La Corte Suprema del Reino Unido dictaminó en forma unánime que Uber debe reconocer a sus choferes como trabajadores y no como “empleadxs por cuenta propia”. La decisión abre la posibilidad de que los litigios contra Uber se multipliquen exponencialmente, pero lo que es más importante, que las formas de trabajo que instaló la llamada gig economy sufran su primer gran revés.
Lo es especialmente porque Uber no tiene más instancias de apelación y aunque el fallo afecta en forma directa un grupo reducido de choferes, se trata de un caso testigo que marcará otros litigios en trámite y cuyas implicancias sólo podemos empezar a discutir.
Hasta ahora, la categoría de quienes manejan para Uber se mantuvo en disputa no sólo en el Reino Unido sino globalmente. En los últimos años, la compañía invirtió millones para lograr victorias como la que obtuvo el pasado noviembre en Estados Unidos, donde conquistó seguir operando bajo el modelo que categoriza a les choferes como “independientes” y a la app como intermediaria.
La demanda de los trabajadores nucleados en el sindicato App Drivers & Couriers Union de Inglaterra, y el fallo de Corte, cambian radicalmente esa suerte. Limitan las posibilidades de operar en base a un trabajo por debajo del salario mínimo, objetan la validez de los contratos y condicionales laborales que la compañía impone y alertan sobre los mecanismos que se usan para evadir el reconocimiento de derechos básicos.
Transporte
Además, señalan que no es una aplicación para “poner en contacto” clientes y vendedores de un servicio, abriendo la puerta a que se considere a Uber como una empresa proveedora de servicios de transporte, lo que los obligaría a cumplir regulaciones y pagar impuestos que, hasta ahora, logró evadir.
Los elementos que se destacaron del fallo tienen trascendencia general pues derivan la relación laboral de elementos que son comunes a otras empresas de la economía de plataformas, como que es la compañía la que establece la tarifa con la que operarán les trabajadores, la que establece en forma unilateral los contratos y los cambios en los mismos y la que monitorea, evalúa y penaliza a les choferes a partir de su "management del algoritmo".
El modelo que presentó Uber hasta ahora permitió desarrollar la tercerización del trabajo transfiriendo riesgos y costos ya no a empresas subordinadas y satélites, sino a lxs trabajadores mismos. La organización de lxs "autónomos" y la acción sindical que movilizó la demanda muestran la vitalidad de una disputa laboral mayormente silenciada.
El fallo representa una gran victoria y límite a la forma en que hasta ahora la economía digital pensaba llevar adelante la uberización de todo.
* Lecturer in Employment Relations, Cardiff University, Reino Unido.