Desde Londres. Con el programa de vacunación a todo vapor, Boris Johnson es Gardel (o John Lennon). Las encuestas marcan un cambio de fortuna del primer ministro que hasta diciembre era sinónimo de confusión y desidia y hoy parece tocado por la vara de la eficiencia.
Pero la popularidad es muy frágil en tiempos de coronavirus. La aparición de seis casos de la variante brasileña este domingo reveló lagunas en el sistema de controles fronterizos. Y el retorno a las aulas en modo Big Bang la semana próxima ha generado una reacción en cadena de los sindicatos de la educación y de otras profesiones postergadas en el programa de la vacunación, como la policía.
El domingo reveló las dos caras del Reino Unido frente al coronavirus. El gobierno pudo anunciar que, en menos de dos meses, se había pasado la marca de los 20 millones de vacunados, casi una tercera parte de la población. Al mismo tiempo, la autoridad sanitaria inglesa, la Public Health England (PHE), reconoció que se habían detectado tres casos en Inglaterra y tres en Escocia de la variante brasileña.
En uno de los casos se desconocía la identidad del portador del virus porque no se habían suministrado detalles para hacer el proceso de seguimiento y testeo. "No estamos protegiendo nuestras fronteras como deberíamos. Cuanto antes lo hagamos, mejor", dijo el líder del Partido Laborista, Sir Keir Starmer.
Esta mañana el primer ministro Boris Johnson negó que estos casos fueran a postergar la salida del confinamiento nacional programada en cuatro etapas a partir del próximo lunes.
“Nuestra estrategia es cautelosa, pero irreversible. No creo que haya ninguna razón para cambiarla en este momento. Tenemos uno de los regímenes fronterizos más estrictos del mundo para evitar el ingreso de gente de países de riesgo”, dijo el primer ministro.
La PHE y el Servicio Nacional de Salud (NHS) están rastreando todos los pasajeros que llegaron en el vuelo de LX318 de la Swiss Airline que llegó a Heathrow el 10 de febrero procedente de San Pablo vía Zurich.
En Escocia tres pasajeros que viajaron en otro vuelo procedente de Brasil, pero vía París, dieron positivo a la variante P1. Esta variante es más contagiosa que la P2 brasileña y se ignora si responde a las vacunas que se están usando en el Reino Unido, la Pfizer y la Astra Zeneca.
La revelación de estos casos empañó un domingo que había empezado con una excelente noticia para Johnson: las encuestas están registrando un “vaccine bounce” (un rebote positivo gracias al programa de vacunación).
El sondeo de Opinium publicado por el dominical The Observer señalaba que los conservadores habían estirado su ventaja a 7 puntos sobre los laboristas, con quienes estaban cabeza a cabeza a fines de año. Johnson tiene hoy una ventaja de cinco puntos sobre Keir Starmer y es percibido como el dirigente mejor posicionado para el cargo que ejerce.
Señal de alarma
El riesgo de la P1 brasileña es por el momento considerado preocupante, pero bajo: las autoridades esperan controlarlo con un sistema de vigilancia y cuarentena zonal de los pasajeros que hayan viajado en los dos vuelos procedentes de Brasil.
El gran temor es que ocurre a una semana de un hecho que el país contempla con una mezcla de esperanza y fatalidad: la reapertura simultánea de la escuela primaria y secundaria, primer paso de la desescalada del confinamiento nacional anunciado el pasado 5 de enero.
Los sindicatos de educadores han puesto el grito en el cielo respecto a esta medida que “pondrá del día a la noche a diez millones de personas en situación de interacción social”.
El programa de testeo rápido con resultados en 30 minutos (lateral flow tests) con que el gobierno procuró calmar las aguas no ha hecho más que recrudecer el debate porque tiene una discreta fiabilidad y su implementación es una pesadilla logística.
“La idea de que con estos tests podremos abrir sin problemas las aulas en un Big Bang el 8 de marzo, es irreal”, señaló Mary Bousted co-secretaria general del NEU que agrupa a educadores.
Los sindicatos pidieron, y no consiguieron, que se los incluyera entre el personal esencial para tener prioridad en la vacunación. Lo mismo sucedió con la policía, que criticó duramente la decisión del Comité Conjunto de Vacunación e Inmunización de proseguir con un orden de vacunación basado pura y exclusivamente en el criterio de la edad sin diferenciar a las profesiones con mayor riesgo por su alto nivel de interacción social.
El director de la Police Federation de Inglaterra y Gales, John Apter, señaló que el gobierno se estaba escondiendo “detrás de la ciencia” y que su decisión era una “traición que no sería olvidada”. “No tienen la menor idea de lo que es patrullar las calles en tiempos de pandemia”, dijo Apter.
Por su parte Patrick Roach, secretario general del sindicato de maestros, el NASUWT, indicó que al no dar prioridad a los maestros, el gobierno estaba poniendo en peligro la continuidad de la reapertura de las escuelas la semana próxima.
“El gobierno dice que su prioridad es que los chicos vuelvan a las clases, pero no toman los pasos necesarios para que la escuela permanezca abierta. Ha habido un amplio apoyo a que los maestros y el personal de la educación sean una prioridad en el programa de vacunación. El gobierno tiene que mostrar un liderazgo que, por el momento, no se ve”, señaló Roach.