"Locuras hicimos muchas. Recuerdo pretemporadas que comenzaban en enero. Yo salía de trabajar y a las tres de la tarde, con 30 y pico de grados, hacíamos físico, cuando todo el mundo estaba disfrutando de la playa. O los doble turnos matadores. O cuando entrenábamos hasta muy tarde a la noche, con frío o lluvia. Dejamos muchas cosas personales para darles prioridad a entrenamientos y viajes. Disfrutamos el camino y, por suerte, los resultados nos premiaron. Yo cumplí todos mis sueños, incluyendo ser compañera de la mejor jugadora de todos los tiempos, Lucha Aymar". Gabriela Ludueña fue la primera figura que tuvo el impactante hóckey de Monte Hermoso, un deporte que comenzó hace 24 años siendo un pasatiempo en una pequeña ciudad y que, gracias a décadas de trabajo, pasión, planificación y profesionalismo, se codeó con los mejores a nivel nacional, catapultando a varias de sus jugadoras hasta el seleccionado nacional hasta el punto de llevar hoy el slogan "Tierra de Leonas". Hace ocho años llegaron Ludueña y Giselle Juárez y actualmente están Bárbara Dichiara, Valentina Costa Biondi y Bianca Donatti, las cinco surgidas de Monte, logrando así que el balneario de apenas 10.000 habitantes no sólo sea famoso por sus hermosas y extensas playas, por la alta temperatura de sus aguas y porque el sol sale y se pone en el mar…
"El hóckey en Monte siempre se vivió con mucha pasión y a pura adrenalina. Nunca hubo lugar para tibias (se ríe). Todas nos esforzábamos al máximo porque, además de divertirnos, queríamos ganar y escribir una historia. Por eso hicimos muchas locuras, como entrenar tantas horas y a toda hora, después del colegio, de inglés… Todo ese trabajo se fue notando y otros lo apreciaron. Por eso tantas jóvenes de otras ciudades querían venir a jugar a Monte. Por eso llegaron los resultados y nos ganamos el respeto de todos", resalta Dichiara desde la concentración de Las Leonas en Buenos Aires. "Había chicas que venían desde Bahía Blanca (a 110 kilómetros), dos días a la semana, luego del colegio. Tomaban una combi a las 17 y volvían de madrugada a sus casas. Sólo para entrenar… A veces con heladas, que nos obligaban a tirarle agua calientes a las bochas para que no se partieran", agrega Gerardo Prieto, el profe de Educación Física que comenzó en 2003 siendo el PF del coach que marcó el camino -Horacio Asensio- y desde ese día siempre estuvo en cada paso que dio el hóckey montermoseño hasta convertirse en un fenómeno nacional.
Ricardo Mora, el actual coach, con 120 jugadoras a cargo, explica: "Cuando llegué hace un año y medio me encontré con un club muy distinto al resto. La pasión de las jugadoras rompe barreras. Se habla de la ‘mística del Atlético’ y es así, algo que no se puede poner en palabras. Todo es muy especial. Esa mística sumado al apoyo estatal y coordinación club-municipio nos potencia, porque siempre hay una solución para todo".
"El club genera un sentido de pertenencia especial. Una mística que se transmite y hereda. Porque es más que un club. Es un balneario entero. Por eso no sólo jugás por tus compañeras, amigos o familia. Jugás por una ciudad y entonces el compromiso es mayor. Con el paso del tiempo me fui dando cuenta de esto, que la fuerza del conjunto es mucho más poderosa que un equipo porque las jugadoras somos importantes pero todo lo que no se ve es igual de importante que nosotras", asegura Valentina Costa Biondi, una de las actuales Leonas que llegó desde Bahía Blanca a los 12 años y se formó en Monte.
"Esto no es un milagro sino fruto del trabajo de muchos años, que arranca con quienes pusieron el club por encima de todo y bajaron línea de cómo había que vivir y entrenar, con qué valores y ambiciones, con dedicación y sacrificio, sin perder la empatía. Mucha gente ha sido parte en este camino, incluyendo a los dirigentes del club y a la muni de Monte, que ha puesto todo a nuestra disposición para dar nuevos pasos pudiera ser algo posible", enumera Dichiara. Su padre, justamente, es el intendente de Monte, quien tuvo la visión de apostar al deporte. Lo hizo con el básquet y el balneario llegó hasta la Liga Nacional –tres temporadas en Primera y siete en segunda-, y a la vez con el hóckey, de forma más sostenida. "Ha sido clave el material humano, arrancando con un entrenador como Horacio Asensio que tuvo la visión de reclutar y formar. Desde nuestro lugar aportamos recursos e infraestructura para que el hóckey tuviera profesionalismo y así potenciar a chicas especiales, que primero llegaron a selecciones de Bahía, luego provinciales y después a las Leonas. Con su conducta y contracción al trabajo fueron espejo de muchas jóvenes. La idea, en definitiva, es sacar a los chicos y chicas de las calles, de las tentaciones y el sedentarismo. Y, además, para nosotros fue posicionar el nombre de una ciudad turística”, analizó.
