Se vive así: se nace, se crece, se enamora, se rompe el corazón, se restituye el orden, se trabaja, se sufre, se vuelve a enderezar, se sueña y a veces, solo a veces –porque el destino nunca es tan regalón–, esos sueños se concretan. Fueron años feroces para Roberto Daniel Bravo, a quien todo el mundo llama "Dany de Caraza", rapero argentino de 27 años, nacido en Palermo, criado en Villa Caraza. Y quien, como tantos, se gana el pan cartoneando por las calles de su barrio, en el sur del conurbano bonaerense.
"Tengo que poner mi vida en cada barra", se dijo a sí mismo, mientras llenaba sus zapatillas de tierra, entre pasillos estrechos, casillas frágiles y senderos de polvo. Allí, juntó cada pedazo de cartón que, luego de pasar por una balanza, convirtió en $1500 que puso taca-taca para grabar Alma de guerrero, su último tema junto a XXL Irione.
Meses antes, un amigo le había conseguido ser telonero de XXL Irione. Y Dany, junto a Alison, su hermana y confidente, llevó un kilo de pan y tres latas de paté para comer antes del show. En los camarines, Dany se encontró de frente con una sorpresa: había comida y alcohol. "Yo ni sabía lo que era telonear. Me encontré con todo eso para comer y tomar, y me puse como un pibito de 10 años", cuenta entre risas.
Desde ese día, desde aquel primer show en PelaGatos Radio, en San Isidro, Dany supo que la música podía darle un mejor porvenir, que no era un berretín cualquiera, que su pasado como futbolista (jugó en Lanús, Talleres de Escalada y Tristán Suárez) ya no volvería, y que seguiría cartoneando (por necesidad y, también, por decisión). "Así empecé a crecer profesionalmente", dice. Pero hubo un antes de antes, y nunca fue peor que entonces. Había asfixia, necesidades y adicciones. Problemas sentimentales, carencias y una herramienta: la música.
Adonde me lleve la vida
"Arranqué con la música hace unos años. Siempre fui un pibe muy enamoradizo. Me había peleado con una piba que andaba y dije 'bueno, ya fue, me voy a poner a escribir un tema'", cuenta. De ese desamor salió Duele perderte, un rap romántico que hizo con ayuda de su hermana y que grabó de forma casera en un cuarto de su casa. Buscaron una pista en YouTube, le dieron mecha y Alison captó todo con su teléfono celular. "A la gente le gustó, pero era re cuadrado para hacer rap."
En 2016 falleció su padrino y eso le provocó una crisis que lo llenó de tristeza. Por eso, un día, para sacarlo del pozo, un amigo, Pablito, lo llevó a conocer a Piki 3p, uno de sus raperos favoritos. A partir de ese gesto celestino que tenía destino de anécdota, terminó presenciando la grabación de La unión del rap argentino y compartió la experiencia al lado de Emanero, Sony, Malajunta, Núcleo y otros referentes de la escena. "La vida no me quiere ver tan mal", relajó para sus adentros.
Enseguida, envalentonado por aquella experiencia, se metió a cantar en bares de Monte Grande. Mechaba temas suyos con covers de XXL Irione y, con el aplausómetro de la gente a su favor, se ganaba unos puchos. "Me llamaban de lugares pero necesitaban más temas míos", asegura. Sin embargo, intempestivamente, dejó la música.
"Me había juntado, me mudé a Guernica y ahí la pasábamos muy mal. Siempre trabajé en la calle y Guernica no era como Caraza. Me sentía re inútil. Estuvimos 15 días a puro mate con pan casero porque no teníamos ni gas. No me aguanté más y me volví a Caraza", detalla. Regresó a la casa de su madre, trabajó de carnicero en un conocido supermercado ("Me corté con una sierra, se me venció el período de prueba y me echaron") y terminó cartoneando una vez más. "Me gusta salir a ganarme lo mío sin que nadie me mande", apura. Gracias a su empeño para salir a cartonear, volvió a pararse. Y, ya erguido, regresó a la música.
Encontrarle el gustito
Con la liquidación del sueldo de carnicero, Dany grabó Dichos de la vida, su primer videoclip. El devenir de su propia vida, las idas y vueltas en el amor y su mirada del mundo terminaron hechas canciones. Hasta que en 2019 volvieron a convocarlo para un show en vivo: "Me llamaron un domingo para un show en Villa Fiorito. Canté 5 temas, me gané mi plata, pude comprar comida para mi familia y le empecé a encontrar un gustito más profesional a todo".
A la sazón, la pandemia se convirtió en un surco oscuro, sinuoso, difícil: perdió a algunos familiares (uno por Covid-19), le costó trabajar, coqueteó con alguna adicción. Pero la música volvió a ganar esa pulseada. Grabó Alma de guerrero, en la que cuenta sus bemoles. "Yo vengo de la calle cartoneando todo el día/ Me mira siempre raro cuando pasa mi vecina/ Señora esté tranquila que no soy un criminal/ Estoy buscando plata pa' poderme alimentar", canta en su clip, mientras arrastra su carro por Lanús. Por ahí, se yergue estoica la mítica casa de Diego Armando Maradona. "Con mi música quiero unir a los barrios", desliza.
Oficialmente, Dany considera que su carrera comenzó luego de estrenar video al lado de XXL Irione, que es uno de sus referentes, junto Fuerte Apache, Esteban el As, El Melli o Lucas de Puerta de Hierro. Mañana estrenará el de su rap de protesta, Rapero pero. Y, por estos días, está curando un ciclo de músicos del conurbano en Prana Pelu y ya se enlista para sumarse como tallerista de rap en Villa Fraga, en el barrio de Chacarita.
"Siento que éste es mi momento y no puedo desperdiciarlo. Cuando estrenamos Alma de guerrero me abracé con Nahuel Herrera, mi gran compañero de escritura, y con mi hermana, y lloré una banda. Cada cosa buena que se me da, lloro. Es una lucha ganada entre todas las que perdí. Es el principio de algo lindo. Seguramente llore cuando vea esta nota publicada", cierra.