La peor herencia del gobierno de Mauricio Macri fue el inmenso endeudamiento externo, con acreedores privados y con el Fondo Monetario Internacional.
El gobierno de Alberto Fernández avanzó con éxito en la renegociación con poderosos fondos de inversión. Ahora está en conversaciones para ordenar plazos y condiciones del insólito préstamo del FMI.
Como se detalló en la edición del último domingo, ese crédito fue político, opaco e irregular.
En el discurso ante la Asamblea Legislativa, al inaugural las sesiones ordinarias del Congreso de la Nación, el presidente Alberto Fernández ofreció una contundente respuesta política al FMIgate.
Informó que los responsables políticos del préstamo por unos 57 mil millones de dólares, de los cuales casi 45 mil fueron desembolsados y en pocos meses se fugaron, tendrán que dar cuenta de semejante desastre financiero ante la Justicia.
Fernández dijo, textual, lo siguiente en el discurso:
* "Pongamos fin a las aventuras de hipotecar al país, es necesario que endeudarse no sea gratis y que los responsables rindan cuentas de sus actos y dejen de circular impunes dando clases de economía en el país y en el mundo".
* "Por eso, he instruido a las autoridades pertinentes para que formalmente inicien querella criminal tendiente a determinar quiénes han sido los autores y partícipes de la mayor administración fraudulenta y de la mayor malversación de caudales que nuestra memoria registra".
Es una medida extraordinaria para fijar una posición política clara y para que no haya impunidad, base fundamental para intentar frenar la irresponsabilidad financiera de proyectos neoliberales que terminan con elevados costos económicos y sociales para las mayorías.
Las definiciones que brindó Fernández son relevantes para poner en su lugar un debate que el bloque de poder económico local e internacional siempre ha obturado. Rescató que el entonces representante de Estados Unidos en el FMI y hoy presidente del Banco Interamericano de Desarrollo, a quien no nombró (Mauricio Claver-Carone), había reconocido que ese crédito excepcional fue impulsado por la administración Trump (con peso decisivo en el FMI) "para favorecer al entonces presidente Macri en la búsqueda de su reelección".
Mencionó que el crédito fue acordado "entre gallos y medianoche", sin intervenciones jurídicas y técnicas previas, "con total irresponsabilidad y a espaldas de este Congreso Nacional".
Para eludir la estrategia de la confusión deliberada que tan bien despliegan voceros del poder económico, el gobierno de Fernández no está rompiendo con el FMI, sólo está planteando que el sendero de la negociación del nuevo acuerdo será firme en base al vicio de origen del crédito entregado a Macri.
El Presidente lo expresó en forma muy trasparente para evitar malas interpretaciones: "Una deuda tomada por un gobierno irresponsable que obtuvo un crédito otorgado en su favor por motivos absolutamente políticos, merece una revisión y un tratamiento adecuado a la hora de su renegociación".