El presidente Alberto Fernández abrirá mañana las sesiones ordinarias del Congreso en un contexto distópico. Un año atrás, con 80 días de gestión, su discurso de 80 minutos no contuvo menciones a la covid-19. No fue criticado porque pocos la tenían en agenda.

El 3 de marzo de 2020 se confirmó el primer caso de coronavirus en Argentina. Antes de que llegara el otoño el presidente dispuso el Aislamiento social preventivo y obligatorio (ASPO) en todo el país con apoyo transversal de los gobernadores y rotundo consenso ciudadano. El mundo cambió: en la alocución de mañana la pandemia será tema central.

La catástrofe sanitaria convulsionó la economía, impactó libertades públicas, reglas sobre fronteras nacionales o internas… tantos etcéteras. En el año transcurrido AF cumplió dos de sus promesas iniciáticas.

* Se cerró el canje de deuda con los acreedores privados, negociando con firmeza y consiguiendo tiempo de espera, “comprando” gobernabilidad.

* La Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) fue aprobada por el Congreso conjuntamente con la Ley de los mil días. El anuncio conjunto motivó la mayor ovación del lontanáncico 1M 2020.

Los dos logros se concretaron con mayorías superiores a las esperables: entre las aves de rapiña de Wall Street y los senadores nacionales.

Otras promesas se atrancan a medio camino como la Reforma Judicial frenada por la correlación de fuerzas en Diputados.

El Consejo Económico Social tardó en ponerse en marcha, recién arranca por decreto y no por ley.

Las siglas IFE y ATP, que explican gran parte de la inversión social de 2020, no significaban nada.

El Aporte solidario y extraordinario a las grandes fortunas, una medida encomiable precedida de debates internos en el Frente de Todos, escapaba a cualquier radar. Será uno de los factores para reforzar las arcas estatales, un ejemplo de impuesto progresivo. Los multimillonarios más multimillonarios lo resisten: habrá que ver cuántos judicializan su rebeldía por nombrar así a la insolidaridad.

AF anunció el Consejo de Juristas. Durante meses la oposición lo rebautizó “Comisión Beraldi” y vaticinó que se venía la ampliación del número de miembros de la Corte Suprema. Era mentira desde el vamos, tuvo generosa resonancia mediática. No podía ocurrir con la composición del Congreso. No ocurrió. Una de tantas polémicas que produjo movilizaciones cambiemitas entreverada con la canonización de los jueces Bruglia y Bertuzzi cuyos nombres (empero) no figurarán en los manuales de historia futuros.

Donald Trump era favorito para conseguir la reelección presidencial en Estados Unidos. Suponer que el MAS recuperaría el gobierno en Bolivia sin el expresidente Evo Morales como candidato parecía una quimera.

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Ojalá que sea única: La sesión será extraña, con número restringido de legisladores y asistentes. Muches lo harán en modo remoto. Los jueces de la Corte, por ejemplo, armonizando con su idiosincrasia.

La flamante ministra de Salud, Carla Vizzotti, no estará porque se le diagnosticó covid. No se vacunó, lo que aporta a las polémicas sobre el personal estratégico. En esta columna, la semana pasada, afirmamos que el presidente hizo bien al pedir la renuncia del ex ministro Ginés González García. Y auguramos una lluvia de agresiones, fake news y faltas de respeto a Vizzotti. Nos quedamos cortos: hubo alguna soez que rompió todas las marcas.

Subiste el debate pertinente acerca del personal estratégico, funcionarios en particular. El periodista Pablo Esteban comentó en un reportaje emitido por Radio Nacional AM 870 que en casi ningún país se legisló al respecto. Cada Ejecutivo arbitró criterios haciendo camino al andar, en las provincias argentinas y en otras naciones. La peste causa incertidumbres y novedades, hay que salirles al cruce. El Gobierno fijó criterios ahora.

