introducción al narcisismo”, en Obras Completas, A. E. Tomo XIV, p. 88.
2. Sigmund Freud, “Psicología y análisis del yo”, en Obras Completas, A. E. Tomo XIX, p. 87.