Desde París
El Ejecutivo francés sigue en búsqueda de la insondable fórmula para coexistir con la covid-19 sin cerrar el país por completo. La pandemia se ha ensañado con todas las opciones que se llevaron a la práctica y el gobierno se encuentra hoy ante los escasos resultados de una política que se fijó como rumbo adoptar nuevas restricciones sin por ello decretar un reconfinamiento general como en 2020. Cierre de bares y restaurantes, toque de queda a partir de las 8, luego atrasado a las 6 de la tarde, cierre de centros comerciales y otras medidas candado empiezan a sonar hoy como insuficientes.
El virus y sus variantes se han propagado de forma tan veloz que el gobierno volvió a anunciar este jueves otro dispositivo anti Covid. El primer ministro francés, Jean Castex, reconoció que “la situación sigue degradándose, vamos a tomar medidas que entrarán en vigencia durante la semana del seis de marzo”. El Ejecutivo ha puesto a unas 20 regiones de Francia “bajo vigilancia reforzada” y la semana próxima dará a conocer hasta donde llegaran las restricciones previstas para el próximo seis de marzo.
El dispositivo que se avecina atañe a la totalidad de Ile de France (donde se encuentra París) así como las regiones del Ródano, las desembocaduras del Ródano, una buena parte de los Altos de Francia, Drône, Moselle, Meurthe-et-Moselle, Eure-et-Loir, el Norte, Oise, Pas-de-Calais y Somme. La extensión de estas regiones cubre el país de Norte a Sur. Es muy probable que en marzo las medidas se asemejen a las que ya están en vigor en Niza y Dunkerque, donde se decidió aplicar confinamientos locales durante el fin de semana. Dunkerque está ubicada en el litoral, exactamente frente a Inglaterra y es un puerto de circulación muy densa, mientras que Niza es la quinta ciudad de Francia y una de las más importantes de la costa Mediterránea.
Con esta estrategia, el gobierno territorializa la gestión de la crisis sanitaria en vez de implementarla a escala nacional. La perspectiva de un nuevo confinamiento general no se descarta, pero el gobierno hace todo lo posible para evitarlo. Durante las últimas semanas imperaba cierto optimismo en el seno del Ejecutivo, pero este se fue diluyendo con el avance de la pandemia, particularmente la variante británica, la cual ya concierne más de la mitad de los casos detectados. No obstante, la situación contiene paradojas. Si bien es cierto que hay regiones donde los niveles de propagación son preocupantes, Francia no afrenta en este momento la explosión de contaminaciones que se previa hace dos semanas.
Las cifras prosiguen sin embargo en ascenso. La Salud Pública contabilizó 140.000 casos nuevos en los últimos 7 días contra menos de 130.000 la semana anterior. Hay 26.000 pacientes hospitalizados y 3.400 en reanimación, lejos de los 7.000 de la primera ola y de los 4.900 de la segunda. En suma, la pandemia se esconde en algunas regiones y salta en otras. Según las cifras presentadas por Jean Castex, las últimas 24 horas fueron muy alarmantes con un pico de más de 30.000 casos registrado el miércoles 24 de febrero,”una cifra que no habíamos alcanzado desde noviembre”, admitió el jefe de gobierno.
El presidente Emmanuel Macron está bajo el foco de las críticas por la incierta apuesta de diseñar esquemas de contención parciales y locales y no globales, por no actuar con urgencia en las regiones en estado de alarma (Niza y Dunkrque). Este jueves trascendió una nota de 113 páginas emitida a finales de enero por el comité científico que asesora al gobierno en el cual los integrantes preconizaban un “confinamiento estricto” por un plazo de cuatro semanas durante el mes de febrero. ”El confinamiento estricto como en marzo y abril (2020) sería una medida capaz de reducir fuertemente la circulación epidémica”, escribió el comité. El gobierno hizo caso omiso de la recomendación y optó por otro camino que tampoco arrojó los resultados esperados.
El futuro seguirá siendo un país encerrado. Nada permite contemplar un horizonte despejado. Muy por el contrario, cuando se le preguntó en qué momento los franceses podrían esperar que las medidas sean menos duras, Castex respondió que no era posible “en este momento contemplar medidas de relajamiento”. Castex evocó “el fin de la primavera” (finales de junio) como eventual plazo para aligerar los dispositivos. El gobierno pasó del optimismo a la decepción con el transcurso de las semanas. Hacia finales de enero, Macron descartó un confinamiento nacional y en su lugar decidió aplicar un toque de queda a partir de las seis de la tarde junto a otras disposiciones de acompañamiento con el fin de limitar la expansión pandémica. A principios de febrero los indicadores empezaron a bajar y con ellos subió la confianza del gobierno y la certeza de que se había decidido por la buena opción. Al cabo de una semana la incidencia del virus había bajado un 2%. Ahora, el mes de marzo arranca en plena incertidumbre a raíz de los acelerados repuntes regionales de la covid-19. El virus siguió avanzando sobre los dos territorios: el de la salud y el de la gestión política de la crisis sanitaria.