Los salvadoreños votaron este domingo para renovar el Congreso y las alcaldías, en unas elecciones cruciales para el presidente Nayib Bukele, que busca afianzar su poder con una mayoría legislativa.
Los 1.595 centros de votación cerraron a las 17 horas locales (20 de Argentina) tras una jornada de diez horas en la que debían sufragar unos 5,4 millones de salvadoreños.
Tras una campaña marcada por la violencia, la votación, que también determinará los curules salvadoreños al Parlamento Centroamericano, se celebra bajo la vigilancia de unos 40.000 efectivos de seguridad, entre policías y militares y observadores internacionales.
Los centros electorales abrieron a las 7.00 de la mañana, aunque muchos lo hicieron con un retraso de hasta dos horas, lo que provocó un airado reclamo de Bukele para denunciar un posible fraude y acusar al Tribunal Supremo Electoral (TSE).
"Decían que era mentira, que era imposible que el (TSE) hiciera fraude, si eran los garantes de la institucionalidad, del estado de derecho. Se los dijimos 1,000 veces, que por corrupción o incompetencia, todo lo harían mal", publicó el mandatario en Twitter.
Otto Madrid, observador electoral del independiente Centro de Intercambio y Solidaridad (CIS), dijo que la votación en el Instituto Nacional Albert Camus, de la Colonia Centroamérica de la capital, abrió con un atraso de 30 minutos pero que no vio nada que sugiera fraude.
De 10 partidos contendientes, de izquierda a derecha del espectro político, los salvadoreños deberán elegir los 84 diputados a la Asamblea Legislativa, autoridades de 262 alcaldías y 20 diputados al Parlamento Centroamericano, una instancia de la integración regional.
Las encuestas presagian el fin del control que desde 2018 mantienen en el Congreso la derechista Alianza Republicana Nacionalista (Arena) y el exguerrillero Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN, izquierda). Esos partidos dominaron la política de El Salvador desde los acuerdos de paz de 1992 que pusieron fin a 12 años de guerra civil, hasta que el derechista Bukele, de 39 años, llegó al poder en 2019 personificando el hartazgo contra "los mismos de siempre".