La Argentina se está poniendo de pie. Lo hace lentamente, lidiando con las dos pandemias: la que produjeron las políticas neoliberales de la gestión de Mauricio Macri y la que generó el despliegue global del virus. El gobierno ha puesto en marcha una serie de medidas graduales y sistemáticas. No es magia, son políticas que transitan por el camino correcto y comienzan a dar resultados.
El ministro de Economía, Martín Guzmán, lo ha dicho con precisión en México: “Nuestra misión es resolver estos problemas, poder tranquilizar la economía, lo que no quiere decir solamente estabilizar, es mucho más que eso, es transitar hacia una estructura económica productiva que sea capaz de generar trabajo en todos los sectores de nuestra estructura sociodemográfica; agregar valor, una economía con mayor dinamismo productivo, con lo que es el sector agroindustrial y otros cuantos sectores; transitar un patrón de estabilidad macroeconómica, de empleo, de producto”.
La recuperación ya ha comenzado. Entre otros indicadores, durante el mes de enero, la producción automotriz creció un 17,5% interanual; el despacho de cemento un 19,2%; los materiales para la construcción, 24%; caucho y plástico, 14%; entre otras ramas de producción.
En el mismo sentido, la caída de la actividad industrial anual fue del 6%, muy lejos del 12% que se proyectaba. Además, el mayor descenso tiene que ver con los primeros meses de 2020. Porque en los últimos meses de ese año y el primero de 2021, el nivel de actividad industrial ha sido superior a los de la prepandemia sanitaria.
También se percibe una tendencia a la reducción del déficit de las cuentas públicas. El resultado fiscal es siempre una combinación de los recursos que ingresan y de los que egresan del Estado. En la Argentina, actualmente aumentan los primeros y disminuyen los segundos. Por un lado, hubo un crecimiento de los ingresos, sobre todo por el aumento de la liquidación de exportaciones. Si bien la recaudación por retenciones no es pareja a lo largo del año y tiende a ser mayor en los primeros meses, en enero de 2021 ésta fue la más alta desde el mismo mes de 2015. Por el otro, según explica el comunicado del Ministerio de Economía, en enero se dejaron de pagar unos 60 mil millones de pesos como producto de la renegociación de la deuda con los bonistas privados y de la reducción en los costos de financiamiento producto de la normalización del mercado de deuda pública en pesos. Un ahorro importante. Es una combinación virtuosa: más ingresos y menos egresos.
El PBI cayó un 10% en el 2020. Por supuesto, esa caída es muy importante. Pero es menor que la proyectada en el Presupuesto: allí era del 12,1%. ¿Por qué ese descenso fue menor? Por la recuperación de la actividad que se produjo en los últimos meses y que compensó parte del derrumbe que se generó durante el primer semestre. Por ejemplo, las bajas interanuales en marzo fueron del 25,4% y en abril del 20%. Entre los sectores que cayeron, Hoteles y Restaurantes descendió el 47,1% interanual; Otras Actividades de Servicios Comunitarios, Sociales y Personales 14,7%; Minas y Canteras 9,2%, entre otros. En contraposición a esos datos de caída, tomando los 15 sectores de la economía, en noviembre de 2020 había cuatro de ellos que habían logrado crecer de modo interanual. En diciembre ya eran 6.
Como explica Guzmán, se trata de una mejora heterogénea, con sectores que han restablecido sus niveles de crecimiento pre crisis y otros que todavía vienen con atrasos. Por ejemplo, el área de Espectáculos, Cines y Teatro mantiene aún números críticos. Pero, cuando se conozcan los datos de enero y febrero, el sector de Hoteles y Restaurantes seguramente va a mostrar una mejora importante.
La diferencia en la caída del PBI del 12,1%, proyectado en el Presupuesto, al 10% significa que la recuperación de 2021 se inicia desde un piso más alto. Ya hay economistas del sistema que aseguran que el crecimiento va a ser como mínimo de entre el 5% y el 6%. Mi pronóstico es que, si la pandemia sanitaria no nos juega una mala pasada, el crecimiento estará por encima de esas proyecciones.
En este escenario, el Gobierno salió a buscar fondos para atender vencimientos de deuda, que vienen de herencia. La actual gestión logró una exitosa renegociación pero eso no quiere decir que no estemos endeudados. Esta semana hay vencimientos en moneda local por 210.400 millones de pesos. El Gobierno ofertó una serie de letras, bonos, pases y obtuvo fondos por casi 222.000 millones de pesos, a través de 563 ofertas de inversores. Es decir: obtuvo recursos por encima de los vencimientos, lo que le permite atenderlos sin recurrir a la emisión. Como siempre decimos: si hay déficit fiscal, el mismo se resuelve ajustando, tomando deuda o aumentando los ingresos. En este caso fue posible resolverlo vía el financiamiento.
Otro dato significativo: la recaudación de impuestos cayó 4,2% interanual en diciembre por debajo de la caída del mes anterior que fue del 5,8% interanual. Es decir: la pérdida de ingresos impositivos también se está desacelerando como producto de la mayor actividad económica.
Guzmán ha señalado en México que “año a año hay que ir reduciendo el déficit fiscal, hay que expandir la economía, hay que tener cuidado porque hoy tenemos restricciones de financiamiento fuerte, no hay que pasarse de largo con la emisión monetaria”. Agregó que “necesitamos una política fiscal expansiva para propiciar la recuperación económica, pero también para garantizar la sostenibilidad fiscal, para ir reduciendo el déficit”. Pero también dijo que “hoy tenemos una situación más robusta, para profundizar esta situación vamos en esta línea que definimos y es un objetivo central que esto se refleje en la vida de la gente, que haya una recuperación del poder adquisitivo del salario”. Estos ejes no fueron los que reflejaron los medios hegemónicos, aunque, desde mi punto de vista, son esenciales.
La economía argentina viene de estar en una sala de terapia intensiva. No está para correr una maratón. Pero ya camina. Pronto va a comenzar a moverse con mayor velocidad. Todos los indicadores así lo muestran. El camino es el correcto. La velocidad es la posible. Más tarde o más temprano llegaremos al lugar a donde nos dirigimos: una economía en crecimiento con inclusión. Caminante, hay camino.
* Diputado Nacional por el Frente de Todos y Presidente del Partido Solidario