El Laboratorio Richmond de la Argentina informó este viernes que en Moscú se suscribió un Memorándum de Entendimiento con el Fondo de Inversión Directa de Rusia (DRIF) para que se fabrique en la Argentina la vacuna Sputnik V. La producción estará a cargo del Laboratorio Richmond en asociación con Hetero Labs Limited de India y por eso Richmond hizo el anuncio oficial con una carta a Bolsas y Mercados, que es una nueva bolsa en la que cotizan las principales empresas del país. El desarrollo debería garantizar, a mediano plazo, seguramente en el segundo semestre de 2022, una provisión fluida de la vacuna creada por el Instituto Gamaleya. Sucede que la transferencia de tecnología tarda y no es sencilla, pero la clave es tener una provisión porque habrá nuevas mutaciones y variantes, frente a los cuales se requerirá un stock de vacunas. Richmond, que tiene una tradición de proyectos farmacéuticos estratégicos, no cuenta con una planta en la Argentina, de manera que tendrá que construir una y la localidad elegidas es Pilar. En el corto plazo, el gobierno está esperando un flujo semanal de la vacuna Sputnik y las primeras partidas llegarán dos vuelos que salen este viernes desde Ezeiza (ver aparte).
El anuncio hecho por el Laboratorio Richmond redondea las negociaciones que se vienen llevando adelante en Moscú desde hace meses. Es un acuerdo de máxima importancia porque los científicos consideran que es muy probable que el coronavirus siga el camino de la influenza, es decir que el virus vaya mutando, aparecen variantes nuevas significativas todas las semanas, por lo que posiblemente se requerirá la producción de vacunas contra el Covid en los próximos años, con elecciones y diseños diferentes.
En el corto tiempo que existe el virus, ya aparecieron siete variantes, dos de ellas anunciadas en los últimos días. La nómina arrancó con la del Reino Unido y fueron apareciendo la de Sudáfrica, Manaos, Rio de Janeiro, California, Nueva York y una variante en un neonato. Este jueves, el equipo de la Universidad de California, encabezado por el profesor Charles Chiu, publicó una nota científica con el título El diablo está aquí, referida a la variante de California. La publicación produjo un impacto fuertísimo. No obstante, hasta el momento, las vacunas lograron neutralizar las distintas variantes, aunque en algún caso se requirió de una mayor concentración de anticuerpos. La variante más resistente es, hasta ahora, la de Sudáfrica. El contrapeso a ese panorama pesimista es que cuando se reduzca la circulación del virus, la lógica indica que las mutaciones también se reducirán muchísimo. Con todos estos elementos a la vista, lo que queda claro es que tener producción propia de vacunas es decisivo, porque permite no depender de vuelos ni aviones ni farmacéuticas de otros países para tener un stock de vacunas. Como en el caso de la gripe, habrá un intercambio internacional de información sobre cada nueva variante y las vacunas se irán adecuando.
Hay otro elemento sobre el que todavía no existen precisiones: la eficiencia de los anticuerpos creados por las vacunas a lo largo del tiempo. El Covid es muy nuevo de manera que resulta imposible diagnosticar con seguridad si de acá a un año siguen siendo eficaces los anticuerpos surgidos de las vacunas. Es un interrogante que se suma al del surgimiento de las distintas variantes.
De acuerdo a los expertos consultados por este diario, la transferencia de tecnología del Gamaleya y la colaboración entre el Laboratorio Richmond y el Hetero Labs de India son valiosísimos en sí mismos porque constituyen un avance científico para la Argentina. Hoy en día, la concentración en los países centrales es máxima y se traslada a la cantidad de vacunas de las que disponen y dispondrán: nueve por cada habitante en Canadá, siete por habitante en Estados Unidos, cinco por habitante en Europa, mientras que en América Latina se está peleando por lograr una vacuna por habitante.
El Laboratorio Richmond producirá la Sputnik V en una planta que construirá en Pilar. El desarrollo lleva bastante tiempo: se habla de más de un año y medio. Para que se tenga una dimensión de lo que se demora, pero que en términos históricos es una velocidad asombrosa, la fabricación de la vacuna de Oxford/AstraZéneca empezó antes de su aprobación, y en junio pasado arrancaron los diálogos entre AstraZeneca y el laboratorio argentino mAbxience, de Hugo Sigman. La provisión de las primeras dosis estará disponible en abril, o sea que aún en la urgencia se tardó diez meses. Quienes conocen toda la mécanica cuentan que la transferencia de la tecnología es lenta, que las pruebas de laboratorio llevan su tiempo, que los reactivos y los volúmenes tienen que ser idénticos y que la fabricación del envase también es un proceso engorroso. Lo mismo está ocurriendo en estos días con la transferencia de tecnología de la Sputnik V. El Instituto Gamaleya y el Fondo Ruso acordaron con el mayor productor de vacunas del mundo, India, pero todo se está demorando por cuestiones de tests de calidad. A todos estos factores se suma cierto boicot norteamericano en la provisión de aparatos y maquinaria para la producción de vacunas. En el trasfondo hay una batalla en la que están en juego miles de millones de dólares.