El mismo día en que Néstor Kirchner hubiese cumplido 71 años, murió José “Pepe” Nun, exsecretario de Cultura, politólogo y ensayista. Tenía 86 años y había sido investigador del Conicet y fundador del Instituto de Altos Estudios Sociales de la Universidad Nacional de General San Martín. Desde el inicio respaldó la gestión de Kirchner, pero con una característica acaso “anómala”, que señaló José Pablo Feinmann en una contratapa de este diario: “Con Nun, el Gobierno K no sólo le ha dado la cultura a la izquierda, sino a alguien que no tuvo nunca nada que ver con el peronismo. Al menos como ‘adherente’ del mismo, ya que no demasiados han pensado al peronismo tan hondamente como Nun. Pero Nun, no. Siempre fue no peronista. Y hasta, a decir verdad, a veces parecía antiperonista. Cosa que se justifica dado que entre los innumerables rostros que el peronismo ha exhibido a lo largo de su historia algunos fueron espantosos; tanto, como para que cualquiera fuera anti ‘eso’ que ‘ahora’ era el ‘peronismo’. Pero aquí la cosa cambió. A Nun le interesa la gestión de Kirchner. No la aprueba en totalidad. Pero sabe que si tuviera que adherir a algo que aprobara en totalidad jamás adheriría a nada”.
Esta característica de Nun, no ser peronista, coincidió con la transversalidad inicial del kirchnerismo, del que terminaría tomando distancia. Se desempeñó como secretario de Cultura entre noviembre de 2004 y julio de 2009: comenzó con el primer gobierno de Néstor Kirchner, después de la renuncia de Torcuato Di Tella, y continuó hasta el segundo año del mandato de Cristina Fernández.
“El Estado nacional debe aspirar a la descentralización para revitalizar la cultura con plena conciencia de la victimización y del castigo que han sufrido históricamente las culturas populares, particularmente en los últimos tiempos por el fundamentalismo de mercado”, dijo durante el Primer Congreso Argentino de Cultura, que se realizó en Mar del Plata en agosto de 2006. Los caballitos de batalla de Nun fueron el programa “Libros y Casas”, que entregaba una biblioteca equipada con 18 libros a familias beneficiarias del Plan Federal de Viviendas, un programa que fue adoptado por Cuba, México y Chile; y el Programa Café Cultura Nación, concebido para incentivar el hábito del diálogo, la discusión, el debate; “ver al otro como un adversario que hay que convencer con argumentos y no como un enemigo que hay que liquidar”, aclaraba el entonces secretario de Cultura, que impulsó la Campaña contra el Tráfico Ilícito de Bienes Culturales, organizó dos Congresos Argentinos de Cultura (el segundo fue en 2008) y lanzó el proyecto de “Ley Federal de Cultura”. También organizó los “Debates de Mayo” y los “Foros del Bicentenario”, que reunieron a especialistas argentinos. Además, durante su gestión se creó el proyecto de la Casa del Bicentenario.
El autor de libros como La transición democrática en la Argentina, Marginalidad y exclusión social, Democracia: ¿gobierno del pueblo o de los políticos?, La desigualdad y los impuestos y La política y la democracia en clave argentina, entre otros títulos, reconoció que su gestión como secretario de Cultura no fue espectacular “porque no estoy dedicado al espectáculo, y la ciudad de Buenos Aires está acostumbrada al espectáculo”, ironizaba Nun para devolver la crítica recibida por Hernán Lombardi, entonces ministro de Cultura de la Ciudad, que había calificado la gestión cultural nacional como “débil” y “poco espectacular”.
Abogado recibido en 1961 en la Universidad de Buenos Aires con diploma de honor, especializado en Problemas de Desarrollo Económico en la Facultad de Ciencias Económicas de la misma universidad, en 1964 obtuvo el Diploma Superior de Estudios e Investigaciones en Ciencias Políticas de la Fundación Nacional de Ciencias Políticas de la Universidad de París. Nun ganó la Beca de la John Simon Guggenheim Foundation en 1991 y fue distinguido con el Premio Konex en Ciencias Políticas en 1996. El mismo año recibió el Doctorado Honoris Causa Universidad Nacional de San Martín. En 2018 el Senado de la Nación le otorgó una Mención de Honor.
“La dictadura no terminó en el 83, termina en el 2003-2004 en términos de fin de la impunidad, recambio en la Corte, anulación de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final. El gobierno de Kirchner representa ante todo el fin de la dictadura militar”, dijo en una entrevista con José Natanson, cuando se estaba por cumplir el primer año del gobierno de Kirchner. “El kirchnerismo es tan peronista como no peronista. El peronismo, igual que otros populismos, tiene una doble condición de fragilidad y fortaleza. Lo que le da fortaleza es su carácter comprensivo y diverso, lo que le da debilidad es la heterogeneidad derivada de ese carácter. Esto lleva a la necesidad de un líder. Cada vez que una de estas corrientes trató de homogeneizar al conjunto, el peronismo estuvo al borde de la ruptura", reflexionaba el politólogo. Lo que representa Kirchner está en las antípodas de Menem, pero no hay una univocidad peronista que permita decir que uno lo es y el otro no. Si uno dice que es peronista ya es peronista. No hay una esencia del peronismo, ni un Vaticano peronista que te pueda excomulgar. Kirchner hace bien en no renunciar a su pertenencia y al mismo tiempo abrirse a un espacio más amplio, que uno podría denominar de centroizquierda”.
La distancia con el kirchnerismo se fue profundizando después de su renuncia a la secretaría de Cultura en 2009, cuando fue reemplazado por Jorge Coscia. “Yo creo que Cristina Kirchner es ‘la presidenta de facto’ y, en realidad, Alberto Fernández se sigue desempeñando como lo hacía hasta el momento que ella lo echó del cargo, en 2008, es decir, como jefe de Gabinete. Por lo tanto, tiene un margen de autonomía limitado y hace lo que ha venido haciendo, que es cambiar de opinión de un día para el otro, así como la cambió de un año para otro”, declaró Nun en una entrevista en una entrevista con el diario La Nación en septiembre del 2020. “Cada vez que hablan Alberto Fernández, Kicillof y Cristina, no dejan de referirse al macrismo, que finalmente estuvo en el poder solo cuatro años. Y esto, lejos de indicar fortaleza indica la debilidad política actual. Es un recurso constante del actual gobierno: toda crítica se responde atacando a Macri. Como si el acusado de un delito se limitase a decir que su vecino es un ladrón -agregó en esa misma entrevista-. Cuando a Perón se lo cuestionaba, Perón hablaba del futuro y lo hacía porque tenía un proyecto”.