Mientras la opinión negativa sobre el presidente de facto Michel Temer llega al 65 por ciento, la última encuesta conocida en Brasil revela que si las elecciones fueran hoy Luiz Inácio Lula da Silva ganaría en primera y en segunda vuelta.
Las presidenciales se harán en octubre de 2018. El nuevo presidente debe asumir el 1° de enero de 2019. Ese era el día indicado para que Dilma Rousseff traspasara el mando, pero un año atrás los sectores financieros y los grandes medios consiguieron el acompañamiento de la mayoría del Congreso para tumbar a la presidenta electa en 2014.
Según la consultora Vox Populi, Lula obtendría en primera vuelta entre el 44 y el 45 por ciento de los votos válidos contra el 32 o 35 por ciento que da la suma de sus eventuales contrincantes. Los válidos excluyen los nulos, los votos en blanco y las abstenciones, que no cuentan.
Los resultados de un sondeo realizado entre el 6 y el 10 de abril entre dos mil personas mayores de 16 años residentes en 118 municipios, con un margen de error de un 2,2 por ciento, muestran a Aécio Neves, del Partido de la Socialdemocracia Brasileña, con un 9 por ciento, al paracaidista retirado y defensor de la tortura Jair Bolsonaro con un 11 por ciento, a la ex candidata Marina Silva con un 11 por ciento y al ex ministro Ciro Gomes con un 4 por ciento.
Si el candidato del PSDB fuera el gobernador paulista Geraldo Alckmin, obtendría un 6 por ciento contra un 45 de Lula. Si fuera el intendente de San Pablo Joao Doria, obtendría un 5. La encuesta fue encargada a Vox Populi, una consultora independiente, por la Central Única de Trabajadores.
En un ballottage, cuando se requiere el 50 por ciento de los votos más un sufragio, Lula saldría victorioso frente a cualquiera. Marina Silva es la que mejor mide hoy para una segunda vuelta. Pero una competencia con ella no sería siquiera reñida. El resultado sería Lula primero con un 51 por ciento, blancos o nulos 24 por ciento y Marina 19 por ciento.
Vox Populi también hizo el ensayo de las menciones espontáneas. Entregó a los consultados unos cartones con los nombres de los candidatos, sin sugerir escenarios de confrontación. Lula, que en la medición de diciembre tenía 31 por ciento de intención de voto con este sistema, subió al 36.
El 50 por ciento sostiene que Lula fue el mejor presidente de Brasil (la cifra era del 43 por ciento en la medición anterior) contra un 11 por ciento recogido por Fernando Henrique Cardoso, que gobernó entre 1999 y 2002. El 66 por ciento cree que Lula es trabajador. El 64 lo ve como un buen político. El 58 lo considera capaz de enfrentar una crisis. Para el 57 por ciento Lula entiende y se preocupa por los problemas de los demás. Según el 45 por ciento es sincero (la marca daba 39 por ciento en diciembre) y para el 32 por ciento (30 en diciembre) es honesto. El 57 por ciento piensa que tiene más virtudes que defectos. Apenas el 13 opina que su situación empeoró durante los 12 años de presidentes del PT. Para el 58 por ciento su vida mejoró.
Neves fue el candidato derrotado en segunda vuelta por Dilma en 2014. Marina Silva, que era la apuesta del consultor ecuatoriano Jaime Durán Barba, no llegó al ballottage. Alckmin fue derrotado en 2006 por Lula. El PSDB de Fernando Henrique Cardoso fue uno de los impulsores del golpe pero no logra capitalizarlo. Temer, que pertenece al ala conservadora del Partido del Movimiento Democrático Brasileño, PMDB, aumenta el nivel de rechazo y el 65 por ciento considera a su gobierno como malo o pésimo. “Cuanto más conocen a Temer, más sienten nostalgia de Lula”, comentó el presidente de la CUT Vagner Freitas.
Es que el 93 por ciento de los consultados rechaza el cambio del sistema de jubilaciones y el 80 por ciento no quiere la tercerización laboral. Incluso en el Sudeste de Brasil, donde se ubica San Pablo, la valoración positiva de Temer no pasó del 6 por ciento, contra un 59 por ciento negativo. Y el 94 por ciento rechaza el cambio jubilatorio y la precarización laboral. La CUT encabeza el llamado a una huelga general el 28 de abril.
El cuestionamiento a las modificaciones jubilatorias es tan nítido que el propio oficialismo ayer debió suavizar algunos aspectos del proyecto original. El nuevo proyecto prevé que las mujeres se jubilen a los 62 (hasta ahora el gobierno quería que fuese a los 65 años) y redujeron el requisito de 49 años de servicio a 40 para tener derecho a la jubilación integral.