Un ataque aéreo de Estados Unidos contra instalaciones de una milicia iraquí apoyada por Irán dejó al menos 22 combatientes muertos en una zona del noreste de Siria fronteriza con Irak, informaron activistas y el Pentágono, en la primera acción militar del Gobierno de Joe Biden y a días de una histórica visita del papa Francisco a Irak. "Bajo la dirección del presidente Biden, fuerzas militares estadounidenses realizaron a principios de esta noche ataques aéreos contra la infraestructura utilizada por milicias respaldadas por Irán en el este de Siria", confirmó este viernes el vocero del Pentágono. El Departamento de Defensa de EE.UU. dijo que había llevado a cabo ataques aéreos en un punto de control fronterizo entre Siria e Irak usado por esos grupos, destruyendo "múltiples instalaciones".

La organización Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH) dijo que 22 personas murieron luego de que el ataque destruyera tres camiones cargados con municiones provenientes de Irak cerca de la ciudad de Bukamal, en el noreste de Siria. Todos los muertos pertenecían a la fuerza de Hashed al-Shaabi, patrocinada por el estado de Irak y que agrupa a diversas milicias pequeñas que tienen vínculos con Irán, agregó el OSDH. El departamento de Defensa dijo que el objetivo eran facciones de la poderosa coalición de paramilitares iraquíes respaldados por Irán de Hashd al Shaabi, Kataeb Hezbolá y Kataeb Sayyid al Shuhada. Kataeb Hezbolá, uno de los grupos más radicales, calificó los ataques de "agresión bárbara" y "crimen atroz que viola el derecho internacional". A su vez el ministerio de Defensa iraquí negó cualquier coordinación con Washington en este ataque.

El ataque de la noche del jueves, la primera acción militar ordenada por Biden, llegó después de tres ataques con cohetes contra instalaciones situadas en Irak y que son utilizadas por las fuerzas estadounidenses y de la coalición que asesoran y entrenan a tropas iraquíes que combaten al grupo islamista radical Estado Islámico (EI). Uno de esos ataques, a un complejo militar en Erbil, la capital de la región kurda, el 15 de febrero, mató a un civil y a un contratista extranjero que trabajaba con las fuerzas de la coalición y en él resultaron heridos varios contratistas estadounidenses y un soldado.

El secretario de Defensa estadounidense, Lloyd Austin, dijo estar "confiado" en que los bombardeos golpearon "a los mismos milicianos chiitas que cometieron los ataques" del 15 de febrero, en declaraciones a periodistas mientras volaba de California a Washington. Austin dijo que él recomendó a Biden emprender la acción. "Dijimos varias veces que íbamos a responder a nuestros tiempos. Queríamos estar seguros de la conexión y queríamos estar seguros de que eran los blancos correctos", agregó.

Más temprano, el vocero del Pentágono John Kirby dijo que la acción había sido una "respuesta militar proporcionada" que se había adoptado junto con medidas diplomáticas, incluyendo consultas con los socios de la coalición de fuerzas extranjeras en Irak. "Estos ataques fueron autorizados en respuesta a los recientes ataques contra el personal estadounidense y de la Coalición en Irak, y a las continuas amenazas a ese personal", dijo Kirby en un comunicado. Kirby dijo que el objetivo era un punto de control fronterizo utilizado por grupos armados iraquíes respaldados por Irán. "La operación envía un mensaje inequívoco: el presidente Biden actuará para proteger al personal estadounidense y de la coalición", agregó el portavoz del Pentágono.


Los ataques en Irak llevados a cabo por grupos que operan bajo la dirección de Irán supusieron un desafío para la nueva administración de Biden, en un momento que abre la puerta a reanudar las negociaciones con Teherán sobre su programa nuclear. La creciente violencia entre Estados Unidos y esas milicias en Irak llega a una semana de la llegada del papa Francisco, en el primer viaje de un Pontífice al país árabe y su primer viaje desde el inicio de la pandemia. El Gobierno estadounidense dice que quiere restablecer el acuerdo de 2015, del que el expresidente Donald Trump salió en 2018, y que tiene como objetivo congelar las aspiraciones nucleares de Irán. Pero Washington también considera a Teherán como una amenaza continua para la seguridad en Medio Oriente y sostiene que no tolerará "actividades malignas" llevadas a cabo por la República Islámica.


Estados Unidos sospecha que Irán está buscando una oportunidad para vengar el asesinato por fuerzas norteamericanas del general Qasem Soleimani, un año atrás.
Soleimani, un alto oficial del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria de Irán, fue el enlace clave de Teherán con los grupos y personalidades aliados en Irak, Siria, Líbano y otras partes de la región. Murió en un ataque con aviones no tripulados estadounidenses justo cuando llegaba a Bagdad para reunirse con los principales funcionarios iraquíes. En el mismo bombardeo falleció el líder de Hashed al-Shaabi, Abu Mahdi al-Muhandis. Desde sus muertes, las milicias iraquíes proiraníes parecen haberse vuelto incontrolables, y analistas dicen que se han separado como táctica para reivindicar ataques con diferentes nombre y ocultar su participación en ellos.

El portavoz del Departamento de Estado, Ned Price, dijo el lunes que Estados Unidos "responsabilizaría a Irán por las acciones de sus representantes que atacan a los estadounidenses", pero que no "arremeterá" y correrá el riesgo de desestabilizar a Irak.
El número de soldados estadounidenses en Irak se ha reducido significativamente a 2.500, y las tropas ya no participan de ofensivas contra el EI, sino que se limitan a asesorar y entrenar a las fuerzas iraquíes.