"Este fenómeno es la demostración clara que con esfuerzo, profesionalismo, dedicación y disciplina se puede hacer algo grande aunque sea un lugar chico. Funcionaron todas las patas: dirigentes, entrenadores y jugadoras. Y esto abrió las puertas para mucha gente", agrega Prieto. Las puertas se abrieron de tal forma que hoy, dentro de las 120 jugadoras que hay en el club, se destaca la presencia de Valentina Fernández, una chica de 23 años con síndrome de Down que desde hace años juega a la par de sus compañeras. Un real ejemplo de inclusión. Es delantera de la Primera y en el torneo anual 2019 de Bahía metió ocho goles. "Ella es nuestro motor de nuestro plantel. En el día a día, con su constancia y entusiasmo, nos ayuda a esforzarnos un poco más", explica Ricardo Mora, el actual head coach de Atlético.
Para encontrar la génesis de esta revolución hay que remitirse a 1997. Todo se potenció cuando Asensio tomó las riendas en 2003. En aquella época se jugaba como se podía, en cancha de tierra, a pura pasión. La visión y ambición permitió, primero, competir en Bahía. Para que aceptar disputar ese torneo, debieron aceptar una regla: jugar dos años siempre en Bahía, no pudiendo hacer de local en el balneario. Pocos años después se logró lo impensado: ser campeón en Bahía, superando a clubes tradicionales como Universitario y Sportiva. Lo épico pasó cuando, en Bahía, Monte fue campeón de todo, desde la octava división hasta la Primera. Para aquella época ya estaba proyectado competir a nivel nacional y para eso hubo que empezar a reclutar porque “no podíamos formar todos los equipos sólo con jugadoras de Monte”. De Coronel Dorrego, un pueblo cercano, llegaron las primeras, luego desde Bahía, incluso siendo muy chicas, como los casos de Costa Biondi y Donatti, y después del sur argentino. Monte ya era un referente de la región.
“Yo jugaba en Whitense cuando disolvió las formativas y terminé eligiendo Monte porque era de lo mejor de la zona y ponía combis para viajar. Cuando llegué al club, con 12 años, encontré lo que esperaba y aún más. Así fue que Monte me dio todo y se convirtió en mi segunda casa. Me formó como jugadora y persona”, asegura la bahiense que hoy juega en San Fernando. “Nada dejábamos librado al azar y los esfuerzos eran extremos. Antes de que se inaugure nuestra cancha de sintético, en 2010, jugábamos en una de tierra y allí imitábamos los gestos técnicos que necesitábamos en alfombra. Luego los íbamos puliendo. Llegamos a estar un mes en un club de Bahía practicando el córner corto y yendo a jugar amistosos a Tandil. Vivíamos para el hóckey. Siempre hubo pasión, visión, trabajo y sacrificio”, relata Prieto, quien recuerda bien cuando en 2009 se tocó el cielo con las manos al llegar a la Liga Nacional. Para ese entonces ya había arrancado el reclutamiento en la región y las capacitaciones. Chapa Retegui pasó con su carisma en Monte, lo mismo que Lucha Aymar en 2007. Sus asistentes fueron más de una vez y eso abrió las puertas de los entrenamientos del seleccionado en el Cenard.
Hubo descensos y nuevos ascensos a la Liga Nacional. Gracias a sus campus de reclutamiento, Monte llegó a tener nueve jugadoras de Bahía y, en un momento, armó un equipazo con cinco Leonas, llegando a un quinto puesto en la Liga del 2015. Impactante para una ciudad tan pequeña que, además, tiene otros deportes con afluencia femenina como fútbol, natación y patín. Todos adoptaron al hóckey como la bandera de la ciudad y por caso, tras lograr un ascenso, hubo cerca de 1.500 personas en la recepción del equipo, que se paseó por autobomba por las calles de la ciudad. “Muchos le llaman Tierra de Leonas, pero yo le pondría Tierra de Exportación”, cierra Mora para intentar explicar esta revolución social y deportiva que viene marcando la vida de tantas y tantos.