Hija querida, qué lindo estén en viaje a Portugal, ojalá lleguen a Lisboa, sé que es bellísima. Hace dos días leí un poema de Borges que refiere, a partir de ancestros suyos, a ese país de la península ibérica. Te lo transcribo (nada mejor que transcribir a Borges par algún día aprender a escribir):

Nada o muy poco sé de mis mayores
Portugueses, los Borges: vaga gente
Que prosigue en mi carne, oscuramente,
Sus hábitos, rigores y temores.
Tenues como si nunca hubieran sido
Y ajenos a los trámites del arte,
Indescifrablemente forman parte
Del tiempo, de la tierra y del olvido.
Mejor así. Cumplida la faena,
Son Portugal, son la famosa gente
Que forzó las murallas del Oriente
Y se dio al mar y al otro mar de arena.
Son el rey que en el místico desierto
Se perdió y el que jura que no ha muerto.

Si llegaran a Lisboa sería muy bueno que visiten la “Fundación José Saramago”. Éste, J.S., de quien te hablé cuando el viaje a Fuerteventura en Islas Canarias, premio Nobel de Literatura de 1998 y fallecido en Lanzarote -la isla de ese archipiélago al Norte de la que conocieron- en 2010, tenía a Borges, nuestro argentino, como uno de los tres escritores imprescindibles del siglo XX junto al también portugués Fernando Pessoa y al bohemio (de Bohemia, zona de la República checa, antes Checoslovaquia hasta la caída del muro de Berlín, antes Imperio austrohúngaro hasta el fin de la 1ª Guerra mundial), Franz Kafka.

Saramago era un hombre asumidamente de izquierda y Borges, cuando algún periodista le insistía en que opine de política en vez de lo que más gustaba, sabía y sentía, la literatura o las bibliotecas (también filosofía, lingüística, historia, matemática y todo lo que se te ocurra), se declaraba conservador y solía tener posiciones de derecha “Me sé del todo indigno de opinar en materia política, pero tal vez me sea perdonado añadir que descreo de la democracia, ese curioso abuso de la estadística”, termina un fantástico prólogo a su libro La moneda de hierro que tengo en este momento a la vista, de la tía Pela. Ningún prejuicio ni problema tenía Saramago en reivindicarlo entre los mejores y disfrutar y aprender con su literatura y su forma de escribir. Coincido plenamente con él.

Por otra parte, Borges tenía (tiene) un sentido del humor excepcional. José Edmundo Clemente, su colaborador inmediato cuando fue entre 1955 y 1973 director de la Biblioteca Nacional (Borges ciego, pero desarrolló una obra excepcional para la cultura argentina y universal: dictó gran parte de su propia obra en esos 18 años), refiere que cierta vez fueron a Chile a una Feria del Libro que se desarrollaba allí. El dictador Pinochet, que había dado el golpe sanguinario contra el enorme Salvador Allende el 11 de septiembre de 1973, enterado de la presencia del gran escritor, no quiso perder la oportunidad de saludarlo. Borges, ciego, recibe el saludo. No habían ido juntos con Clemente que llegó después. Al hacerlo, Clemente le dice “-¿Cómo le va Borges?” “Yo bien Clemente, ¿y usted?, –le contesta Borges y continua:-“… yo acabo de perder el Premio Nobel”.  

La Fundación la conocí cuando te escribí a partir del viaje de ustedes a Canarias, y de que Carolina mencionó entonces que en Lanzarote había vivido Saramago. De ahí investigué y encontré A Casa José Saramago en Tías, Lanzarote, que hoy forma parte de la Fundación cuya sede está en Lisboa, un hermosísimo edificio de más de 400 años llamado “Casa dos Bicos”, por unas especies de “picos” que afloran de su fachada. La preside su viuda (no le gusta que la llamen así ni señora de nadie -dado que “ella es por sí misma”-, sino por su nombre), Pilar del Río, una hermosa andaluza española de 70 años hoy, traductora, con quien Saramago se fue de Portugal a vivir a la isla de Lanzarote en 1993, por las cuestiones que te conté de censura a su obra y carrera en su país, que se habían agravado en 1991 con la publicación de su libro El evangelio según Jesucristo, que fue considerado blasfemo por los sectores más conservadores de la sociedad, la iglesia católica y el gobierno portugués de entonces.

Saramago recibiría el Nobel en 1998 viviendo en tierras españolas (las Canarias colonizadas por los españoles, hoy provincia de España), donde finalmente moriría en 2010, aunque habiendo ya hecho las paces con su país. Mejor dicho, su país habiendo hecho las paces con él. Hoy, frente a la Casa dos Bicos en Lisboa, bajo un olivo traído de Azinhaga, su pueblito de nacimiento en el centro de Portugal, reposan sus cenizas repatriadas de Lanzarote. Pilar, cuando todavía con su José ordenaron la biblioteca de la casa de la isla (él lo había hecho de acuerdo a nacionalidad de los autores y luego por temática) le dijo que ella pondría todas las autoras mujeres juntas ordenadas por orden alfabético, criterio que Saramago no compartía pero aceptó. Pilar no quería que “autoras que no fueron consideradas por sus pares por el hecho de ser mujeres estuvieran condenadas a compartir estantes con quienes no las respetaron o valoraron”. 

Te va a gustar seguramente Pilar si la encontrás, dicen que anda permanentemente por la Fundación cuando no está fuera de Lisboa, que es su lugar de residencia actual. Transmitile en tal caso mis respetos y admiración. Que me inscribí en el correo de la Fundación y no tengo problema si me escribe ella y no un tal Sergio como me llegó para confirmar la suscripción. (No te preocupes, es muy tarde y estoy jugando un poco con los sueños mientras te escribo.)

Se cobra entrada mínima: 3 euros, 2 para estudiantes, libre para “desempregado”. Animate a decirles tu situación si es que estás en este momento desempregada. (El espíritu fundamental de la Fundación no es la defensa de la obra de Saramago –“…yo dejo que se cuide solo” dice Pilar del Río- sino lo que él quería, la promoción de los Derechos -y Deberes, así subrayan- Humanos. Y la protección del medio ambiente.) 

Por igual razón no te tientes en comprar libros nuevos. Están los del abuelo, que son tuyos. Yo hace mucho tiempo que no leo una novela, y en realidad, lo que más me gustaba leer, era en voz alta el cuento “La casa del árbol” una y otra vez a tu pedido. ¡Ey…! yo también me emocioné…

Para terminar te cuento que comencé esta noche a leer algo de Saramago: el discurso ante la Academia Sueca en Estocolmo de cuando recibió el premio Nobel. Empieza así: “El hombre más sabio que he conocido en toda mi vida no sabía leer ni escribir. A las cuatro de la madrugada, cuando la promesa de un nuevo día aún venía por tierras de Francia, se levantaba del catre y salía al campo, llevando a pastar la media docena de cerdas de cuya fertilidad se alimentaban él y la mujer. Vivían de esta escasez mis abuelos maternos, de la pequeña cría de cerdos que después del destete eran vendidos a los vecinos de la aldea, Azinhaga de nombre, en la provincia de Ribatejo. Se llamaban Jerónimo Melrinho y Josefa Caixinha esos abuelos, y eran analfabetos uno y otro”.

Chau hija, te amo, un beso enorme, pa.

 

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