Un minero está acusado de haber dinamitado a una mujer que se opuso a que mantuviera una relación amorosa con la hija adolescente de ella. En la explosión también murió un remisero que había pasado a buscarla. Ayer, en el inicio del juicio, se declaró inocente, pero reconoció que los explosivos los obtuvo en la mina donde trabajaba y aseguró que se los vendió a un curandero que ocasionó la detonación.
“Los explosivos los conseguí en un basural del yacimiento minero Farallón Negro, donde todo el personal de la planta tiene acceso y no hay ningún control”, dijo José Rodríguez (38) ante el tribunal oral que comenzó a juzgarlo por el “doble homicidio agravado por ensañamiento y alevosía” de María Justina Flores (65) y Nery Santos (26).
El minero declaró que no tuvo ninguna participación en el atentado contra su ex suegra pero admitió que el material que consiguió en la empresa Yacimientos Mineros de Agua de Dionisio se lo vendió a un curandero al que identificó como “Richard”, conocido de Flores.
Sin embargo, la abogada de la familia de Santos, Gabriela Carrizo, aseguró que eso ya lo había declarado en la etapa de instrucción y “nunca se comprobó la existencia de tal persona”. “Esa versión es descabellada, el único autor del ataque fue Rodríguez”, afirmó y agregó que además “quedó al descubierto la falta de cuidado por parte de la empresa que tenía los explosivos”.
El hecho se registró el mediodía del jueves 26 de septiembre del 2013, en una casa ubicada en la ciudad de Santa María, a unos 330 kilómetros al oeste de San Fernando del Valle de Catamarca, cuando la mujer había solicitado un remís que era conducido por Santos.
“La dinamita casera fue dejada en el capó de un auto que estaba en la cochera de la casa de Flores. La mujer salió con varias bolsas, por lo que Nery bajó de su vehículo para ayudarla. Si él se quedaba no le hubiese pasado nada”, contó la abogada Carrizo. En ese momento, la mujer movió la caja en la que estaba el artefacto, que se activó y explotó, tras lo cual ambos murieron en el acto. “La explosión provocó que los restos de Flores y Santos quedaran dispersos en las afueras de la vivienda debido al poderío del explosivo”, dijo la letrada.
Pese a que en un primer momento los policías creían que la explosión se generó porque Santos manipulaba el tubo de gas de un auto averiado estacionado dentro del garaje, luego confirmaron que el vehículo funcionaba sólo a nafta y que había claros signos de la detonación de una bomba.
En la etapa de instrucción surgió el nombre de Rodríguez, quien había mantenido una relación amorosa con la hija de Flores, que en ese entonces tenía de 16 años. La mujer se había opuesto al vínculo amoroso y, tras la ruptura, Rodríguez habría comenzado a planificar el atentado.