Conviene separar la paja del trigo: los Golden Globe Awards no son los premios Oscar, aunque a veces –por intereses de los estudios y plataformas, por ansiedad periodística- se los confunda o se los quiera hacer pasar por tales. Aun teniendo en cuenta su innegable carga de auto indulgencia, frivolidad y corporativismo, la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood reparte sus estatuillas (este año lo hará recién el domingo 25 de abril, dos meses más tarde de lo habitual debido a la pandemia) de un modo que, más allá de gustos y opiniones, está lejos de sospechas de favoritismos y corrupción. No es el caso de la Asociación de Prensa Extranjera de Hollywood (HFPA por sus siglas en inglés), a la que se viene cuestionando desde hace años y que en éste en particular quedó especialmente desnuda, como lo prueba una demoledora investigación del periódico Los Angeles Times, que se puede leer completa y en castellano aquí.
La diferencia esencial entre uno y otro premio es que mientras la Academia de Hollywood suma al día de hoy 9.921 miembros activos en condiciones de votar, después de una campaña de varias temporadas en las que fue invitando a nuevos socios de todo el mundo (Argentina incluida), haciendo un esfuerzo de corrección política en pos de una representación más equitativa y una mayor diversidad cultural, la HFPA en cambio se ha abroquelado en 87 socios vitalicios, impidiendo que se sumen nuevos miembros a ese club que, de tan exclusivo, ha despertado todo tipo de suspicacias.
Que para lavar su cara, la Asociación de Prensa Extranjera de Hollywood le haya dado luz verde a las conductoras de la ceremonia, Tina Fey y Amy Poehler, para que en el inicio mismo del show hablaran de “90 periodistas internacionales que asisten a eventos de promoción de películas en busca de una vida mejor” es revelador. A confesión de parte, relevo de pruebas. El eufemismo “una vida mejor” esconde regalos, prebendas y todo tipo de privilegios y atenciones por parte de los grandes estudios, que saben del descrédito de ese grupo de cazadores de selfies pero que lo usan para sus propios fines publicitarios. Así, una premiación que no debería revestir mayor importancia es amplificada y legitimada por los departamentos de prensa de las compañías productoras, que anuncian los Golden Globe Awards como si fueran de oro inmaculado y logran así que todo el orbe mediático gire alrededor de unos globos inflados artificialmente.