Lo sensato, opina este cronista, es que se vacunen protagonistas que deben alternar con muchas personas, viajar en ejercicio de sus funciones. Los ministros Martín Guzmán o Felipe Solá por citar ejemplos obvios, para nada únicos. También deben cuidarse funcionarios de su entorno cercano. Las burbujas tienen que acotarse conciliando la necesidad pública con la sensatez para no expandirla demasiado y herir sensibilidades ciudadanas. Equilibrio tan complicado como necesario.

En la coyuntura autóctona fue valioso que se vacunaran el presidente, la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner y el gobernador bonaerense Axel Kicillof para salir al cruce de las denuncias penales por envenenamiento propaladas por la ex diputada Elisa Carrió. Calumnias en sentido jurídico estricto: atribución falsa de un delito. Referencia omitida por casi toda la cohorte de fiscales auto designados,

La movida de AF, CFK y AK causó el efecto esperado. Sin confiar en las encuestas fugaces de opinión (el cronista es ateo de ese Dios) las imágenes costumbristas de gente común vacunándose comprueban que lo hacen con ganas y hasta con alegría. Las familias y amistades celebran, basta recorrer redes sociales. A medida que crezca la cantidad de inoculaciones, si todes empezamos a tener seres queridos en la lista, los antivacunas perderán adeptos.

La cuenta de Twitter @CuantasVacunas informa cifras oficiales. Hasta el 26 de febrero se acercaban al millón entre primeras y segundas dosis. El 1,53 por ciento de la población total.

La llegada de un millón de vacunas Sinopharm, los lotes también millonarios que irán arribando de Sputnik V, de AstraZeneca (sin agotar la nómina) potenciarán la cobertura y elevarán los porcentuales.

Quien quiera munirse de datos sobre reparto en las provincias y porcentajes de aplicación puede acudir a @SantiOlsze, la cuenta de Santi Olszevicki. En general lo hacen a buen ritmo, con disparidades. Es interesante apelar a datos certeros en medio de tanto palabrerío e indignaciones tarifadas cuando no pautadas.

La contagiosa propensión de periodistas a pedir renuncias a granel, acaso imaginando un Martín Fierro en el horizonte, suma un signo de época. La caza de brujas pasa a ser un deporte de verano. El Gobierno prescindió de un gran ministro. No hay tantos (¿no hay?) precedentes comparables en la etapa democrática. El macrismo concretó una conducta diametralmente opuesta durante su mandato. Hoy en día exhibe otros flancos débiles, dignos de un párrafo especial.

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Párrafo especial sobre otros privilegios: Ginés y el periodista Horacio Verbitsky están en la mira pública, expresaron su posición, reciben sanciones, reproches o adhesiones variadas. Construyeron reputación durante décadas, cometieron un error grave, quedaron en la picota pública.

Fustigar los privilegios impone una mirada más amplia que el primer escándalo. En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) se implementan distintos mecanismos de privilegio. No ilegales, tal vez, aunque sí repudiables. La primacía otorgada a prestadoras de salud privadas es inequitativa, clasista en tendencia. Cobertura de cien por ciento para sus clientes o afiliados mayores de 80 años. En detrimento de las personas comunes de ese colectivo y del PAMI. Esta última omisión comienza a repararse, la noticia está en desarrollo, veremos cómo funciona. Ojalá que bien y equitativamente… nadie desea otra cosa.

El sesgo privatista de Larreta se patentizó en el vacunatorio de River. Profesionales de la salud que trabajan remoto (muchos en actividad privada) fueron privilegiados ante laburantes del sector público, incluyendo los de atención primaria. De nuevo: podrá ser legal, es anti ético.

En 2020 AF celebró en el recinto la firma de la Paritaria Nacional Docente. Mañana tendrá oportunidad de ensalzar la cerrada anteayer y prometer medidas para reparar desigualdades entre pibes y pibas acentuadas durante el 2020. El regreso paulatino y cuidado a las aulas constituye un desafío primordial del presente que nadie intuía en el pasado cercano. Los méritos de los docentes, sus sacrificios, necesitan un espaldarazo oficial, en los hechos y también en el uso de la palabra.

