Un nuevo juicio por los crímenes cometidos contra militantes que participaron de la Contraofensiva de Montoneros durante la última dictadura cívico militar eclesiástica comenzará esta tarde. El Tribunal Oral Federal número 4 de San Martín empieza a revisar la responsabilidad del militar retirado Mario Ocampo en secuestros y torturas que tuvieron lugar en Campo de Mayo. El único acusado en este nuevo debate estuvo prófugo hasta principios de 2019 y quedó fuera del primer juicio.
Ocampo será juzgado a partir de las 14 de hoy por su responsabilidad en su carácter de ex integrante del Destacamento de Inteligencia 201 del Ejército con asiento en la guarnición militar de Campo de Mayo en los crímenes perpetrados contra 40 militantes montoneros entre 1979 y 1981.
El acusado hizo carrera en el Ejército. Llegó a Campo de Mayo en 1979 desde Mendoza, donde se desempeñó en la Compañía de Ingenieros de Montaña de Campo Los Andes, con el objetivo de integrarse a la escuela de Inteligencia del Ejército.
Según consignó el Ministerio Público Fiscal, Ocampo fue indagado en 2011 por la desaparición de Félix Ordenes, un joven que fue visto por última vez en agosto de 1976 cuando cumplía servicio militar obligatorio en Campo de los Andes. En 2012, el ex militar debió ser indagado por los secuestros del delegado gremial Marcos Antonio Valdez y del empleado Lucio Olmedo Arizu, hechos por los que solicitaron su detención. Ni una cosa ni la otra pudieron concretarse: Ocampo se profugó.
Fue localizado en 2017 en un barrio privado “Bermudas” de Pilar, provincia de Buenos Aires, tras una medida solicitada por el Ministerio Público Fiscal en el marco de la investigación de su paradero: que la Policía Federal identificara las direcciones IP desde donde Ocampo y su esposa ingresaban a sus correos electrónicos, consignaron desde la Procuración. Su captura, no obstante, se pudo concretar dos años después, a principios de 2019, y con la intervención de la Policía Aeroportuaria.
En paralelo a la causa por secuestros en Mendoza, Ocampo era investigado en el expediente que ahondaba en las responsabilidades de secuestros, torturas, desapariciones y asesinatos cometidos por el aparato del terrorismo de Estado contra los participantes de los operativos que Montoneros efectuó en el marco de la Contraofensiva. El acusado fue investigado por su participación en 40 casos mientras fue jefe de la Segunda Sección del Destacamento de Inteligencia 201 del Ejército, con asiento en Campo de Mayo.
Dos juicios en paralelo
El juicio contra Ocampo es el segundo que se desarrolla por los crímenes contra los participantes de la Contraofensiva y llega casi dos años después de la puesta en marcha del primero, que cuenta casi una decena de ex integrantes del Servicio de Inteligencia del Ejército en el banquillo de los acusados y que por estos tiempos transita la etapa de alegatos.
A pesar de que fue recapturado apenas un par de meses antes del inicio del primer debate oral, el ex jefe de la Segunda Sección del 201 quedó afuera. Podría haber sido añadido a la nómina de acusados junto con el represor Marcelo Cinto Courteaux, añadido en unas segunda etapa, pero por diversas estrategias dilatorias de su defensa, especialmente dedicada a impedir que sea juzgado, no fue posible.
Los mismos jueces del TOF número 4 de San Martín que están a cargo del primer juicio son los que dirigirán este que comienza este jueves. Como éste comienza sin que su predecesor haya culminado, es como si los procesos fueran en paralelo, a nivel probatorio es imposible vincularlos: “Como no terminó el primero, los hechos generales, que son los que comparten, no están acreditados así que hay que volver a probar todo”, indicó una fuente familiarizada con el proceso.
Sin ir más lejos, el expediente que revisa los operativos contra la Contraofensiva de Montoneros por parte de la última dictadura cívico militar eclesiástica sigue abierto en instrucción; la jueza federal Alicia Vence sigue investigando. Entonces, si bien lo ideal hubiera sido juzgar a todos los responsables juntos, tampoco es factible en términos de celeridad esperar a que haya sentencia firme en el primer debate para comenzar con el segundo.