El Gobierno propone como objetivo de este año que los salarios le ganen a la inflación, un propósito que le viene costando. En parte por la pandemia, en parte por la negativa de las grandes empresas.

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Las malformaciones de precios: Alberto Fernández leyó el discurso que desarchivamos. Habló en tono pausado, controlando estridencias. La mayor diatriba cayó sobre los formadores de precios de productos básicos a quienes acusó de remarcar preventivamente. El conflicto sigue en pie.

La derecha económica eligió como rival al oficialismo, milita con Juntos por el Cambio. Es su derecho. La adhesión a los grandes acreedores externos y el hostigamiento a Guzmán justifican una valoración más severa: lindó con lo anti patriótico.

Las maniobras PRO devaluación combinaban afán de lucro y de hacer zozobrar al gobierno. Toda lectura de ese universo timbero es precaria. Con esta salvedad, apuntemos que la ofensiva parece haber sido controlada. Hoy en día, Argentina ofrece una novedosa singularidad financiera; el dólar ilegal (apodado “blue”) vale menos que el venden los bancos legalmente a los "ahorristas". La recaudación progresa, en buena dosis merced a los ingresos por retenciones. La cotización internacional de la soja da una mano. En la Casa Rosada y zonas de influencia se confía en que los ricachones venderán divisas para pagar el Aporte Solidario. Y que el blanqueo concedido para fomentar la construcción aportará una millonada interesante. Habrá que ver, sosteniendo la discusión sobre la moralidad de los blanqueos.

Como apéndice, entre paréntesis (¿no fue un privilegio odioso el concedido por el ex presidente Mauricio Macri para su famiglia? No se pedían tantas renuncias antaño).

Controlar la inflación, reducirla gradual y firmemente sigue siendo una deuda de este gobierno, una de las claves para su porvenir.

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La derecha callejera: Una derecha intratable domina todavía la región y buena parte de Europa. Su capítulo argentino intentó noquear a Fernández desde el primer día. Se manifestó contra “todo”: desde acciones concretas hasta fantasías inventadas como la ampliación de la Corte. Ahora cuenta con un escándalo real, intenta hacerse fuerte, sin mirarse al espejo.

Las elecciones de medio término pueden ser un termómetro. Fueron difíciles para el kirchnerismo que no gana una desde 2005. Un punto a su favor: por primera vez desde 2001 el peronismo concurrirá unido a la competencia.

Perdón por una auto referencia; la bola de cristal del cronista no funciona bien, está lenta y empañada. Predecir resultados para dentro de unos meses le es problemático. Por ahí, interpreta el autor de estas líneas, “la gente” votará mirando su mundo cercano: el trabajo, los ingresos, la salud, el piberío en las escuelas. Con esas variables en un platillo de la balanza se calibrará el contrapeso del escándalo.

En la previa a la Asamblea Legislativa el presidente tuiteó pidiendo a quienes quieren movilizarse: “Con mi sincera gratitud antes que nada, les pido que sigamos dando el ejemplo y que esta vez cada uno siga mi mensaje en forma remota. Desde sus casas o desde sus lugares de trabajo. La pandemia aún nos ataca. Nosotros cuidemos al prójimo aunque otros no lo hagan”.

Un buen ejemplo en medio del batifondo propio del espacio público. Distinto a los gritos, a la furia. Y, con franqueza, a la alarmante desconexión que mostraron funcionarios y militantes oficialistas al vacunar o vacunarse apelando al acomodo. Algunos pidieron perdón, otros se empacaron en ignorar las necesidades y las valoraciones de la gente de a pie.

Mañana comienzan las sesiones ordinarias del Congreso nacional y las clases en varias provincias. Casi nada. Estas historias continuarán.

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